“Últimamente la política me aburre soberanamente. Me carga”
El historietista navarro compartirá hoy con el público (19.30 horas, Sala de Armas de Ciudadela) su experiencia con el reto que le ocupa: llevar la esencia de Pío Baroja al cómic
pamplona - Pío Baroja le “cautiva a cada línea”, y se ha atrevido con él. Ernesto Murillo Simónides es un hombre de retos, y el que afronta ahora es ambicioso: la adaptación al cómic de uno de los 22 tomos de las Memorias de un hombre de acción, en las que Baroja repasa la historia de la España del siglo XIX. Este proyecto, del que el VII Salón del Cómic de Navarra exhibe 40 páginas en la Ciudadela, centra ahora la energía creadora del dibujante navarro, quien se reconoce “aburrido” de la política y aboga por “buscar el optimismo” y luchar contra la alienación cotidiana.
¿Qué le cautivó de las Memorias de un hombre de acción?
-Por lo general de Baroja me gusta todo lo que he leído. Me cautiva a cada línea. Siempre da algo que te hace seguir. Te marca un ritmo muy bonito. En el caso de esta obra, es una especie de Episodios nacionales, aunque solo en cierta medida porque Galdós y Baroja son autores muy distintos; y lo que hace es repasar buena parte de la historia de España del siglo XIX, y se ve claramente que en muchas cosas España sigue siendo el mismo país.
¿En qué?
-En las camarillas que hay en torno al poder que siempre se están repartiendo el pastel y traicionándose y haciendo la barbaridad que haga falta para prevalecer y mandar ellos.
En eso no hemos avanzado nada.
-No, no. Pero nada, nada.
Y en todo esto, ¿qué pinta la cultura? ¿O qué papel debería jugar?
-Bueno, la cultura no es la política. No es una cosa que se pueda encasillar claramente en izquierdas o derechas.
Pero la política ejerce el poder de marginar a la cultura.
-Sí. Siempre hay una censura de la cultura por parte del poder, aunque sea indirecta. Vamos, las instituciones subvencionan a quien quieren; claro, ahí ya hay un filtro.
Lo más triste es que desde el poder, o desde este sistema que nos ata demasiado a vivir para producir y consumir, nos quiten las ganas de reflexionar, de ser críticos...
-Sí, eso es lo peor. Esa alienación es lo que es necesario vencer. ¿Qué es mejor, tener una visión pesimista o tener una visión optimista? Para mí el optimismo es necesario, pero claro, hay que buscarlo. El pesimismo desde luego no lleva nunca a ningún lado. Parece mentira que hablando de Baroja reivindique el optismismo (ríe), pero bueno...
Agitador, liberal, masón, espía, provocador? ¿Se reconoce en alguna faceta de Eugenio Aviraneta?
-No. No me reconozco. Yo soy mucho más ingenuo.
Lejos quedan esos inicios del TMEO gestados en una bajera de Pamplona, cuando todavía no existían los ordenadores y tenían que hacer la selección de colores manual, con rotuladores. ¿De esa época hay algo que le gustaría rescatar, o que le gustaría no perder?
-Esa época sobre todo para mí fue bonita porque había un objetivo. Un objetivo que compartía mucha gente, que era hacer una revista aquí. Y eso sí que es una postura animosa. Pero los años pasan y la vida cambia...
Reunirse en una bajera para crear historias sería hoy, con la pasividad y la alienación que reinan, algo muy subversivo, ¿no cree?
-Bueno, yo creo que ahora mismo muchas revistas estarán en una situación parecida. Y que hay gente joven que tiene ganas. Bueno, ganas yo también tengo, pero es distinta la juventud. En la juventud te tienes que labrar tu camino y buscar tus espacios. Eso era lo bonito de aquella época del TMEO, se trataba de buscarnos nuestro espacio.
Aunque vive en Vitoria, ¿cómo ve la situación de la cultura hoy en Navarra en comparación con aquella época?
-Pues no lo sé, porque es que no la veo. Vivo en Vitoria y lo de Pamplona no lo veo. Hombre, lo que veo es que hay muchas más cosas que antes, iniciativas oficiales, también hay más infraestructura, y eso siempre está bien.
