"El futuro del carlismo pasa por que pueda liberarse de pretendientes y elaborar su propio discurso"
Estella-Lizarra devuelve el carlismo a la actualidad durante unos días. La charla de Ricardo García Cárcel, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, inauguró ayer las jornadas en torno a este movimiento. En ellas, se tratará de seguir conociéndolo y divulgándolo
estella-lizarra. La ponencia del profesor García Cárcel abrió ayer en la Ciudad del Ega la cuarta edición de las Jornadas de Estudio del Carlismo. En la intervención inaugural, este historiador de la Universidad Autónoma de Barcelona abordó el tema El carlismo. La memoria de los testigos y la memoria de los historiadores.
¿Se ha sentido atraído por el análisis de esta época?
Cuando me invitaron a participar en la inauguración de las jornadas ya expresé que tendría que hacer un ejercicio de humildad, porque yo soy un modernista, catedrático de Historia Moderna. No deja de ser atrevido que yo venga a Estella a hablar de carlismo a expertos del carlismo, pero me ha gustado hacerlo. En primer lugar, he tratado de profundizar en conocer cuáles han sido los referentes que los carlistas han tenido cuando se han puesto a hacer historia, qué han tenido en cuenta, cuáles son sus símbolos, sus mitos y referentes.
¿Cuáles son esos referentes?
Primero la Edad Media, como época dorada, y también los Reyes Católicos. Les atraen además los fueros como modo de relación entre los monarcas y el pueblo. A lo largo del siglo XIX no hay historia de España escrita por carlistas, tal vez sea porque la que dejaron los liberales fue tan blanda que los carlistas se sentían cómodos con ella. En el momento en que la historia liberal da un giro más duro aparecen más referencias carlistas. Ellos son más dados a la memoria personal.
¿Por qué se ha decantado por abordar el tema de la memoria?
En el estudio de la historia reciente hemos visto enfrentados a los memoricistas frente a los historicistas, a la memoria lineal de los testigos frente a la reflexión a posteriori de los historiadores. Resumiendo mucho, los historicistas consideran que la memoria es individual e intrínsecamente parcial y subjetiva, mientras que los memoricistas creen que la historia es patrimonializada por los ganadores, al servicio de los poderes establecidos. No lo comparto.Los cultivadores obsesivos de la memoria personal tendrían que tener presente lo limitado de ésta. No hay memoria registro sin relato y, por lo tanto, sin construcción. Los recuerdos son resultado de un proceso creativo. Pero no hay que descalificar tampoco las memorias personales desde el monopolio de los historiadores. Los poderes establecidos han conducido los discursos de éstos hacia una historia oficial que muchas veces no tiene nada que ver con la ciencia. Por tanto, ni la memoria ni la historia nos ofrecen garantías de absoluta veracidad. Las fronteras entre la memoria de lo vivido y la historia de lo reflexionado no son fáciles de establecer.
¿Y por cuál de las dos corrientes opta el carlismo?
El pensamiento carlista fue más dado al memorialismo personal, y muchas veces épico. Los mitos de esa memoria carlista son mucho más tempranos que los liberales. Salen robustecidos por ejemplo con el mito Zumalacárregui, primero promocionado en territorio vasco y luego a mayor escala. Por otro lado, en la memoria carlista late una autosatisfacción moral, una buena conciencia. Llama la atención esa convicción moral y autosatisfactoria de las memorias carlistas pese a ser los perdedores.
¿En qué momento cree que se encuentra el carlismo?
Lo veo inmerso en una búsqueda de señas de identidad definidas y además, desgajado en diferentes corrientes.
Este movimiento histórico acaba de perder a Carlos Hugo de Borbón Parma. ¿Qué papel juegan figuras como la suya en el Carlismo actual?
En mi humilde opinión, el futuro del carlismo está en que pueda liberarse de pretendientes, que consiga desvincularse de nombres y elaborar su propio discurso.
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