Vetusta Morla marca en Madrid un punto de inflexión en el indie
Siempre alejados de discográficas, la formación reunió a 38.000 personas en La Caja Mágica
Madrid - Nunca antes como en la noche del sábado, histórica para Vetusta Morla y la escena española, había ardido tan intensamente el indie español, pequeña llama que empezó a arder por las rendijas de la gran industria hace 25 años hasta convertirse en un colosal incendio que, desde el directo, lo transformó todo.
“Este Mismo Sitio será un Distinto Lugar”, publicaba horas antes en sus redes el primer grupo nacional que, forjado al margen de las multinacionales, se ha revelado capaz de aglutinar en un único concierto en la explanada de La Caja Mágica de la capital española a 38.000 seguidores.
Cabe recordar esos directos pasados en otros espacios míticos de la ciudad que anticiparon el fenómeno, como el primer sold out en la sala Joy Eslava dos semanas antes de la publicación de su debut en 2008, su minirresidencia de cinco llenos consecutivos en La Riviera en 2011 o los tres asaltos al WiZink Center en 2015.
Con cada uno de esos pasos, este sexteto de Tres Cantos se atrevió a soñar cada vez más, inasequible al desaliento y sin el apoyo de multinacionales, forjando un sólido cancionero generacional con ambición lírica, estética y musical.
Se plantaron ante su público 10 años después de la edición de su primer álbum, Un día en el mundo, el que los colocó en los Mapas (2011), como su segundo trabajo, al que siguieron La deriva (2014), el más galardonado de la música independiente y Mismo sitio, distinto lugar (2017), en el que huyeron de la complacencia.
Tampoco la mostraron el sábado, al interpretar íntegramente este último disco de estudio, no necesariamente el más popular pero sí ambicioso, en dos tandas entre las que han sonado cortes tan célebres como Golpe maestro, Maldita dulzura o la seminal Valiente, pero excluyendo otros aptos para la épica colectiva como Saharabbey Road o Un día en el mundo.
Arrancaron con otra de esas decisiones que hacen de ellos una banda singular, la de comenzar no con un single, sino con el tema que titula y cierra su último trabajo. Desde ese inicio, o con Deséame suerte después, han dejado constancia del nivel de exigencia y perfeccionismo que hace casi imposible ver un mal concierto de Vetusta Morla, lo que no está reñido con una capacidad de pegada que se aprecia en finales con garra roquera como el de El discurso del rey.
Quedó claro por los cánticos que Palmeras en La Mancha es uno de los nuevos cortes con más adhesiones y también que, en su visión integral del espectáculo, con proyecciones de gran nivel de fondo, caben hitos escenográficos como los focos de interrogatorio en Golpe maestro.
“Infinitas gracias por venir esta noche a celebrar uno de los momentos más impresionantes que hayamos tenido. Hace unos 20 años iniciamos un proyecto lleno de ilusión, perserverancia, intuición y trabajo”, dijo Pucho en un “brindis por la música” en una Noche de San Juan en la que propusieron “quemar las cosas que no nos gustan y mirar con esperanza al futuro”.
emblemático ‘copenhague’ En la retina quedarán imágenes como el mar de brazos en alto en una infinita pista de almas entregadas a versos emblemáticos como los de Copenhague (“dejarse llevar suena demasiado bien”). O “El fuego lo hago yo”, cantó Pucho entre intensas luces rojas y una llamarada en su camiseta, antes de afrontar con la desasosegante Guerra civil el segundo tramo dedicado a Mismo sitio, distinto lugar, en el que entró la evocadora distorsión de La vieja escuela y la comunal 23 de junio.
Su versatilidad les permitió asumir la densidad atmosférica de cortes poco manidos como Al respirar, otros turbadores como Punto sin retorno o clásicos con épica social como La deriva. “Estamos hartos de escuchar sentencias contra bomberos y gente que se juega por salvar vidas en el Mediterráneo; eso no crea un efecto llamada hablamos de protegernos los unos a los otros”, clamó el vocalista.
Y, como traca final con baño de masas incluido, sonaron una acelerada Mapas, las coreadísimas Sálvese quien pueda y Valiente y el nuevo y el clásico Te lo digo a ti. “¡Hoy es día de fiesta!”, proclamó antes de irse con Fiesta mayor a unos bises que, tras Consejo de sabios y cerca de dos horas de recital, recogieron lo que es ya una tradición, el broche con El hombre del saco y Los días raros, haciendo deseable que, como la novela de la que tomaron su nombre, la suya sea una “historia interminable”. - Efe