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Aitor Gorosabel: “Un tema es bueno si transmite, aunque no tenga distorsión y toques el triángulo”

El Gayarre, sí, el teatro, acogerá este viernes la presentación del nuevo proyecto de SuTaGar, ‘Maitasunari pasioa’. La cita, a las 20.00 horas

Aitor Gorosabel: “Un tema es bueno si transmite, aunque no tenga distorsión y toques el triángulo”

pamplona - SuTaGar ha sorprendido a propios y extraños marcándose un disco, Maitasunari pasioa, pegado a una gira de teatros, en el que la distorsión casi pasa a un segundo plano mientras que las acústicas y los teclados cobran protagonismo. Pero que nadie se llame a engaño, este no es el típico disco moñas, está cargado de sentimiento, sí, pero con una fuerza desgarradora. Rock y metal de verdad, en esencia.

Aunque las entradas están agotadas, en taquilla saldrán a la venta otras 60, de visión reducida, el mismo día del concierto; una actuación que hace la número 1.000 de la banda. Aitor Gorosabel da buena cuenta de su nueva aventura.

Maitasunari pasioa... ¿hasta los más heavies tienen su corazoncito?

-Los que sienten el metal tiene un corazón más grande que Ricardo Corazón de León; los que lo sienten de verdad lo hacen con mucha intensidad.

Y por si fuera poco el cambio que se produce al combinar eléctricas y acústicas, el disco arranca rapeando...

-Es una buena observación que me pilla de sorpresa. La razón no la sé. Ezer pasiorik gabe también tiene una parte rapeada. Yo creo que es un mezcla entre la intención de darle otro color, hacerla más actual y porque la canción me lo pedía. En cierto modo es una forma de abrir el abanico musical todavía más, saliéndonos un poco de los cánones, ya que si uno sigue nuestra trayectoria se dará cuenta de que tenemos unos cuantos temas que se salen de lo que es estrictamente el metal. El rap es una manera de cantar, hablar y recitar que le da un color diferente.

¿Esta carta (el diseño del disco que se asemeja a una misiva postal de antaño), va más dirigida a la mente o al corazón de las personas?

-A las dos cosas a la vez, están unidas. No sé si existe un corazón sin mente o una mente sin corazón. Cuando transmites sentimientos, están dirigidos a ambos: sin mente, el corazón no puede sentir, y la mente, sin corazón no puede entender. Son canciones que intentan llegar al corazón pero para eso necesitan pasar por la mente, porque las tienes que entender.

¿Qué ha sido lo más difícil de esta reinvención, atreverse a dar el paso o la reinvención en sí misma?

-Creo que no nos hemos reinventado, simplemente hemos hecho un disco con esas baladas que siempre aparecían de forma puntual en nuestros discos. El hecho de hacer un compacto entero así, sí tiene su dificultad, porque ideas ha habido mil y luego tienes que elegir... y te entran dudas, porque haces Sumendian Sutan y te preguntas si el álbum tendría que ir por ese camino más cañero, que es lo que más te estaba poniendo en ese momento. Creo que ha sido más difícil hacer todo el álbum en este estilo que el hecho de dar el paso, porque, como decía, en nuestra carrera siempre hemos tenido matices diferentes, ya que Zure albotik urrun banago, por ejemplo,es una canción que un grupo metalero no sacaría nunca, o el Errepidean galdurik, que es un ska. Si nos gusta una canción y creemos que tiene su sitio, la hacemos, y punto. Intentas ser fiel a lo que más te gusta, pero, precisamente por eso, en determinados momentos lo que más te gusta son otras cosas. El atrevernos a sacar un disco así, electroacústico no nos ha dado miedo, es algo diferente pero no un cambio de estilo, es algo puntual que el interior nos lo ha pedido. Y, por otra parte, tampoco esto nace de una necesidad de hacer algo diferente pero que parte de una pequeña demanda que sentíamos por parte de la gente. Al público más integrista igual no le mola, pero la música es universal, y los estilos sirven para estar integrados en grupos que visten como tú, es un poco tontería. A mí no me gusta todo el metal que se hace ni solo me gusta el metal, eso significaría cerrarse.

Si miramos el álbum en su conjunto, como proyecto, además de la temática, ¿es la demostración de que para hacer rock no necesitas tener los amplis subidos al 11 en modo ‘spinal tap’ ni la distorsión, como sucede en Zoramena

-Nosotros de experimentos musicales no sabemos mucho: sabemos de guitarra eléctrica, acústica, voz, bajo, batería y piano, somos súper básicos. Yo, ahora mismo, estaba escuchando un punteo de Queen, del año catapún, y me decía: “Pero, este solo, si está procesado. Pero el Brian May este, ¡cómo cojones ha hecho esto!”. Nosotros somos súper básicos y con eso nos adaptamos a lo que podemos hacer. Y en cuanto al volumen, yo canto más fácil con un poco más de volumen pero eso es por mis limitaciones vocales. Al final, una canción es buena aunque toques el triángulo y la pandereta, es independiente del tipo de sonido, lo importante es lo que transmita, no depende de la distorsión. Hombre, si hay buen sonido y volumen, igual te metes más en la música. Pero para hacer canciones no hace falta subir a tope el ampli ni meter la distorsión, fíjate lo que hacía Paco de Lucía.

