pamplona - Es un conversador nato. Calmado. Con la voz de la experiencia marcada en cada gesto, en cada palabra. Afronta la vida de forma pausada, paladeando lo vivido pero disfrutando el momento presente sin tolerar imposiciones ni presión alguna.

José Luis Garci visita Navarra, con su última película a punto de caramelo, El crack cero, cuyas dos partes anteriores estuvieron protagonizadas por el navarro Alfredo Landa. Es inevitable, por lo tanto, preguntarle por el momento en el que se encuentra este filme.

-La película la lleva la distribuidora Filmax, y creo que se va a estrenar en septiembre. Todavía no está terminada, le faltan un par de meses. Durante este rodaje se ha producido algo estupendo y es que Alfredo Landa, desde donde quiera que esté, ha realizado una transmigración y se ha metido en el cuerpo de Carlos Santos y está fantástico. Hubo momentos, cuando estábamos rodando, que le miraba a los ojos y me parecía que estaba rodando con Alfredo. Y es que Carlos es un actor estupendo, muy parecido a Alfredo, son de los que están muy relajados pero en cualquier momento puede ocurrirles cualquier cosa, y eso es fenomenal.

Este filme significa el regreso de Garci al dirección tras muchos años de ausencia, casi diríamos que tras haberse despedido de la misma. Y, según ha apuntado, fue la mujer de Alfredo Landa, Mayte, la que le animó a volver y completar la trilogía.

-Yo no tenía ningún trauma por no dirigir y no pensaba volver a hacerlo. Y le dije a Mayte que me iba a obligar a decir eso de Never said, never again, porque yo estaba tan tranquilo. En realidad fueron un par de cosas las que me impulsaron a rodar. Javier Muñoz, con el que escribo el guion de esta película, me habló de que se podía hacer El crack cero; y le dije que lo hiciera él si quería, que yo no estaba por volver a este lío de las películas. Pero, curiosamente, unos días después, Mayte me comentó la idea de cerrar la trilogía. Y yo le dije: “Pero no está Fredi, eh”. Fue curioso que en un periodo de tiempo tan corto sugiera esto... y al poco tiempo murió Mayte, algo que nos pilló a todos con el pie cambiado. Posteriormente, hablando con las hijas de Alfredo, les comenté la idea, pero teniendo claro que no tenía que ser la tercera parte de El crack, sino el inicio, el arranque del personaje, cuando prácticamente acaba de abandonar la Policía y se incorpora a una agencia de detectives. Y esa es prácticamente la historia de El crack cero.

Precisamente, usted es un director en cierto modo enemigo de los efectos digitales, ¿cómo se ha apañado para rodar, por ejemplo, la Gran Vía de Madrid actual para que la veamos como en los años setenta, época en la que se desarrolla el filme?

-Tienes razón, porque yo soy como la película... Cuando la veas te darás cuenta de que no es digital sino analógica, como yo, que soy analógico. Ten en cuenta que he rodado mucho en la Gran Vía de Madrid, así que lo que he hecho ha sido coger material mío, propio, de otras películas; y creo que puede quedar bastante bien. Pero ha sido un trabajo bastante complicado porque el filme se desarrolla en el año 75; el vestuario, la moda y los peinados no han sido complicados, pero respecto a los lugares, hoteles, muebles... nos hemos tirado varios meses dando una buena batida para ver qué podíamos rodar que estuviera acorde con el filme. Se trata de una película pequeña, lo que los americanos llamarían una b movie, que en este caso sería una noir b movie, es decir, una película negra pequeña, rodada en cinco semanas, pero sin precipitaciones y con unos buenos intérpretes. Y, aunque no se sabe nunca, ojalá se parezca a los otros dos Crack.

Garci no solo es un realizador analógico sino también notablemente diferente al resto, al menos en cuanto a los directores actuales, ya que, por ejemplo, tal y como apuntaba el actor Carlos Santos, cuando rueda, no mira al monitor sino que permanece pegado al actor...

-Pero eso es así desde que hice la primera película, yo soy de esa escuela. Entiendo que hay otros que miran a los monitores, pero, para mí, lo más importante son los actores, y siempre estoy pegado a su cara en los rodajes. Si te acuerdas, y ves fotos de películas antiguas de Fritz Lang o Ford, siempre están mirando a los actores, a la escena. Pero si ves fotos de películas de ahora, todo el mundo está a otras cosas. Al margen de esto, al no ser una película ni siquiera de presupuesto medio, no he podido rodar como se rueda ahora, lo cual hubiera sido un disparate, en plan drones y esas cosas. No, se trata de una película del año 75 filmada como se hubiera hecho entonces.

