Se apagó la voz de Don Goyo
el popular locutor radiofónico falleció ayer en pamplona a los 85 años"Discofilia", "Fogonazos deportivos", "Micrófono infantil" o "Iruñerías" fueron algunos de sus programas más relevantes
pamplona. Ya era Don a los 17 años. El tío Ramón (Ramón Urrizalqui), quien invitó a Don Goyo al mundo de la radio en el año 1942, le puso rápidamente el Don para que se le tuviera respeto. Ayer, el día de su fallecimiento, a los 85 años de edad, el Don era un derecho propio ganado con más de cincuenta años siendo la voz de Pamplona.
Gregorio González Moreno nació el 9 de mayo de 1925 en la calle Estafeta de Pamplona. Estaba casado con Angelines Roncal, natural de Allo, localidad en la que el miércoles recibirán sepultura sus restos, velados desde ayer en el Tanatorio Irache. También mañana, a las ocho de la tarde, se celebrarán los funerales en la parroquia de San Fermín del barrio de La Milagrosa.
Toda su vida vivió ligado a la radio. Con 14 años entró de botones en Banesto, porque su madre quiso que estudiase algo relacionado con los números. Resultado, Gregorio González se aburría. Aún aguantaría 21 años trabajando en el banco. Pero antes, mucho antes, comenzó su inmersión en la radio.
Así, con 17 años se convirtió en Don Goyo y comenzó a ayudar en Radio Requeté, que más adelante se convertiría en Radio Pamplona, asociada con la SER. Trabajaba gratis en sus horas libres y en sus vacaciones. Bueno, gratis no. Le regalaban una cesta en Navidad y entradas para los toros en San Fermín. Más adelante, 21 años después, comenzó a ganarse la vida sólo con la radio. El tío Ramón, relató el propio Don Goyo en una entrevista, se le acercó y le dijo: "¿Cuánto cobras en el banco?". "4.500 pesetas al mes", respondió. "¿Sólo?, pues te ofrezco 5.000 para que te vengas a la radio". Dicho y hecho.
Así se convirtió en la voz de Pamplona. Sus programas, siempre de ámbito local, trataron una amplia variedad de temas. Por ejemplo, con Fogonazos deportivos, repartía palos a la directiva osasunista un día sí y otro también, "por puro amor a los colores rojillos", dijo Don Gregorio en su día. "Era sarcástico, con un punto de mala uva incluso, pero por encima de todo era un hombre entrañable", recuerda Javier Martínez de Zúñiga, periodista que trabajó con él en Radio Pamplona.
Famoso en toda Navarra fue también El consultorio sentimental del profesor Don Goyo. Allí, trataba de aconsejar a muchachas y novias con problemas de amor. Fue su piedra en el camino. "Mi novia me ha dejado por su culpa y cuando le vea a usted por la calle le parto la cara", rezaba una carta que le envió un novio contrariado. "No quería verme con la cabeza rota", dijo Don Goyo. No fue suficiente para achantarle, aunque sí bastó para que finiquitara su consultorio.
Micrófono infantil supuso una "época gloriosa", relata Martínez de Zúñiga. "Todas las generaciones de niños pasaban por el estudio cantando y tocando algún instrumento".
La participación fue lo que definía a Don Goyo. Niños en Micrófono infantil, mujeres en el Consultorio sentimental y todos los pamploneses en Iruñerías, un programa que arrancó en 1970 y que introdujo las llamadas en directo algo más tarde, ya en la transición.
"Me pasaba el programa muriéndome de risa con Don Goyo", prosigue su compañero Martínez de Zúñiga. Razones no le faltaban. Tiene numerosos momentos graciosos en su historial. Como aquella vez que debía leer un anuncio que decía: "Si en su despensa tiene usted Kaiku, tiene una vaca en casa"; y sin embargo leyó: "Si tiene usted una vaca en su despensa es que... tiene una vaca en su despensa".
"Ha hecho tantas cosas... -en los últimos años en activo también colaboró en Radio Nacional y Radio Popular-; se volcaba con todo y con todo el mundo", rememora Mario Lafuente, técnico que también trabajó con Don Goyo. Y, efectivamente, Don Goyo "se volcaba con todo el mundo". Era muy cercano y le encataba hablar con la gente. Tanto que, cuando era reconocido por su voz en un bar, no dudaba en entablar conversación con quien fuera.
Tiene razón Mario Lafuente cuando dice que "le daba a todo", incluido el cine y el teatro. Actuó en la gran pantalla con Montxo Armendáriz, pero tampoco se olvidó del teatro y con la compañía El lebrel blanco se subió a los escenarios de Pamplona a hacer feliz a la gente, que era lo que en realidad siempre buscó. Cuando todavía estaba al pie del cañón, desde una radio le insultaron "payaso" y él contesto que le hacían "feliz" porque reír es "el arte más difícil del mundo". Tanto le gustaba reír que según relató hace ya 27 años, la única vez que le pegaron sus padres fue por romper una hucha para ir a ver a Tony y Emilio, los payasos del Americain cirque, con tan solo 10 años. Cuando todavía no era Don.
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