pamplona. ¿Cómo surgió la idea de hacer este documental o, mejor dicho, cómo dieron con este personaje?

Somos un colectivo de cinco amigos que trabajamos en Televisión Española en Madrid y coincidíamos en nuestra fascinación por los valles pirenaicos y por la estación de Canfranc. Una estación inmensa, abandonada, custodiada por esas montañas... Incluso habíamos llegado a colarnos en sus dependencias para sacar fotos. Como profesionales del sector audiovisual nos apetecía hacer algún trabajo sobre este espacio, aunque no teníamos claro qué, hasta que cuando en el año 2000 empezaron a aparecer los famosos papeles del oro nazi salió este nombre.

Albert Le Lay.

Sí. Supimos que era el jefe de la aduana francesa y empezamos investigar. Yo me puse en contacto directo con su hija Jeannine, y la verdad es que al principio quería salvaguardar toda la historia que encerraba la vida de su padre.

De hecho, él nunca quiso escribir memorias ni contar lo que sucedió durante aquellos años en Canfranc.

Así es. Jeannine quería respetar la voluntad de su padre, pero me puso en contacto con su hijo, Víctor Fairén, catedrático de la UNED en Madrid, que fue el que se abrió y empezó a contarme todo. De hecho, a raíz de eso hemos entablado amistad. Él habló con su madre y con su tía Ivette, que ya accedieron a que las entrevistásemos y a contarnos detalles de esta historia que resultan emocionantes.

Es que el personaje es fascinante.

Sí, sí, la figura de Albert Le Lay nos transmite valores que a día de hoy hemos perdido, como la humanidad, la humildad, la discreción, la serenidad, la sangre fría... Yo estaría satisfecho si al espectador le tocamos un poco el corazón y le transmitimos estos valores.

¿Cómo hablar de un héroe que nunca quiso ser llamado como tal y afirmaba que hizo lo que tenía que hacer y punto?

Fue una persona extraordinaria. Albert Le Lay era un amante de su país, Francia, y no admitió ni soportó que fuera invadida por Alemania. Por ello hizo todo lo que estuvo en sus manos para luchar contra eso, hasta el punto de que arriesgó su propia vida y la de su familia para salvar a Francia del nazismo. Estuvo en la cuerda floja continuamente; de hecho, al final tuvo que huir porque lo identificaron. No todo el mundo puede vivir tres años sintiendo el aliento de la Gestapo día a día detrás de su nuca. No podía dar un paso en falso, porque lo podían deportar o fusilar ahí mismo.

¿Hasta qué punto es importante para el momento actual recordar a este tipo de personajes y apostar por la memoria histórica?

Es importantísimo. Hay personas de esta pasta, como Le Lay o como Ángel Sanz Briz, que se dedicaron a este tipo de hazañas. Pero es que, además, Albert fue una prisma en el que confluían muchas caras. Aparte de tener esa humanidad y de ayudar a personas que huían del nazismo, también fundó y dirigió la primera escuela francesa de Canfranc. Hizo una serie de labores que le convierten casi en un ideal.

¿Por qué optaron por narrarnos su historia a través de una voz en off que encarna a Albert?

En un primer momento queríamos que la historia se pudiera mantener con los testimonios, los mapas y con las imágenes de archivo tan potentes con las que contamos. Porque disponemos de materiales del archivo de TVE, pero también del INA (Instituto Nacional Audiovisual), que tiene unos fondos muy ricos. De hecho, el documental contiene imágenes que muy pocas veces se han visto en pantalla. Sin embargo, nos dimos cuenta de que, como es rompecabezas de muchas piezas, el espectador podía llegar a perderse. Por eso decidimos crear el hilo conductor con la espléndida voz del doblador Claudio Rodríguez, que creemos que ayuda a contar mejor toda la historia.

¿Y las recreaciones de algunos momentos con actores?

Quieren cumplir dos objetivos. Por un lado, ayudar a que el espectador se introduzca mejor en las distintas situaciones, que se las imagine y se sienta dentro de ellas. Son pequeñas pinceladas, pero suficientes para contribuir a ese efecto. Por otro lado, también nos parecían un recurso original.

La estación y el entorno también tienen su protagonismo en la película.

Es que esta historia lo tiene todo. Tenemos al personaje en sí, Albert Le Lay, que nos transmite valores importantísimos, y a la vez lo situamos en un marco incomparable, como es la estación de Canfranc. El escenario es el valle, con esas montañas imponentes, con una estación que en su día fue la segunda más importante de Europa. Lo tenemos todo, sí. La puesta en escena es impecable.

¿Qué supone que la película se muestre estos días en una sección de tanto prestigio como Zabaltegi?

Lo puedo resumir diciendo que para mí es un sueño hecho realidad. Estar en el Zinemaldi supone cumplir el deseo que todo productor, realizador o técnico persigue. Estamos hablando de que es el primer festival de España y de que pisar esta alfombra roja resulta increíble. De hecho, estos días me siento como si soñara despierto.

¿Y qué vida va a tener la película después del certamen?

La película se estrenará en salas comerciales el 11 de octubre y, después, como Telefónica es patrocinadora, se podrá ver en Imagenio. Además, se difundirá en las televisiones que participan como productoras, casos de Televisión Española, que la emitirá, aunque no sabemos la fecha, y de France 3, que la difundirá en las tres regiones de los Pirineos: Aquitania, Midi- Pyrennées y Languedoc. A todo esto hay que sumarle el acuerdo que hay con Renfe, que la exhibirán en sus trenes de larga y media distancia durante un mes.