PAMPLONA. Por la mañana (12.00 horas), el que fuera gran bailarín y hoy es reputado maestro de danza mantendrá un encuentro con alumnos y con público en general. Junto a él, algunos de los bailarines de una compañía por la que siente un gran orgullo. “Es una exquisitez. Los bailarines van al milímetro para que el público se recree, y esto nos permite competir con compañías de todo el mundo”, dice, y le queda la espinita de que en España no se valore adecuadamente el talento artístico.
Llega al Museo Universidad de Navarra, cuyo escenario ya pudo ver cuando se estaba gestando.
-Exactamente, lo vi cuando estaba en obras y ya me pareció un escenario precioso en un sitio emblemático. Estoy contento de poder venir.
Vamos a poder ver Tierra Madre y Pastoral, dos piezas del repertorio de la compañía recuperadas este año. ¿Por qué decidió volver a ponerlas en escena?
-Porque en su día tuvieron mucho éxito, las dos son de distinta época, pero fueron un puntal de la compañía y es bueno que el público pueda volver a verlas o incluso descubrirlas. Hay que tener en cuenta que los espectadores más jóvenes no las han visto. Estas son pequeñas joyas que tienes ahí y que tienes que sacarlas. Hemos estado haciéndolas durante tres semanas en los Teatros del Canal y, además de nuestros seguidores, había muchas personas que estaban empezando a ver danza ahora y las dos obras les han encantado. La verdad es que son espectaculares. Tierra Madre habla de una tribu lapona, es muy terrenal, tiene una música preciosa y Pastoral es una pieza muy etérea, espiritual. Va sobre la vida misma. Empieza con la infancia, sigue con la pubertad, luego viene la vejez y después se produce un caos total donde todos perecen y van a un mundo mejor. Es de una belleza impresionante. En el escenario hay un espejo en el que se reflejan los bailarines... En definitiva, es la rueda de la vida, el eterno samsara.
Tierra Madre es la más antigua de las dos. Se estrenó en 1992 y fue la primera coreografía de Eduardo Lao para la compañía, así que seguramente por eso es más especial.
-A Eduardo siempre se le dio bien la coreografía, bueno, en realidad se le da bien todo (ríe). Por ejemplo, es un gran fotógrafo. Coreográficamente tiene un don, es muy musical y un magnífico director. Con Tierra Madre pasa que el público tiene ganas de levantarse en medio de la función y ponerse a bailar (ríe). Es una coreografía muy vigente, con la crisis también hay que hacer obras del repertorio, no podemos estar todo el tiempo creando cosas nuevas, pero ya digo que esta obra es muy actual. Te envuelve.
¿Qué ha significado Eduardo Lao para el Ballet Víctor Ullate?
-Eduardo fue mi primer alumno. Comenzó un poco mayor a bailar, a los 18 años, pero cuando se puso empezaba a las diez de la mañana y terminaba a las diez de la noche. Quiso recuperar el tiempo perdido y lo consiguió. Ya en sus últimos años de estudiante me ayudaba en las clases para niños. Luego fue primer bailarín de la compañía, magnífico, y siempre me ayudaba en los ensayos. Se hizo cargo de la compañía cuando yo tuve los infartos, en 2001, y me planteé dejar la compañía. Me quedé tocado psicológicamente y pasé mucho tiempo con miedos, lógicamente. Ya entonces le nombré director adjunto con el fin de que pudiese seguir cuando yo no estuviera. Así hasta ahora, porque yo me dedico a muchas cosas, hago coreografías, estoy con mi escuela, con mi fundación... Eduardo es mucho más que un amigo, forma parte de mí.
Hablemos de Pastoral, que creo que es una pieza muy íntima para Víctor Ullate. Contiene nada menos que dos homenajes.
-Sí, y por eso Pastoral es una coreografía que me encanta. Tiene un gran contenido sentimental, yo hago los ballets por empujes, por sensaciones, por sentimientos y este fue muy fuerte porque acababa de morir una persona muy allegada a la que quise siempre. Se llamaba Ángela del Moral, era una bailarina del Ballet de Antonio y sentí un gran amor platónico por ella. Murió súbitamente y me quedé muy tocado, así que pensé en expresarle todo mi amor con esta coreografía. Llevaba tiempo queriendo hacer algo con la Pastoral de Beethoven, pero no encontraba un argumento, hasta que pasó lo de Ángela y me pareció bonito recordar esos años. El primer movimiento se inspira en aquellos tiempos en que íbamos cargados con las maletas de un lado a otro. El segundo es la pubertad, un despertar al amor espiritual; este paso a dos aún me pone los pelos de punta. El tercero muestra el paso de los años, cómo las personas siguen viviendo e ilusionadas, hasta que llega un caos total, la música es una especie de huracán con el que todos perecen y despiertan, en el último movimiento, en un mundo que todos esperamos que sea maravilloso, sin odio, sin guerras... Como un sueño.
Se nota que está contento de haberla recuperado.
Cada vez que veo esta obra me enternece, se me encoge el corazón. Y ya quedará para los restos. Nuestro repertorio tiene piezas que han gustado muchísimo al público, como Wonderland o Samsara y otras que han conseguido que haya gente que se haga adicta a la danza. A Madrid viene a vernos público de toda España y también del extranjero.
Pastoral también recuerda a su maestro, el gran Maurice Béjart.
-Cuando estaba creando el cuarto movimiento me dieron la noticia de su muerte. Me fui a Lausanne y al regreso, aún con la lágrima puesta, lo hice pensando en él y en todos los seres queridos que están en un mundo que todos esperamos que exista.
