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Día del Teatro’17 Intérpretes frente al espejo

Cuatro actrices y tres actores comparten sus experiencias en el mundo de la interpretación, una actividad sumida en la precariedad y a la que muy pocos profesionales pueden dedicarse en exclusiva.

Día del Teatro’17 Intérpretes frente al espejo

el 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Teatro. Una fecha que, como cada año, aprovechamos en estas páginas para hacer una reflexión. Este año, la precariedad en la que están sumidos muchos actores y actrices obliga a ampliar el foco para realizar una radiografía sobre la situación del mundo de la interpretación en general, ya sea teatral, televisiva o cinematográfica. Todo, a raíz del Estudio y diagnóstico sobre la situación sociolaboral de actores y bailarines en España que la Fundación Aisge publicó en septiembre y que arroja datos alarmantes. Para empezar, unos cuantos: solo el 43% de los intérpretes realizó algún trabajo en el último año y, de los que obtienen algún empleo, nada más que el 8,17% cobra 12.000 o más euros anuales; el 43% no supera los 3.000, siendo el 2,15% los que cobran 30.000 o más.

Las cifras hablan por sí solas, pero los testimonios siempre son más cálidos y convierten los números en coordenadas de vidas reales.

Leyre Abadía

Gestora cultural

Leyre Abadía (Pamplona, 1982) es licenciada en Arte Dramático por la RESAD. En 2013 estrenó el monólogo Veranillo de un minuto con Ireala Teatro, su productora, en Madrid, y hasta el pasado día 19 representó en el María Guerrero (Centro Dramático Nacional) la obra La esfera que nos contiene junto a La Caja, compañía de otro navarro, Ion Iraizoz. Este montaje es candidato a un Max al espectáculo revelación. Ante los resultados del estudio de la Aisge, Abadía opina que es “una vergüenza” que los intérpretes “no puedan tener un trabajo continuado y digno”. Su caso, eso sí, es algo diferente y como su trabajo habitual es de gestora cultural no puede dar una cifra aproximada de sus ingresos anuales procedentes de la actuación. “El tiempo que dedico a la interpretación es limitado”, más que nada porque “no podría permitirme la vida que llevo si trabajara únicamente como intérprete”. “La situación de un actor es muy precaria e inestable. Vivo de la gestión cultural y la interpretación es un extra que no permite, en la mayoría de las ocasiones, ni pagar gastos básicos mensuales”.

No ha sufrido discriminación por ser mujer en este empleo y, como posibles soluciones de la coyuntura actual, defiende que el Gobierno “debería dedicar mucho más presupuesto a la artes escénicas para que las producciones públicas teatrales aumentaran, además de ayudar a espacios culturales para a mejorar su programación y las condiciones de contratación”. Asimismo, considera “esencial” que los beneficios que obtienen las compañías privadas “se puedan destinar a los salarios de los intérpretes y no a la cantidad de impuestos a los que deben hacer frente cuando su actividad profesional es intermitente”. Por otro lado, “creo que habría que regular la cantidad de intérpretes y que únicamente trabajen las personas tituladas; es importante acabar con el intrusismo”. Para ello, la unión de la profesión sería importante y ahora está lejos de ser un hecho. La actriz no claudica porque su ocupación principal le da seguridad, aunque sigue “remando y confiando en que, algún día, el porcentaje de intérpretes que viva de su profesión se equipare al del resto de profesiones y pueda dedicarme al 100% a ella”. Eso sí, de momento aspira a conseguir trabajos de actriz que le permitan mantener su empleo actual.

Maiken Beitia

Vivir con vértigo

Maiken Beitia (Pamplona, 1963) sintió “mucha tristeza” al enterarse de los datos de la Aisge. “Y una enorme sorpresa; la situación es crítica, no resulta agradable enfrentarse a esta cruda realidad”, dice la actriz, que conoce bien los escenarios y los platós y que en 2014 fundó la productora El Bucle junto a la actriz Leire Ruiz, con la que ya han estrenado Nosotras, La entrevista y La discreta enamorada. Calcular el rendimiento anual que le genera la interpretación “es una tarea difícil, por no decir imposible”. “Los ingresos varían continuamente como en cualquier profesión liberal”. Y, respecto a lo que sale, “esta temporada estoy más centrada en el teatro, aunque puntualmente también salen trabajos en cine y en televisión”, comenta, y reconoce que sí puede decir que vive de su trabajo y de momento no compagina con otra cosa, pero “reconozco el vértigo que produce estar en la cuerda floja”. Beitia no ha experimentado la discriminación, pero destaca que el informe “refleja que las mujeres sufren una mayor tasa de desempleo; esperemos que se alcance la igualdad de salarios y oportunidades”. La lucha sindical de la profesión debería ser, en ese caso, una herramienta de primer orden. “Esta es una profesión unida y solidaria y los sindicatos están realizando una importantísima tarea, día a día se van consiguiendo logros fundamentales, como regular por convenio el salario mínimo, por ejemplo”, agrega. En cuanto al futuro, es consciente de que las cosas “han empeorado”, pero “no he pensado en tirar la toalla”. “Mis aspiraciones profesionales no van a cambiar en este momento. Tengo ilusión y fuerza para seguir peleando a pesar de las dificultades que me pueda encontrar. Creo en la gestión de nuestra propia compañía, una tarea complicada y arriesgada, pero también muy gratificante”, termina.

