madrid - Mariza, la mujer que desde hace años cruza fronteras para encandilar con su voz incluso a públicos a priori tan ajenos al fado como el sueco, probablemente nunca llegó a pensar que el mundo que más le sorprendería sería el de la maternidad. “No recuerdo cómo era mi vida antes de tener a mi niño”, destaca. La artista de origen mozambiqueño recibió ayer una distinción en los premio Ondas, la primera que le otorgan en España, y aprovecha para promocionar su último disco de estudio, que llega cinco años después de Fado tradicional (2010) y siete tras el último, Tierra (2008).
La maternidad es la explicación al largo tiempo transcurrido entre esos discos (en 2014 publicó un grandes éxitos) y también la del título de esta nueva producción, Mundo (Warner Music), pues se trata -dice- de “una invitación a entrar” en esa vida nueva que arrancó desde que nació su primer hijo en 2011. Después de tanto tiempo sin grabar, cuando llegó al estudio madrileño de Javier Limón tenía 28 temas. “El problema ha sido elegir, porque había muchas cosas buenas”, cuenta. Sobre el productor de Lágrimas negras, un español, argumenta que “el fado es música y, si alguien entiende de música, es Javier, sobre todo de música del mundo”.
Desde que colaboraran en Tierra, se comprenden sin palabras. Entonces ella le “obligó” a viajar a Lisboa para “sentir el fado” y entender a esta mujer criada entre los barrios de Mouraria y Alfama, ya fuese recogiendo vasos o poniendo voz a sus veladas. “Ya no soy una cantante de fado de taberna. Lo fui, y si me ponen, lo hago, pero la forma cómo canto es producto de todo lo que ha pasado en mi vida y, si no siento algo, no lo consigo cantar”, cuenta Mariza.
Ayer recibió una mención especial en los Premios Ondas “por ser una de las artistas más importante del fado, que ha evolucionado y revolucionado el género, convirtiéndolo en un lenguaje universal, actuando en los principales teatros del mundo y convirtiéndose en una referencia para músicos como Bjork o Sting”. - Efe