pamplona. A pesar de la distancia, y de que la conversación transcurre vía telefónica, Albert Espinosa tiene la enorme virtud de contagiar optimismo y felicidad apenas sale de su boca la primera palabra. Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven, su última novela, uno de los grandes éxitos editoriales de 2011, está dedicada "a todos los que siguen queriendo ser diferentes y luchan contra aquellos que desean que seamos iguales".

¿Cómo se defiende la diferencia, como valor, dentro de un mundo en el que imponen brutalmente la homogeneidad?

Yo lo hago desde lo que soy. A los diez años tuve cáncer, perdí una pierna, un pulmón y medio hígado pero fui feliz. Eso ya me convirtió en diferente. Y siempre he tenido la sensación de que aquello que te hace diferente te hace especial, y acabas haciendo bandera de ello. El último libro está dedicado a la gente que es diferente, que hay mucha. He tenido la suerte de que el libro fuera el más vendido en España el pasado año con 450.000 ejemplares, y eso demuestra que hay mucha gente diferente que ha gozado con un libro que no es de un estilo muy convencional.

Si este libro fuera una fábula, ¿cuál sería su moraleja?

La moraleja es que siempre en cualquier pérdida hay una ganancia, que quizá no esperabas. El protagonista sufre bastantes pérdidas en su vida pero acaban apareciendo bastantes ganancias.

Dani, el protagonista, se sumerge en una búsqueda interior y exterior que desemboca en un final feliz. ¿Es necesario mirar primero dentro de uno mismo para poder alcanzar la felicidad?

Cuando pasas una época investigando algo tuyo, eso provoca un crecimiento emocional y recuerdas esos años con intensidad, ya que has descubierto algo de ti que no esperabas y que te hace crecer.

De este personaje ha afirmado que le atrapó tanto que incluso ha pensado en retomarlo. ¿Es tan especial o simplemente le remuerde la conciencia de escritor por haberle otorgado un final feliz?

No (risas). Yo siempre escribo los libros en verano, cerca del agua, en una piscina o en el mar. Y el día que empecé a escribir Si tú me dices ven... tuve la sensación de que con Dani había encontrado un personaje que me encantaba cómo se expresaba y cómo llevaba la parte protagonista del libro. Y sí que tuve la sensación durante un tiempo de continuarlo, de ver otros casos de él y otros viajes en busca de niños perdidos. Pero ahora que el libro ya se ha vendido a 18 países, tengo la sensación de que está bien dejarlo allí, en Capri, disfrutando de la felicidad.

Si utilizamos una balanza imaginaria y en uno de sus platillos colocamos la alegría y el orgullo de que Spielberg haya comprado su serie Pulseras rojas, ¿se equilibra al poner en el otro platillo el hecho de que va a perder el control sobre qué van a hacer con uno de sus Pulseras rojashijos?

Esa segunda parte no la estoy notando, ya que tanto Marta Kauffman como su equipo de guionistas están siendo muy cariñosos, ya que saben que la historia se basa en parte de mi vida. Me han enviado el guion del piloto y en junio visitaré el rodaje en Los Ángeles. No siento que estoy perdiendo un hijo. Creo que la serie ha caído en manos de Kauffam y Spielberg, que entienden muy bien la ternura y la amistad, y eso hace que sienta que mi hijo crece, que lo están cuidando muy bien y que está aprendiendo otro idioma, llevando la historia de Pulseras rojas a sitios que con la nuestra no llegaría. Jamás en la vida hubiera imaginado que Spielberg fuera a ver la serie que hicimos, y que lloraría y reiría, tal y como nos contaron que hizo. En resumen, no pierdo un hijo, al revés, creo que he encontrado padres adoptivos.

¿Cuál es la clave para trasladar en positivo hechos o vivencias dramáticas sin que resulte frívolo?

Haberlas vivido. Mi vida en el hospital no fue triste, al revés, creo que aprendí muchas cosas. Sí que perdías piernas o pulmones, pero ganabas otras cosas. Así que cuando vi que no había ni películas ni series que transmitieran el positivismo que vives en el hospital, quedándose solo con la quimioterapia e impidiendo que la gente vaya a visitar niños al hospital porque piensan que están tristes o medio muertos, quise hacerlas a mi manera; y lo bueno es que muchos hospitales han aumentado un 40% las visitas tras la emisión de la serie y la película. Por eso creo que seguiré contándolo, porque es parte de mi vida; siempre digo que es como el gol de Koeman en Wembley, nunca dejaré de hablar de ello ya que considero que es una de las cosas más importantes que he hecho.

Cine, teatro, televisión, libros... en el fondo todo radica en escribir, son como distintos collares para un mismo perro. ¿Cuál es el secreto para utilizarlos todos sin que el animal sufra y el dueño se divierta?

Creo que tiene que ver con el hecho de que soy ingeniero industrial, yo siempre he dicho que soy un guionista con cerebro de ingeniero, una carrera en la que te enseñan a hacer muchas cosas a la vez utilizando todos los recursos que tienes a tu alcance. A mí me gusta escribir, y me da igual que sea teatro, cine, radio o literatura. Eso sí, nunca hubiera pensado que mi paso a los libros funcionaría tan bien. Y la verdad es que a mí el lector de libro me entusiasma y siempre intento hacer firmas de libros allá donde voy. Y la de Pamplona me hace especial ilusión porque es la primera y porque hay personas muy importantes en mi vida que son de allí.

¿Se puede ser escritor y optimista en esta España en crisis?

Yo siempre soy optimista, a mí me dieron un 1,6% de posibilidades de sobrevivir, me dijeron que me fuera a Menorca a pasar el último mes de mi vida, pero junto con mis padres decidimos seguir luchando. Por eso, a mí, las posibilidades pequeñas de salir de algo me parecen muy grandes. Así que no tengo duda que saldremos de esta crisis. Además, se aprende mucho de los momentos difíciles.