Una publicación de gran formato recoge la trayectoria de 25 'Escultores Vascos'
En la selección figuran los navarros José Ramón Anda, Ángel Garraza, Juan Gorriti o Dora Salazar
pamplona. "Es una gran desilusión para nuestra cultura el desprecio y el rechazo hacia los artistas vascos y nuestra dispersión en el olvido". Así habló Jorge Oteiza en enero de 1989, con motivo de un homenaje ofrecido a su amigo Remigio Mendiburu, que falleció un año después. Sus palabras aparecen reflejadas en uno de los prólogos del libro Escultores Vascos-Euskal Zizelkariak, publicación de gran formato editada por Arteaz que recoge la trayectoria de 25 artistas de Euskal Herria. Entre ellos, cinco navarros: José Ramón Anda, Ángel Garraza, Juan Gorriti, Dora Salazar y Xabier Santxotena.
Michel de Jaureguiberry, Patxi Laskarai, Gaizka Iroz y Marc Etcheverry son los autores de este extenso trabajo con textos en euskera, castellano y francés y numerosas fotografías de los creadores y sus obras. Eso sí, la finalidad del libro "nunca fue crear un catálogo razonado de la escultura en Euskal Herria ni escribir su historia, sino presentar, recordar la importancia o dar a conocer por orden alfabético y con el objetivo de comparar épocas y estilos, a veinticinco escultores representativos de más de cinco siglos de creación artística". Es la explicación que ofrecen a los lectores los responsables de esta recopilación que, según comentan, da cuenta de la "excepcionalidad" y la "riqueza de talentos en un país tan pequeño". Y es que, la escultura siempre ha ocupado un lugar especial y preponderante en esta tierra, en la que los artistas "siempre han tenido especial consideración e interés por la talla de madera o de la piedra y el moldeado de hierro", materiales a los que han aportado una simbólica expresiva y poética". Gracias al legado de muchos de ellos, a mediados del siglo XX grandes creadores como Oteiza y Chillida "dieron notoriedad internacional y un aura universal a la escuela de escultura vasca, reconocida desde entonces como una de las más modernas, consolidadas e innovadoras". Una relevancia que seguramente no habría sido posible si no les hubieran precedido otros como Juan de Anchieta, que "en el siglo XVI fue un artista moderno y precursor", apunta Michel de Jaureguiberry, que insiste en que, ante todo, esta publicación de 240 páginas en papel cuché, "no pretende en ningún caso convertirse en un diccionario, sino centrarse en los artistas", por eso veinticinco les pareció una cifra que da testimonio de la profusa y variada labor de los escultores vascos.
recorrido Durante tres años, los autores han visitado a los artistas y a las instituciones que, en caso de los fallecidos, guardan su memoria. Son los casos de la Fundación Jorge Oteiza de Alzuza, el Museo de Bellas Artes de Bilbao o el Museo Beobide, "que nos recibieron con mucho cariño, aunque un poco extrañados de que el proyecto viniera de Iparralde", indica Jaureguiberry, para quien el hecho de presentar los textos en euskera, castellano y francés es un intento por "olvidar las fronteras". Así, el editor, Alexandre Hurel, y Elkar han distribuido el libro tanto en la CAV como en Navarra e Iparralde, pero también otras ciudades como París, Toulouse o Burdeos, y quizá en adelante llegue a Madrid.
El recorrido artístico comienza por Juan de Anchieta (Azpeitia, 1533-Pamplona, 1588), que firmó los retablos de las iglesias de Cáseda, Aoiz y Añorbe, entre otros, y falleció cuando trabajaba en el de Santa María de Tafalla. Le siguen otros pioneros como el prácticamente olvidado Quintín de Torre (Bilbao 1877-1966) o Julio Beobide (Zumaia, 1891-1969), hasta llegar a referencias del siglo XX como Oteiza, Chillida, Mendiburu, Basterretxea, Ibarrola o Ugarte, que, sin duda, dejaron huella en Anda, Santxotena, Ruiz de Eguino, Gorriti, Koldobika Jauregi, Garraza, Salazar... Cada uno aparece junto a varias de sus obras, en un repaso que muestra su evolución, así como la diversidad estilística que hay entre ellos. Para que su arte no se disperse en el olvido.