Manterola: “Los puentes no son como los hijos, pero casi”
El ingeniero navarro inauguró ayer en Cádiz el segundo puente colgante más largo del mundo
cádiz - El Puente de la Constitución de 1812 es “la cumbre de todas las obras de ingeniería civil española hasta el momento”, según explicó Fernando Pedrazo, director de la infraestructura, que tiene cinco veces más acero que la Torre Eiffel de París. El presidente Mariano Rajoy y Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, fueron los encargados de inaugurar la obra. El ingeniero artífice del puente, el navarro Javier Manterola, destacó que “los puentes no son como los hijos, pero casi” y que se trata de una obra “como para estar orgulloso”.
Fernando Pedrazo presume de que la “inmensa mayoría” de esta infraestructura, inaugurada ayer en Cádiz, es “tecnología española”. La construcción de este gigante, de cinco kilómetros de longitud, 36,8 metros de anchura y 185 de altura, el segundo puente colgante más largo del mundo, ha sido llevada a cabo por Dragados (del grupo ACS), y han participado más de 200 firmas españolas, “proveedores y subcontratistas de máximo nivel” para afrontar “cálculos exhaustivos” como los que requiere la construcción de un puente.
Su participación en esta singular obra abrirá la puerta a estas compañías españolas a “grandes construcciones internacionales”, dado que muchas de las estructuras de este puente pueden considerarse “prototipos”, sin referencias en otras infraestructuras, según Pedrazo. En esta línea, Manterola señaló en declaraciones a Cadena Ser que “cuando uno está ocho años peleando por un puente, es como para estar orgulloso” y que “ha sido una suerte poder realizar un puente de semejante tamaño”.
La obra ha sido un reto en todos los aspectos, pero si hay alguno que destaca es la instalación del tramo desmontable, una pieza de 4.000 toneladas que tuvo que izarse desde una pontona situada en el mar hasta acoplarse, con precisión milimétrica, en su posición en el tablero, a 69 metros por encima del mar. “Izar cuatro mil toneladas es un reto a nivel mundial -asegura Pedrazo- pero afortunadamente conseguimos salvar ese hito”.
Asimismo, Manterola subrayó que uno de los máximos restos con las que se toparon fue el de la luz de 540 metros. “Tenía que ser de esa altura para que los barcos pudieran maniobrar cuando entraran en el puerto; es algo muy poco frecuente”, destacó.
Una complicada maniobra que, como el resto de los trabajos de esta obra, ha tenido que afrontar el viento característico y habitual de la zona. Para paliarlo se han instalado pantallas laterales de protección a lo largo de toda la infraestructura que poseen una altura de tres metros y permiten difundir el viento a su paso por el tablero y amortiguarlo. - D.N.