El Perú de Castro Prieto
El Premio Nacional de Fotografía 2015 protagoniza en la Ciudadela una exposición con una treintena de imágenes en blanco y negro sobre sus viajes al país andino.
Juan Manuel Castro Prieto, Premio Nacional de Fotografía el año pasado, expone en el Pabellón de Mixtos de la Ciudadela su serie Perú, viaje al sol, una colección formada por una treintena de fotografías en blanco y negro realizadas en sus múltiples viajes al país andino. La muestra, que ya está abierta al público, se puede visitar hasta el 30 de octubre.
La directora de Cultura, Política Lingüística, Educación y Deporte, Maitena Muruzábal, y el fotógrafo presentaron ayer los detalles de una exposición que combina los primeros planos de hombres y mujeres, las composiciones grupales o la relación entre el paisaje y el ser humano. Unas imágenes que describen la realidad social, la realidad cotidiana, de un país que el autor admira y adora. Castro viajó a Perú por primera vez en 1990, recién inaugurado su laboratorio profesional de fotografía, para positivar en Cuzco copias de los trabajos de Martín Chambi, el gran maestro de la fotografía peruana. Tras terminar su trabajo, se reservó unos días para visitar y conocer un país que desde su infancia había sido protagonista de sus fantasías viajeras. El valle sagrado de los incas y Machu-Picchu fueron sus primeros contactos con los vestigios de una civilización mítica en la que Castro se ha convertido en un apasionado experto. La ceja de selva, la sierra, el altiplano andino, la selva amazónica o la costa, todas las regiones peruanas son los escenarios de este proyecto que le ha llevado en doce ocasiones a Perú y que concluyó en el año 2000.
Todos los personajes de sus fotografías rezuman evocaciones literarias como si formaran parte de una ficción no escrita en la que apenas podemos intuir el argumento. De las miles de imágenes tomadas emana siempre una atmósfera onírica, ya que el artista utiliza la realidad como boceto para representar sus sueños. Los paisajes, los retratos, los escenarios tienen el aroma mítico de los viajes imaginados, que concilian fantasía y realidad y que, como en este caso, cuentan con una poderosa impronta autobiográfica. Castro Prieto habló de este y de otros aspectos de su obra ayer en un encuentro que mantuvo con el público en Mixtos, donde la muestra podrá visitarse de martes a viernes de 18.30 a 21.00 horas; los sábados, de 12.00 a 14.00 y de 18.30 a 21.00 horas, y los domingos únicamente de 12.00 a 14.00 horas.
Origen autodidacta
1990, primer viaje a Perú
Economista de formación, Juan Manuel Castro Prieto se acerca a la fotografía en 1977 y, como la mayoría de los autores de su generación, lo hace de forma autodidacta. A comienzos de los años ochenta, ingresa en la Real Sociedad Fotográfica de Madrid donde conoce a Gerardo Vielba, Gabriel Cualladó, Paco Gómez y Juan Dolcet. En 1990 viajó a Cuzco, Perú, para hacer junto a Juan Manuel Díaz Burgos los positivos del maestro peruano Martín Chambi a partir de las placas de cristal originales.
Su obra ha sido objeto de numerosas exposiciones en España, Francia, Perú e incluso en Tokio (Japón). Entre ellas destacan Open Spain, Documentary Photography, itinerante por Estados Unidos y España en 1992; En Avión, en el Palais de Tokio de París también en 1992; El Perú de Vargas Llosa, en Alcalá de Henares e itinerante en 1995; Perú, viaje al sol, en París; Extraños, en Madrid e itinerante en 2003; Unique y Agua al desnudo, en 2004; Ten views. Contemporary Spanish Photography, en Tokio en 2005; Esperando al cargo, en Bilbao e itinerante en 2006; Etiopía, en Madrid en 2009; Paseo por el amor y la muerte y Sete, en 2011; Martín Chambi-Perú-CastroPrieto en Fuenlabrada (Madrid) en 2012; o Los paisajes de Don Quijote, en Toulon (Francia) en 2013.
El año pasado, Castro Prieto recibió el Premio Nacional de Fotografía que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. El jurado destacó “su notable aportación a la fotografía española en su contenido y estética, con unos trabajos que logran “construir imágenes que exploran las huellas latentes de la memoria. Su obra subraya aspectos oníricos y literarios de la vida cotidiana y escenarios lejanos, creando un universo propio y original”.