"De la exposición me quedaría con el carbón porque representa a los más humildes del Titanic"
pamplona. Ha invitado a Robert Ballard (descubridor de los restos de Titanic) a venir a Pamplona. ¿Se ha confirmado su presencia en la capital foral?
Le hemos invitado formalmente y, tras hablar con su jefa de prensa, hemos confirmado que va a venir a Pamplona, lo que no sabemos es la fecha concreta, ya que depende de su agenda. El motivo de la invitación ha sido que a la sala de restos de la exposición la vamos a denominar Robert Ballard, algo que a él le ha hecho mucha ilusión.
¿Queda algo por saber, por descubrir, del Titanic?
Yo creo que sí. De la historia, no; y algo técnico, tampoco. ¿Qué puede quedar por descubrir? Pues que aparezcan, por ejemplo, nuevos manuscritos. Lo que sucede es que, realmente, no sabemos lo que hay dentro del Titanic porque nadie ha entrado hasta el último rincón... Los robots sólo pueden llegar hasta ciertas partes del barco ya que, si se toca demasiado, el barco puede llegar a caer a más profundidad. Sí es verdad que se van descubriendo nuevas cosas sobre todo a través de familiares. Llevamos 100 años con esto pero seguro que saldrán más objetos e historias.
Para usted, que es uno de los mayores expertos en el tema y que ha ideado y construido esta exposición, ¿cuáles son esas piezas especiales con las que, si pudiera, se quedaría?
Si me dejasen quedarme con una pieza, me quedaría con el carbón. Ese trozo de carbón representa a las personas de las que nadie ha hablado nunca, los fogoneros, la clase más humilde del barco. Esta es una pieza rescatada de una sala en la que, los que estaban allí, se quedaron paleando carbón sabiendo que iban a morir... Y lo hicieron para que el barco continuara teniendo luz y así facilitar que la gente viese y, principalmente, que se pudieran emitir las señales de socorro. Tener una pieza que representa a esta gente es muy especial.
Esta muestra sobre el Titanic comenzó siendo una pequeña colección de piezas hasta convertirse, al igual que su referente, en todo un gigante expositivo. ¿Cómo ha ido creciendo y quién les ha cedido las piezas?
La exposición ha crecido, primero, porque se han ido recogiendo más piezas y, segundo, porque los familiares han donado piezas que tenía el Gobierno y que poco a poco se las ha ido dando. La realidad es que la mayoría de los familiares quiere que se cuente la verdadera historia del Titanic, no la de la película. Las piezas provienen del fondo del mar, de los cadáveres que aparecieron flotando y de lo que se llevaron los supervivientes.
Cuando se habla de un barco hundido el imaginario popular siempre piensa en tesoros. ¿Realmente los había en el Titanic?
Para mí son piezas de valor las cartas del primer oficial (Murdoch), su catalejo, los pendientes de una pasajera, el medallón de oro y brillantes de Widener (una de las pasajeras más ricas) o las botas de una de las niñas. Son piezas únicas e históricas, auténticos tesoros.
El público que acude a la exposición, según su experiencia, ¿lo hace con la película de Cameron como referencia?
Es casi inevitable. Pero, curiosamente, la gente sale tan ambientada de la exposición que no dice: "Esto es diferente a la película". No, lo que dicen es: "Esto la película lo contó mal". De todas maneras, es algo normal ya que Cameron se permitió ciertas licencias en el filme porque se jugaba la pasta. Y yo lo pude vivir porque estuve en el rodaje como invitado 36 días, en Rosarito (México) y tengo que decir que fue una experiencia fantástica.