Tengo que preguntarle por la polémica en torno a la “censura” que denuncia la revista satírica ‘H28’ en el Salón del Cómic de Navarra.
-Es que desconozco totalmente el tema, no sé por qué ha sido el problema, no he visto el fanzine...
¿Pero todo vale o hay límites en la libertad de expresión?
-No todos los casos son iguales... Hombre, el provocar por provocar puede estar bien en según qué situaciones. Pero a mí, personalmente, no es un camino que ahora me interese.
¿Qué piensa de todo lo que ocurre con la revista Charlie Hebdo?
-Por ejemplo, las polémicas que hubo por las caricaturas sobre la caída del avión ruso me recuerdan a un accidente que hubo hace muchísimos años en Francia. Había un eslogan publicitario de Air France que decía: Vuele en Air France y comerá bien. Y a raíz de aquel accidente, una revista satírica francesa, Hara-Kiri, hizo una caricatura con todo muertos en los Alpes entre la nieve con patas de pollo, cangrejos, langostas... Y no sé si eso tuvo alguna repercusión o algo pero a mí me pareció bastante gracioso. Y esto otro lo veo parecido. A ver... porque no lo veo tan grave. Si al final un país tiene que cuidar sus líneas aéreas... En este país está todo el mundo deseando tirarse al cuello de quien sea, con cualquier pretexto. ¿Las víctimas? ¿Por qué se tienen que sentir ofendidos los parientes de las víctimas? No veo por qué, porque no está riéndose de ningún muerto en concreto, está expresando una situación. En concreto, yo lo que veo es mucho, mucho, mucho cainismo; aquí en cuanto alguien hace la cosa más inofensiva le buscan tres pies, y si le buscas tres pies al gato todo es horrible, todo se convierte en blasfemia, falta de respeto, insolidaridad... no sé, que dejen a la gente un poco tranquila.
¿Y las caricaturas del terremoto en Italia? Las víctimas se han querellado contra Charlie Hebdo...
-Pues no sé... Me parece exagerado, porque cada cosa es cada cosa. Una cosa es una revista de humor y otra cosa es un terremoto en Italia. Y la revista lo hace pues con más o menos acierto... No sé, diariamente estamos viendo en la televisión unas colecciones de chistes obscenos horribles y nadie dice nada. Estamos viendo y se están promocionando unos comportamientos horrorosos y nadie dice nada. Y sin embargo de repente saltan las feministas porque se le ve una teta a no sé quién... A veces todo me parece un poco ridículo.
Ha pasado temporadas más interesado que otras por los temas políticos, otras harto de hablar de lo que nos hablan todos los días los periódicos. Y ahora, ¿en qué momento se encuentra? ¿Qué le interesa al Simónides dibujante?
-Ahora lo que me interesa es acabar la historieta de Pío Baroja, y si alguien la lee y se anima a leerse todas la serie de las Memorias de un hombre de acción, objetivo conseguido.
En el estancamiento político que vivimos en España en estos momentos, ¿hay cabida para el sentido del humor, o no tiene ninguna gracia?
-Supongo que sí, lo que pasa es que te juro que la política últimamente me está aburriendo soberanamente. Me carga. ¿Gracia? Sí, pues son graciosos muchas veces. Parece una comedieta. Es triste porque parece una comedieta pero no lo es. Lo que hay detrás... estamos hablando de las condiciones de vida de la gente.
Podría recuperar a su personaje el Zestas atracando hoy bancos en lugar de gasolineras?
-(Ríe). Sí... Aunque supongo que seguirá siendo más fácil atracar una gasolinera.
¿No cree que la sátira y la acidez se han comercializado? En televisión se han vuelto productos de consumo. ¿El capitalismo ha engullido toda esperanza de cambio?
-Lo engulle todo, y la sátira que por lo general se hace en la televisión me parece bastante zafia y que tira a lo fácil. Y no digo zafia por soez, que también; digo zafia porque se queda solo con lo exterior. Y el buen humor no es solo la patochada.
