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Hijos de tierra fértil

CONCIERTO DE GREEN VALLEY

Fecha: sábado, 21 de junio. Lugar: sala Tótem, Atarrabia. Intérpretes: Green Valley, formación integrada por Ander Valverde, a la voz; Ander Larrea, a las guitarras; Juantxi Fernández, al bajo; Jonathan Sánchez, a los teclados; y Egoitz Uriarte, a la batería. Incidencias: presentación del CD Hijos de la tierra, enmarcado en la 2ª edición del Pangea Festival. Actuación de hora y ½ de duración, bises aparte. Asistencia aceptable, cientos de personas. Público mayoritariamente joven que se mostró muy participativo.

De manos de Green Valley, la ganja musicada vasco catalana por excelencia ardió con calor en Tótem, haciéndose el quinteto con la pasión de cuantos se acercaron hasta la conocida sala de Atarrabia.

Con nuevo CD en la guantera, el 4º, rico en letras de color verde esperanza y corte vitamínico; ante varios centenares de personas, la fiesta del reggae & dancehall que fue la actuación arrancó con una intro en la que el protagonismo fue para la guitarra eléctrica, haciendo acto de presencia acto seguido Valverde: referencial vocalista y, en el marco del Pangea Festival, encargado de activar la música en directo sin posibilidad de vuelta atrás: y así lo entendieron los presentes, un público que, zambulléndose en el plácido y a un tiempo revuelto caladero musicado creado, cantó, se contorneó al compás de las cadenciosas volutas musicales y botó, dejándose llevar por el genuino sabor de las canciones. Respecto a la concepción de las mismas, del reggae en general por parte de la banda, apuntaremos que sorprendió básicamente porque sus letras se nos antojasen más bien características del hip hop, buena prueba -por otra parte- del especial maridaje existente entre ambos estilos: según la banda de que se trate, primos hermanos más o menos cercanos o lejanos. Cercanos, muy cercanos en este caso. Siguiendo con más aspectos que sorprendieron, también lo hizo el que los vientos sonaran sampleados, siendo comprensible dicha decisión: principalmente en unos tiempos como estos, aunque, evidentemente, no sea lo mismo viajar con ellos que con su sonido solamente.

Así pues, muy bien Green Valley, iluminando con el fuego purificador de sus canciones la noche. Demostrando ir hacia arriba, siguiendo tal vez la estela de sus musicadas volutas: hijas sus composiciones de la tierra fértil felizmente abonada durante años por bandas como Potato, Jashta, Morodo o Rapsusklei -desde el prisma musical- y, desde el lado humano, a la vista del contenido reivindicativo de sus letras? Hijas de los presentes tiempos. Del convulso mundo en que vivimos, tratando de plantar con ellas semillas de corte esperanzador, dándolo así a entender con temas como Fuego purificador, La voz del pueblo, El río de la vida, Si no te tengo? (¿Cuáles quitar de esta lista a tenor de cómo fueron cantados? ¿Cuáles no?) El mensaje de la luz, Cuéntame o Los sueños, con la sala premiando el hacer del grupo con ruido ensordecedor.

Recompensando el buenísimo hacer de una banda que para arriba y subiendo, al igual que en su anterior visita, convenció.