Fecha: Sábado, 29 de enero. Lugar: Café Bar Bigaroa, Errotxapea. Intérpretes: El Tren, banda interada por Diego, a las guitarras y a la voz; Roberto, al bajo, a los coros y a la voz; Patxi, a las guitarras, y Kiki a la batería. Incidencias: Concierto de presentación de la 1ª grabación de la banda. Hora y ½ de duración. Lleno, público de todas las edades que se mostró muy participativo.

SURGIDOS a principios de los 90 en Santa Engracia, barrio popularmente conocido como el de la estación, El Tren, tras permanecer varios años en vía muerta, decidió recientemente retomar su carrera; retornar a los raíles, llevando a cabo lo dicho con remozada tripulación (únicamente se mantienen Patxi y Diego de quienes completaron la formación original) y con un CD de cinco temas que a nadie está dejando indiferente, tal y como lo dio a entender el ambiente vivido en Bigaroa.

Ante un café-bar que, lleno hasta la bandera, hizo las veces de estación, tomando el rock urbano de genuino sabor a barrio como punto de partida y de destino, el presente viaje arrancó con Brillo En La Carretera, banderazo de salida del CD y, desde siempre, de los conciertos de la banda, al que siguieron En Mi Rama, igualmente incluido en el disco, uno inédito, y Sabiñe. Temas que, sólidamente defendidos por el cuarteto, tintados de indisimulables influencias metaleras (principalmente en el remate final de las canciones), se mostraron de esta guisa. Concebidos sobre los patrones del rock callejero de los 80 y plasmados con la contundencia del de los 90, destacando principalmente la labor de Diego, ya a las cuerdas de su guitarra, ya a las cuerdas vocales, por la seguridad y credibilidad que transmitió, haciendo gala de un timbre más que apropiado para el rock. Bueno, y la voz de Roberto, el bajista, en las contadas canciones que cantó, saldándose el asunto con idénticas demostraciones de saber estar y aplomo. Y así lo entendieron los presentes, un público integrado por jóvenes de hoy y de ayer que, totalmente por la labor desde el principio y haciendo piña alrededor del grupo como pocas veces hemos visto, siguió sus evoluciones en éste, su regreso, con rostros repletos de satisfacción. Sí, hasta el punto de que en vez del tren a ellos, podemos afirmar que el gentío, en volandas, fue quien llevó a aquel. A continuación, tras las canciones reseñadas, llegó el momento de Pensando, tema de reflexiva letra que, con Paco y El Malo, miembros desaparecidos de la banda, en el recuerdo, se tradujo en un recorrido de generosa e intensa duración. Bueno, y al igual que el transcurrir de la vida -si nos ponemos pensativos-, luciendo a diferentes velocidades, mostrándose lento al principio y rabiosamente acelerado a una con su desarrollo. Finalmente, con permiso de Perdido (último de los incluidos en el CD), sonaron unas cuántas composiciones que, inéditas, exhibieron similares parámetros sonoros. Transmitiendo inquietudes y actitud, por las sendas inherentes al rock cuando éste aún se estaba gestando, por lindes propias de los tiempos en los que los incipientes rockeros no tenían ninguna pretensión más allá de escapar de la realidad, a cambio, si acaso, de pasar el rato.

De largo recorrido en el tiempo pese a su vocación de cercanías, El Tren se presentó en sociedad mediante un intenso concierto que, musicalmente, nos llevó décadas atrás en el tiempo? Y para bien, al igual que, si se nos permite la comparación, Osasuna el pasado domingo. El Tren, formación así llamada en homenaje a sus orígenes (¿qué mejor nombre para una banda de Santa Engracia?) y a la canción de Leño igualmente titulada; además, al igual que en su día una banda de Melilla, La Patera (siendo de allí como eran, ¿cómo se iban a llamar? Razón por la que los Marea se llaman Marea), éstos, igualmente, ¿cómo iban a hacerlo? Como dicha seña de identidad del barrio, ¿no?

De un barrio que, aunque llegado el momento, vea la desaparición de las vías, a toda máquina como vimos a la banda, seguro que tiene Tren para rato.