¿Qué queda cuando algo alguien se va? Una silla vacía vacía, los resquicios de una fragancia que desaparece, el eco de su voz en una taza sin lavar... Pero también la risa. La que se esconde discreta detrás del dolor. Y la que regresa con cada recuerdo; con cada anécdota graciosa que haya sido vivida, con las bromas, con la simple compañía de estar cerca de un ser querido. De pronto, lo ridículo se cuela entre las lágrimas y alivia el dolor de la pérdida. Poco a poco, surge una sonrisa clandestina –a tientas– que se configura como una grieta de la que a veces se aprovecha el teatro del humor. Que sana mucho y no olvida, pero ayuda a recordar sin dolor.

Y Leticia Sagüés Lacasa (Pamplona, 15 de abril de 1963) sabe mucho de esto porque las tablas le salvaron de la muerte de su marido –a causa de ELA–, su hermano, su madre... De esta forma, canalizó su dolor a través de la comedia Descanse en paz... ¡quien pueda!, una obra escrita y dirigida por la autora y en el que participa el grupo Teatro Espontáneo, conformado por madres de alumnos y alumnas del IES Plaza de la Cruz, que se encuentra bajo la dirección de Kico Alba García de Dios y con la colaboración de Ibon Soteras Mancho como técnico.

La recaudación de su próximo pase –que tendrá lugar el sábado a las 19.30 horas en el salón de actos del propio instituto y cuya entrada costará 10 euros; las entradas se pueden adquirir en la sede de Goizargi entre las 9.00 y las 15.00 horas o en la propia entrada al teatro– irá completamente destinada a los fondos sociales de la Asociación de Familias y Amigos en Duelo Goizargi, entidad que trabaja con personas que deben aceptar y gestionar su proceso de duelo como consecuencia del fallecimiento de un ser querido.

Una herramienta para superar el duelo

Vinieron a ver la obra y les encajó como herramienta que poder utilizar para ayudar a superar ese duelo”, explica Sagüés. De esta manera, la obra comienza en un espacio ambiguo –quizás un sanatorio, un lugar de estancia temporal o un cementerio– en el que los personajes se encuentran bajo anomalías causadas por cuestiones que no han sido resueltas –asuntos pendientes– y que deberán solucionar para pasar al siguiente nivel y vivir en paz. “Tuve que atravesar duelos muy seguidos, así que con esta pieza pretendía hacer una reflexión sobre la muerte, sobre lo bonito que fue que mi marido se fuera dejándonos tan en paz. Sin reproches y sin nada que resolver. Fue como un regalo y quise hablar sobre cómo poder llevar la vida. Pero no siempre es así, así que pensé que todo se resuelve a través del humor porque ya estoy legitimada a reírme de la muerte”, apunta entre carcajadas.

Leti pensó desde el principio en que la producción tenía que contar con siete personajes, las siete integrantes del grupo de teatro. Pero se produjo una baja y Raquel García Salaberri ocupó su puesto con mucha soltura; en gran parte, porque la directora tenía las ideas muy claras y tuvieron clases de expresión corporal. “En cuanto lo leí, vi que era una idea descabellada que se alejaba de todo el teatro que había hecho, pero confié en Leti y en el amor con el que ella había escrito la obra. Creo que la obra puede aportar mucho cuando estás en un proceso de duelo más adelantado, cuando estás algo menos herido. Te aporta un respiro con el humor”, asegura.

Por su parte, Isabel Olaz Isturiz –también actriz– añade que la comedia la pueden disfrutar aquellas que han perdido a un ser querido, pero también el “resto del mundo”. “Para que se pierda el miedo a hablar de la muerte en otro tono que no te lleve a la tristeza o a la melancolía, sino a la risa. Aparte, todos vamos a pasar un duelo en algún momento de nuestra vida”. En ese sentido, la obra también hace reflexionar al espectador “sobre las cosas que uno quiere hacer antes de morir o antes de que un ser querido fallezca”, comenta Kico.

La historia no termina ahí

Una de las escenas de ‘Descanse en paz... ¡quien pueda!’. Cedida

Cuando Leti se imaginó los primeros diálogos, pensó en las muertes repentinas. En todas las personas de las que no se pudieron despedir, en las cuentas pendientes y en la impotencia de no poder hacer nada. “Pero vuestra historia no termina ahí. Puedes reconciliarte con esa persona porque lo estás haciendo contigo. No puedes quedarte estancada por una idea que no se puede resolver. Y creo que es importante poder recuperar la relación con quienes ya no están si hablas de ellos o si les recuerdas”, explica Leti.

Y, así como en el espectador puede provocar diferentes reflexiones, las propias actrices se enfrentan a la ausencia desde sus experiencias. Isabel también ha perdido a sus padres, a su tío, a sus abuelas... y no hay día que no piense en ellas. “Y me acompañan en las pequeñas cosas que se han quedado pendientes y que me dan mucha tranquilidad”, expresa. “La obra te abre la puerta de poder terminar conversaciones; te enseña que no es el final. Y eso te alivia porque sigues manteniendo viva a esa persona”, agrega Raquel.

Sara Ancín, responsable de sensibilización y área social de Goizargi, también reconoce que “si no te puedes despedir en vida, lo puedes hacer después. Solo hay que buscar el cómo, y a veces cuesta verlo. Desde Goizargi queremos tratar la muerte como una de las pocas certezas que hay y normalizarla. Hay dolor, pero no puede haber miedo. Y que exista una obra que pueda romper los tabúes es precioso. Porque el humor es una de las grandes herramientas en el proceso de duelo”.

De esta manera, Descanse en paz... ¡quien pueda! surgió de una pérdida, de una ausencia y un dolor, pero se convirtió en un tratado cómico sobre el duelo, en el que se entiende la muerte como trascendencia y no como fin. La fuerza del teatro convierte las lágrimas en sonrisas, las que llegan después de una obra que es un abrazo, un consuelo y un bonito recuerdo de los que ya no están.