Madrid. En Nueva York "el que no produce y no sobresale no se puede quedar, es expulsado", afirma en una entrevista con Efe, el artista navarro, que cree que la decisión de vivir en la Gran Manzana, que tomó en 2011, "ha sido fundamental" en su éxito.

"Se dieron una serie de circunstancias con vientos a favor para que se diera el éxito tan rápido, aunque al final, si trabajas, las cosas salen", justifica este escultor, al que algunos consideran el nuevo Chillida español.

Además de formar parte de esta exposición en Madrid, donde están los artistas españoles que más repercusión han tenido en la escultura contemporánea de la última década, el artista navarro exhibe en la Galería Marlborough de Barcelona una veintena de piezas con las que recorre sus dos últimos años de trabajo, bajo el título "Vibraciones de la materia".

Con una formación eminentemente pictórica tras licenciarse en Bellas Artes en la Universidad del País Vasco, a Rodríguez Caballero (Pamplona, 1970) la vida le ha llevado de "forma natural" a hacer creaciones en tres dimensiones desde que en 1998 se cruzó el metal en su camino para "hablar de conceptos específicos de la pintura".

"El primer momento en el que empiezo a doblar la chapa y a lijar, y cuando introduzco la curva dentro del metal, una especie de gesto orgánico con el inorgánico, ahí es cuando estalla en mi cabeza el concepto tridimensional y ya me considero escultor", confiesa.

Con "la luz y el material" como ejes centrales, su obra es una abstracción geométrica, una especie de reformulación que le cuesta describir, pero que define como una escultura "muy esencial, muy reduccionista y muy depurada", que requiere un "tiempo de contemplación" pero que a la vez funciona "con el primer golpe de vista".

"Desde la música -le encanta el jazz- , hasta un buen escaparate o tu propia relación con un vecino", una serie de circunstancias y contextos que se agitan, "como en una coctelera", con referentes culturales como Velázquez, Francis Bacon o el arte primitivo, y de donde surge el arranque de su obra.

Rodríguez Caballero concibe el trabajo como un "work in progress" (proceso) y a pesar de crear objetos, no tiene "ningún" cariño material "ni con las cosas, ni con el trabajo", le gusta el proceso y el desarrollo, la creación, de forma que cuando la pieza está acabada, él está ya "pensando en otras cosas".

A caballo entre Nueva York y Madrid ha encontrado el "equilibrio". Se levanta a las 5.30 de la mañana todos los días para poder compaginar el horario de su "loft" neoyorquino, donde tiene su estudio y donde reside, con el de Madrid, donde está la "artillería pesada", dedicada a la escultura monumental.

Aunque reconoce que ha "aprendido a hacerlo", no es un "animal social", no le gusta el "artisteo" y solo va a un evento si es de especial importancia.

Con quienes sí tiene una estrecha relación es con los coleccionistas de su obra, en su mayoría estadounidenses, con los que tiene que pasar mucho tiempo y llegan a crear un vínculo "muy especial": "Son protectores de tu trabajo, al final se crea un vínculo muy especial donde ambos aprendemos".

En la actualidad, el artista navarro está preparando la que será su gran exposición el próximo verano en España, ubicada en Pamplona y en la que incluirá un centenar de obras, repartidas entre el Edificio del Horno y el Pabellón de Mixtos, así como un grupo de esculturas monumentales que se instalarán en el Parque Amurallado de la Ciudadella.

Su filosofía es "Work hard, play hard" ("trabaja duro y disfruta a tope"), y hasta el momento parece que no le ha ido mal, del futuro solo espera "no sentir" que ha pasado "por la vida de puntillas".