¿Cuánto peso tiene en su proceso creador el estado de ánimo de cada momento?
-Mucho. (Silencio) Mucho.
“Hago lo que me da la gana y ya está. Lo hago para mí y para mis amigos, que al final son los que se lo van a comprar. No aspiro a que me lea mucha gente”, ha dicho en alguna ocasión. ¿Sigue vivo ese espíritu en Simónides?
-Sí. Hombre, por aspirar, por supuesto cuanta más gente me lea, yo lo prefiero. Pero eso es cosa del lector. El lector se busca lo que le gusta. Y es que hay un punto en que yo soy mi gente cercana... Aunque mi gente cercana no creas que suele leer muchos cómics (ríe)... Por supuesto que tú tienes que estar a gusto como creador con lo que estás haciendo, y tienes que intentar sobre todo ser honesto, contar lo tuyo, no mistificar, no disfrazar... pero eso supongo que es un problema común a cualquier artista.
Un artista me dijo una vez que creaba obras para que le quisieran...
-Al final eso puede ser una ironía (ríe), porque para que te quieran algunos significa igual que otros te odian. ¿Para que te quiera quién? ¿Los que quieres tú, no?
Es un objetivo y un deseo muy humano, que te quieran, ¿no?
-Claro, todos lo buscamos. Pero fuera de tu familia y tus amigos hay otras facetas, la vida tiene esa otra parte exterior que es como un mar encrespado a veces. Y estamos también muy acostumbrados a defendernos como sea. Es algo que nos han inculcado siempre.
No nos han inculcado el conocernos y el ser honestos con nosotros mismos, sino el defendernos.
-Defendernos e imponernos.
Si nos divirtiéramos más irían mejor las cosas, ¿no cree?
-Eso seguro.
Recomiende un libro que le haya divertido últimamente.
-Mira, te voy a hablar de un cómic: Rosalie Blum, de Camille Jourdy. Es una historia fabulosa y divertida, hecha con muchas ganas, sobre gente aparentemente muy común, y el dibujo es una delicia. Y te hablo de otro cómic y ya hacemos propaganda (ríe): Castilla Drive, de Anthony Pastor; es de otro estilo, no es de humor pero tampoco dramático.
Ha recordado antes el objetivo que tenía en los inicios del TMEO... Pero seguirá teniendo retos como dibujante. ¿Los retos son el motor?
-Sí, sí, ahí has acertado; necesito montarme retos. Y la historia de Baroja ha sido un reto, porque no había hecho en mi vida nada de género, no tenía ni idea de uniformes, de caballos... y ha sido, buf, algo terrible. Nunca, nunca había hecho nada de época. Y enfrentarte a algo para lo que no tienes todos los medios... pues te vuelves un poco loco; he repetido mucho... pero bueno, ahí voy...
¿Arrancar una sonrisa cómplice es la mejor recompensa del historietista?
-Hombre, que a alguien le guste, sí. No diría la mejor, pero es una.
¿Y la mejor?
-Que se lea mucho.
Lugar y año de nacimiento. Murchante, 1952.
Trayectoria. Empezó a finales de los 70 en la revista Star y el fanzine El Huerto. En 1982, con Juanma Torrens, Jokin Larrea, el Txapas, J.J. Txas y otros fundó el TMEO en Pamplona. Sus trabajos han aparecido en Euskadi Sioux, El Víbora, Makoki, Harakiri, Habekomik, TMEO y Ardi Beltza, y en los diarios Egin, Navarra Hoy y Gara.
Dos facetas. Simónides es “el mismo” pintando que dibujando, aunque, reconoce, “son dos medios muy distintos y difíciles de compaginar. Ando por meses, no suelo pintar y dibujar a la vez”.
Ahora, Baroja. El protagonista de la historia que ocupa ahora a Simónides -El escuadrón del brigante- es Eugenio Aviraneta, a quien el dibujante define como “agitador profesional: liberal, masón, miliciano, espía y agente provocador. Dispuesto a tirar de sable siempre que la ocasión lo requiera. Está basado en un pariente del propio Pío Baroja que fue todo eso en su tiempo”, cuenta.
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