En cualquier caso, hablamos de once canciones, ¿de qué forma y con qué repertorio se completa el espectáculo? ¿Entrarán los clásicos?

-Hay un poco de todo, aunque no voy a desvelar lo que vamos a tocar. Pero, a rasgos generales, es un repaso al último trabajo, ya que de once temas tocamos nueve. Por otra parte, rescatamos las canciones de otros discos que son más tranquilas y que habitualmente no tocamos. Esa es la base, a lo que sumamos algunos clásicos.

En otro orden de cosas, si algo tiene este disco, es voluntad, y concretamente por tu parte, ya que has superado numerosas dificultades, entre problemas de salud y accidentes domésticos... Era como si el destino no quisiera que lo grabarais.

-Ya, hostia, ha costado... El rollo creativo, en el sentido de hacer todo baladas, no fue fácil, porque hacer un disco así, con el que me sintiera bien, costó; de hecho tengo un montón de bocetos grabados, y la elección fue una locura. Pero luego llegó la grabación, y me diagnosticaron un quiste a principios de 2016, por lo que decidimos grabarlo antes de que me operaran, pero pillé una infección y no pude meter las voces, así que tuvimos que aplazar hasta después de la operación, que fue marzo, por lo que hasta septiembre no podía volver al estudio, lo que hizo que el disco se retrasara de primavera a otoño. Y ya cuando empiezo a cantar en julio, el día 18 de ese mes voy y me corto el dedo, así que menos mal que ya teníamos la parte instrumental grabada. Paramos el álbum de nuevo, grabé las voces posteriormente con la mano escayolada, y contamos con Aitor Losada, de Ermua , como guitarrista para algunos bolos, que era un rodie que acabábamos de pillar, por lo que, a pesar de todo, hemos tenido una suerte del copón. Mucha angustia, pero ya me estoy recuperando y aunque no estoy al 100% con el dedo, me apaño. Lo bueno es que el álbum está teniendo muy buena aceptación y los directos también con el Arriaga petao, Ermua y Andoain también... Digamos que ha pasado la fase mala y llega la buena.

En este sentido, ¿cómo se siente SuTaGar en un teatro y cómo lo está viviendo el público, acostumbrado a ver vuestros conciertos de otra forma?

-Nosotros estamos flipados. En el primer bolo, en Andoain, tocamos Zoramena la primera, y la sensación era rara, ya que empezamos sin distorsión... Y, de repente, acabamos la canción, y una ovación increíble. En ese momento es cuando empiezas a creerte lo que estás haciendo. Es diferente porque no hay ruido, no hay movimiento, no hay galimbas, hay más atención al escenario, la gente habla menos, al acabar las canciones la gente aplaude a saco y luego se hace un silencio brutal. Es una sensación rara pero súper buena; es una situación más agradecida, para la gente también, incluso nos han dicho que son los bolos de SuTaGar que más les han gustado. Nosotros estamos alucinados por la reacción de la gente y ellos por el espectáculo que estamos dando.

Gari cantaba aquellos de condenados a la esperanza, pero vosotros vais más allá y llegáis hasta la resistencia, con dos canciones, ‘Erresistentziara kondenatua’ I y II. Además, la segunda rompe las emociones solo a piano y voz...

-No sé cual de las dos es más positiva, si la esperanza o la resistencia. Aunque las palabras sean súper diferentes, el significado es parecido, aunque no sé exactamente el mensaje que quería dar Gari. Pero en nuestro caso es claro, porque aquí no nos van a regalar nada y si algún día se nos da el derecho a poder opinar, ya será bastante. Y hasta conseguirlo, vamos tener que pelear en todos los ámbitos, quizá más en el político, pero también en el euskera, los presos... Los que para nosotros son los enemigos van a hacer todo lo que esté en su mano para que esto sea lo que ellos quieren y vamos a tener que seguir luchando para conseguir que esto sea lo que nosotros queremos, pero sabiendo que no tenemos ni los ejércitos ni los medios de comunicación. Por lo tanto, no va a ser poco que podamos resistir, así que bastante estamos haciendo.

Y, cambiando de tercio, y sabiendas que no es un tema que has escrito tú, ¿cómo llega David Bowie a este disco (‘Bowiek, denborari’)?

-Sí, esto lo tendría que responder Borxa Arrillaga, que es un artista y escribe unas letras de la hostia. Él dice que está más seco que el copón y luego te saca un letrón. La historia hace referencia a que David Bowie para muchos de nosotros era un Dios, tenía unos temazos increíbles, era súper especial... pero ante el misterio de la vida, no hay distinciones y acabas muriendo como todos.