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"Lo afronto, estoy vivo; pero ver sufrir a quien te quiere es más difícil"

juan josé padilla habla de cornadas recibidas, recuperación e ilusión por vivir El matador clausuró las VIII Jornadas de Ganadería de Lidia celebradas en la Universidad Pública de Pamplona

pamplona."A mí, verme la cara como la tenía, con la pérdida del ojo, con la mandíbula desplazada, sin audición, la incomodidad... todo eso, lo afronto, estoy vivo y puedo luchar para una recuperación", expresaba el torero Juan José Padilla durante el coloquio que mantuvo ayer, en el edificio de los Olivos de la UPNA, con motivo de las VIII Jornadas sobre Ganado de Lidia. El matador habló de superación, de sufrimiento y de la ilusión por lo que se hace en una sala llena de público.

'El cielo puede esperar'

Ha sufrido cornadas que casi le cuestan la vida

El diestro, natural de Jerez de la Frontera, ha sufrido a lo largo de su carrera taurina 37 cornadas y algo más que sustos. La última, la más grave, con el cuarto toro de la tarde, Marqués, el 7 de octubre de 2011 en la Misericordia de Zaragoza. Padilla tuvo que ser atendido de urgencia al recibir una cornada en la cara que le afectó a la mandíbula y le supuso la pérdida del ojo izquierdo. Pero "a las quince horas de la tragedia, nada más despertar, dijo que quería volver a torear", explicó Antonio Moreno, veterinario, en la presentación de la charla: Padilla, el cielo puede esperar.

Durante el turno de preguntas de los asistentes, el torero expresó que "a un animal no se le puede tener rencor, solo el conocimiento de que el toro sale con su deber de coger". A raíz de esto, reflejó su "ilusión" al volver a la plaza zaragazozana, mostrándose positivo al "recordarlo y estar vivo". Comentó que esta temporada, al aterrizar en Zaragoza, acudió a la plaza. "El día 10 de agosto, aterricé y, en taxi, fui a la plaza de toros. Me fui al portón de cuadrillas, recordé todos los momentos, me fui al sitio del percance y, de ahí, andando hasta la enfermería, recordándolo con una sensación positiva, dándole gracias a Dios porque esos pasos eran pasos de vida".

Tras la grave cogida de hace más de un año, que el matador llamaba ayer percance, permaneció en el hospital doce días y, después, "vinieron los momentos más duros ya que empezó a ser consciente de la cruda realidad", contaba Moreno. Padilla perdió 18 kilos de peso, tenía la mandíbula desencajada y la lengua se le dormía por ello, el párpado se le cayó, sufría pérdidas leves de equilibrio y perdió la audición de un oído. Sin embargo, a los seis meses volvió a torear en Olivenza, "vistiendo un traje verde esperanza", según Moreno: "Volvió sin querer transmitir compasión; ha disfrutado al fin de la parte amable y grandiosa del toreo aunque, como él dice, le haya costado un ojo de la cara".

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Una relación especial con Navarra y San Fermín

El torero Juan José Padilla mantiene una relación especial con la capital foral. En los Sanfermines de 1999, la Misericordia lo llamó para que formara parte del cartel junto a Sergio Sánchez y Antonio Ferrera, ante la temida ganadería Miura. Padilla, impresionado por el escenario y ambiente de la plaza de Pamplona, casi adelanta a los caballos en el paseíllo. "El torero entregó todo su repertorio, y después de una acertada estocada, acabó con una oreja de Bombito. Cuando salió su segundo toro, Alpargatito, con una cornada en la pierna, la plaza le concedió las dos orejas", relata Moreno. Tras el éxito en aquellos sanfermines, Padilla comenzó a torear en plazas de renombre.

En 2001, el jerezano regresó a la monumental de Pamplona y recibió una cogida que le atravesó el cuello. En aquel momento, hubo de ser intervenido a vida o muerte en uno de los quirófanos de la plaza. Años más tarde, regresó: en 2008, toreó ante los imponentes Miura de nuevo, llevándose dos orejas; en 2009, misma ganadería con aplausos y silencio; en 2010 y 2011, repitió hierro y consiguió oreja y ovación, respectivamente. Y este año, también en Sanfermines, la plaza le recibió con una ovación y las peñas con un guiño: banderas piratas y gritos de Padilla maravilla. "Cada paso que di hacia el palco de la presidencia fue pura emoción", subrayó Padilla ayer, "gracias por el cariño y el respeto, a esos tendidos de sol con banderas y a esa ovación de sombra, gracias".