David Elorz

Rendirse no es una opción

“Sentí una profunda tristeza, no solo porque lo que leí en este informe, también por lo que estoy viendo en los últimos años”, señala David Elorz (Pamplona, 1974). Precisamente, el actor navarro no está viviendo una buena etapa, “y, si te soy sincero, no puedo vivir solo del oficio”. Es más, “si hablamos de 2016, seguro que me encuentro entre ese 24% que ganó entre 601 y 3.000 euros anuales”, añade. Para sobrevivir, “cuando puedo doy clases, ayudo a un amigo con su productora y también trabajo en una agencia humanitaria”. En su opinión, para que las circunstancias comenzaran a destensarse, “lo primero que habría que hacer es bajar el 21% del IVA cultural”. Además, apuesta “por estar más unidos y exigir a nuestros políticos mas voluntad de escucha”. Y es que, tiene claro que “no se están haciendo las cosas bien, y si nos comparamos con colegas europeos, la situación es más que dramática”. A pesar de todo, no ha pensado “¡nunca!” en rendirse. “Tengo más en cuenta un plan B”, dice. Es una “necesidad” seguir “haciendo y permitir que suceda ese algo que nos transforme en mejores personas; que aparezcan las preguntas y entre todas/os, sin dejar de pasar un buen rato, encontremos las respuestas”. “En el escenario es donde más humano me siento”, asevera.

Marta Juániz

Producir para vivir

Marta Juániz (Estella, 1964) tampoco ha pensado nunca en dejarlo. “Soy peleona, mucho, y desde el día en que decidí dedicarme a la interpretación estoy enganchada”. Su mayor aspiración actual es “sacar adelante mi próxima producción, que, de verdad, no es poco”. Marta es cofundadora de La Nave Producciones Teatrales y trabaja sobre en los proyectos que genera con ella y que, además de actuar, implican muchas otras labores. Ocasionalmente, también imparte algún curso y hace publicidad en radio y algo de doblaje, pero está centrada en la producción. Le resulta “muy difícil” calcular los ingresos que la interpretación le proporciona al año, más que nada porque trabaja en los montajes de su empresa, “y los trabajos están entremezclados”, pero rondarán los 8.000 o 9.000 euros anuales. Así que “no puedo vivir solo de actuar” y las cifras del informe de Aisge no le sorprendieron, aunque sí sintió “cabreo, indignación y sensación de que les importamos nada”.

Juániz cree que “estaría bien que tanto a las compañías profesionales, a las empresas y a los actores se nos considerara tejido industrial y que, desde luego, no tuviéramos que competir con los precios que marcan las asociaciones teatrales y los grupos amateur”. “Claro que, si hay alguien que saca un producto al mercado con un precio y hay otro que lo paga...” A su juicio, “nunca hemos estado peor que ahora”. “No somos una profesión unida, solidaria no te digo que no, pero unida... Por lo menos en Navarra”. Ella, por su parte, pertenece a la Unión de Actores y Actrices Vascos/Euskal Aktoreen Batasuna (EAB).

Ion Iraizoz

Cuando no hay trabajo, hay que inventárselo

Tampoco se sorprendió Ion Iraizoz (Pamplona, 1979) con la encuesta de Aisge. “La precariedad se ha adueñado de nuestro oficio; trabajos que antes te permitían tirar para delante ahora no te dan para llegar a fin de mes. Además, cada vez resulta más difícil que nos paguen los cachés que pedimos, por no hablar de lo que tardamos en cobrar y de todo lo que hacemos sin recibir un céntimo. La inmensa mayoría de los compañeros de profesión tenemos que compaginar el mayor número de trabajos para sobrevivir”, afirma. En su caso, desde 2002 “he hecho absolutamente de todo”, compaginando la actuación con trabajos de aparejador, de camarero, de jardinero, etcétera. “También dedico mucho tiempo a poner en marcha proyectos con mi compañía -La Caja-; cuando no hay trabajo, hay que inventárselo”, apunta. Y sigue: “La formación es un complemento fundamental para los actores y las actrices; estoy dando los primeros pasos en este campo”.