En las dos piezas y, como siempre en el caso de su compañía, todos los detalles están cuidados. Luz, vestuario, escenografía...
-Sí, sí, por supuesto. En este caso, las luces son de Nicolás Fischtel; la escenografía, de Paco Azorín, y los trajes son de Ikerne Giménez con algo que he puesto de mi cosecha también. Y espero que al público le gusten. Tengo un gran cariño a Pamplona, de hecho mi familia paterna es navarra y mis veranos de infancia siempre los pasaba en Murchante, Cascante, Monteagudo...
También ha rescatado El amor brujo.
-Sí, acabamos de venir de Zaragoza, mi tierra, donde hemos tenido un éxito tremendo. Mis paisanos se volvían locos y me dieron una grandísima ovación los dos días. No suelo leer las críticas, pero hoy (por el lunes) me han pasado esta, la he leído y veo que hemos vuelto a dejar el pabellón bien alto (ríe). La obra tiene partes muy bonitas, hay algunas de la versión anterior -estrenada en 1994-, pero también hay elementos totalmente nuevos que he vuelto a crear con la tecnología actual. Antes usábamos telones y ahora, proyecciones. Ha quedado un espectáculo muy rotundo. Estoy muy orgulloso y Marlen Fuerte y Josué Ullate, mi hijo, hacen una pareja muy bonita.
Siempre exhibe el orgullo que siente por sus bailarines.
-Claro, es que son excelentes. Siempre se nombra más a los que están fuera de España, por ejemplo a Tamara Rojo o a Lucía Lacarra, pero cuando estaban aquí no se hablaba de ellas. Es una pena porque eso hace que los bailarines quieran salir para hacerse un nombre. Esto no ocurre en Inglaterra, donde tienen el Royal Ballet y el National Ballet; ni en Francia, donde está la Ópera de París, o en Italia, con La Scala de Milán. En estos países, los bailarines tienen su gran casa, su teatro nacional, pero aquí... Nuestra compañía está en los Teatros del Canal, pero mis bailarines no son titulares de ese teatro. Todos esos países hacen que sus bailarines sean potentes y sean conocidos en el mundo entero; el nuestro no.
¿Tenemos el talento artístico, pero falta la voluntad política?
-Exacto. Y también falta la educación en danza. Aquí todo se enfoca al fútbol, no al deporte, al fútbol. Hay que ser futbolero si quieres ganar dinero, ser famoso... Fútbol, fútbol, fútbol. Un horror, no se habla de otra cosa, como si no tuviéramos más que futbolistas en este país. Me da rabia y pena. Los colegios deberían hacer que los alumnos vayan a ver espectáculos, ya sean de un tipo o de otro, para que se sensibilicen y no se rían porque un niño hace danza o música. No hay que hacer cafres de nuestros hijos.
¿De alguna manera, es lo que intenta con su fundación, ayudar a que niños sin recursos puedan bailar?
-Cuando estaba en la mesa de operaciones a raíz de mis infartos, pensé en que me iba a morir sin haber cumplido mi sueño, que era crear una fundación para ayudar a niños que quieran bailar y no tengan medios. Ahora tenemos unos 40 niños y mi gran sueño es hacer una gran casa donde puedan comer, estudiar y vivir. Todos los años voy por centros de acogida a ver si hay niños que quieren bailar. Son niños muy sensibles, pero a la vez muy difíciles, y quiero que logren lo que yo he logrando con la danza, ser feliz y olvidarte de todo cuando estás bailando. La danza es muy generosa, si tú le das, recibirás un montón de ella. Es un lenguaje universal, no necesitas hablar otro idioma.
Fecha, hora y lugar. Hoy, a las 19.30 horas, en el Museo Universidad de Navarra. Entradas agotadas.
Bailarines. Ksenia Abbazova, Leyre Castresana, Elena Diéguez, Marlen Fuerte, Martina Giuffrida, Lorena Kesseler, Kana Nishiue, Keiko Oishi, Samantha Vottari, Kara Zimmerman.
Bailarines. Dorian Acosta, Lorenzo Agramonte, Gianluca Battaglia, José Becerra, Alejandro Bretones, Mariano Cardano, Daniel Castillo, Fernando Carratalá, Yanier Gómez, Cristian Oliveri, Josué Ullate.
Aspirantes. Nora Peinador y Daniel Pacheco.
Coreografía. Eduardo Lao.
Música. Mari Boine Perssen.‘Pastoral’
Coreografía. Víctor Ullate.
Música. Ludwig van Beethoven.
bailarín, creador, profesor
Larga trayectoria. Víctor Ullate ha sido el bailarín español con mayor proyección internacional. Ha dedicado toda su carrera a la interpretación, la creación y la educación. Comenzó con la formación de bailarines en 1983 y puso en marcha en 1988 la primera compañía privada de danza en el Estado. En 2000 creó la Fundación para la Danza Víctor Ullate para promocionar el ballet clásico en todas sus facetas y formar bailarines con escasos recursos económicos. En 1989 obtuvo el Premio Nacional de Danza y en 1996, la Medalla de Oro de las Bellas Artes. En 2003 recibió el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en la modalidad de Danza, el Premio Autor-Autor en 2007, el Premio MAX de Honor en el año 2008 y el Premio MAX 2011 por Wonderland, como mejor espectáculo de danza. En 2014 fue nombrado Miembro de Honor de la Academia de las Artes Escénicas y este año le condecoraron con la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.