Dependiendo del año, los ingresos anuales de Iraizoz como actor “pueden ser aceptables o desaparecer por completo”. Y esto es algo que quiere destacar: “Somos trabajadores discontinuos; es decir, puedo trabajar un par de meses como actor y luego estar cuatro parado. Sin embargo, si quiero estar dado de alta como autónomo y cotizar para aspirar a una pensión, la cuota que tengo que pagar es la misma que uno que gana 30.000 euros al año. Un disparate. Ya es hora de que la Administración haga algo con nosotros”. En un año bueno, ha llegado a 9.000 euros, “menos del sueldo mínimo interprofesional”, y, en uno malo, “mucho menos, por debajo del umbral de la pobreza”. Por eso “casi nadie puede vivir de actuar” y las políticas culturales “son un desastre”, y, aunque la Unión de Actores y Aisge “defienden nuestros derechos” y se está trabajando en la creación del Estatuto del Artista, “hacen falta políticos que estén a la altura de los retos que se plantean. La industria cultural es fuente de riqueza y de puestos de trabajo, por no hablar de todos los valores intangibles que aportamos a la sociedad”. En esa línea, Iraizoz está centrado en mejorar como actor y luchando por los tres montajes en los que trabaja: La esfera que nos contiene, Fuera de juego y Dos nuevos entremeses nunca antes representados.

Álex Larumbe

Ayudante de dirección

Álex Larumbe (Pamplona, 1986) salió de la RESAD en plena crisis y, aunque ha podido esquivar los período en blanco, “ha habido veces de tener que organizarme para tener algo en la nevera hasta final de mes”. Y como él, tantos compañeros. “Cada vez hay menos trabajo y en peores condiciones”, admite. En su caso, 2016 fue un buen año, trabajó para teatros públicos como la Zarzuela (María Moliner) y el María Guerrero, además de sudar la camiseta todos los fines de semana desde hace dos años en el Lara con Lavar, marcar y enterrar. Aun así, “apenas habré superado los 11.000 euros brutos”, y teniendo en cuenta los gastos de vivir en Madrid, nunca ha vivido exclusivamente de actuar, “no sin la inestimable ayuda de mis padres, que me quiere y me apoyan”. Por fortuna, trabaja mucho como ayudante de dirección para Paco Azorín y compagina la labor interpretativa con la fotografía y el diseño de vídeos teatrales, “y hace años que no sirvo una copa, si no es por placer...”. Eso sí, también reconoce que ha pensado en dejarlo y en volver a Pamplona a “buscar un trabajo convencional” un par de veces, “pero creo que llevo demasiado tiempo siendo actor y las raíces son muy profundas; no se puede arrancar el árbol sin matarlo”. Ahora mismo, no está muy contento con las acciones de la Unión de Actores, a la que está afiliado. “Somos una profesión compleja como conjunto y creo que a veces impera el pensamiento de ‘es que si no lo hago yo, lo hará otro’, y nos empujamos a coger trabajos no remunerados o en malas condiciones. Necesitamos como el aire un sindicato fuerte, que actúe de manera implacable contra las nefastas condiciones laborales y que trabaje con un esfuerzo extra para mejorar la situación de la mujer en el sector”. El intérprete se muestra optimista y con ganas de seguir peleando y de generar sus propios proyectos “con artistas en los que creo”. “Me encantaría volver al Gayarre, creo que la temporada 2017/2018 será un buen momento para hacer un asalto a la televisión”. Afronta, pues, “un año de cambios”.

Leire Ruiz

Esperando la recompensa

Leire Ruiz (Pamplona, 1983) lleva el suficiente tiempo como actriz y tiene demasiados amigos y conocidos en la profesión como para haberse sorprendido con el informe sociolaboral. “El titular del umbral de la pobreza es muy llamativo, pero tristemente es así”, dice. Trabaja en teatro y en televisión (Vaya semanita), pero sus ingresos son ajustados. “Tengo la sensación de que cada vez trabajo más y gano menos. No puedes hacer una previsión a largo plazo porque los proyectos cuesta mucho que salgan adelante y muchas veces se caen”. Puede sobrevivir, pero a una temporada buena normalmente le sigue otra mala. “La inestabilidad es parte del oficio y tienes que aprender a llevarlo, yo no sé cómo se hace todavía”. Sí ha pensado alguna vez en tirar la toalla, “o por lo menos en tener un plan B al que agarrarte”, pero sigue en esto porque “es mi profesión, mi pasión y quiero que sea mi medio de vida siempre. No me voy a rendir fácilmente, en todos los trabajos que he hecho en Iruña, Donostia y Madrid he conocido a muchos compañeros/as y de todos he aprendido a que esta es una profesión dura, pero que la paciencia y el esfuerzo tienen recompensa”.

Ruiz dice no haber sufrido discriminación por ser mujer, pero admite que, en este sector, las mujeres “gozamos de menos oportunidades y se es más exigente por ejemplo con el tema de la imagen”. Y hace un llamamiento a los poderes públicos para que apuesten por “bajar el IVA de una vez, fomentar las ficciones en televisiones públicas, revisar las cuotas de autónomos...”. “La cultura es una necesidad, es identidad, no un lujo”, subraya y está expectante ante el Plan de Impulso del Teatro en Navarra, “con medidas como Merkatua para movilizar al sector “y darle algo de aire”. “Confiemos en que así sea”, señala.