Repasando su biografía, apunta que cuando era joven, con 316 pesetas podía ir al cine todos los días. Ahora eso es materialmente imposible. ¿Las películas, como algunos referente mundiales del cine han dicho, se van a convertir en un artículo de lujo, cuyas entradas costarán lo mismo que las de los partidos de fútbol?

-No te creas. El cine ya se ve en casa, el 80% de los filmgoer (cinéfilos) ahora son homegoer. Lo que dices es verdad, en aquella época yo trabajaba de administrativo en el Banco Ibérico y mi sueldo era de 1.316 pesetas, 1.000 dejaba en casa y con el resto tenía para ver todos los cines de la Gran Vía todos los días. Por eso no estudié. Y no me arrepiento, tampoco me arrepentí en su momento; como comprenderás ni aparecía por las clases de Derecho. Imagínate que de chaval también fui a aprender inglés a un instituto en la Gran Vía, que estaba al lado de billares de Callao, por eso no aprendí casi nada (risas). Aquello era un deambular por la Gran Vía que ahora no se puede dar, ya que ni hay cines, ni tiendas, ni bares donde se reunía la gente del cine, como el Memphis, donde en cualquier momento sonaba el teléfono y gritaban: “Fulanito, te llaman de tal productora”.

Ha cambiado tanto el mundo y el cine que actualmente lo que parece generar mayor interés en el público son las series, hasta el punto de que la Academia va a estudiar incluirlas en los Goya. ¿Qué le parece?

-Estamos en un cambio muchísimo más grande que el que se produce cuando llega el sonido. Ahora estamos en medio del cambio y es difícil opinar, pero las series son cine. Están hechas como el cine, por la misma gente que hace el cine y con los mismos materiales que hacen el cine. El problema es que se van a emitir en la televisión. Pues entonces habrá que dar también los premios Emmy a las películas, no solo a las series de televisión, puesto que también se habla de que en los Oscar va a poder ser premiadas las películas de Netflix y compañía. Pero bueno, nos falta un poco de perspectiva; yo creo que hay que estar con lo bueno que llega. Y es muy bueno que tú te levantes a las cuatro de la mañana, por lo que sea, vas, eliges, y te ves una película. Eso antes era imposible. Dentro de nada ya no vamos a necesitar los DVD, serás socio de algo en el que seleccionaras la película que quieres ver, la hora, en versión original o subtitulada.

José Luis Garci vivió la Transición, ese momento en el que España abrió los ojos al mundo. Pero, vivido aquello, ¿cómo percibe el momento actual en el que se aprecia una clara regresión social? ¿Falta, entre otras cosas, generosidad en los políticos?

-Tú lo has dicho, yo soy una persona que hizo cine en la Transición, y traté con arquitectos, actores o ingenieros con los que comentábamos: “Ha terminado una época, vamos a tirar todos para adelante y tratar de que este país sea estupendo; quizá no jugar la Champions pero sí en primera división”. Y yo creo que los políticos de entonces también pensaban eso, y se olvidaron de ideologías, y cada uno, fuera de donde fuera, puso su trabajo para que España fuera adelante. Como comprenderás, siendo de la Transición, es muy difícil ser objetivo, porque fue algo extraordinario que se ponía incluso de modelo. Lo de ahora no lo veo siquiera con desconcierto, no me interesa nada. Es la gente joven la que tiene que arreglar esto, no los que tenemos 70, y si ellos quieren este país, allá ellos, es el que van a tener y el que van a dejar a sus hijos. Sí lo veo con un poco de preocupación, pero eso siempre pasa, igual luego se convierte en una cosa maravillosa, porque siempre cree uno que lo suyo, o parte de lo suyo, es mejor. Pero eso es algo en lo que yo nunca he creído. Cuando se dice eso de en mis tiempos es falso, porque mientras esté vivo, mis tiempos también son estos. Pero creo que el cine, el teatro, la política o la música de ahora la tiene que hacer la gente. Cuando yo empezaba, había algunos que ya estaban de retirada, como Forqué, Bardem, Berlanga, y nos dejaron hacer lo que quisimos. Yo creo que la industria del cine actual pertenece a los jóvenes, que son lo suficientemente listos y están capacitados para hacer lo que quieran. Y en cuanto a lo que dices de la política, el que yo diga que pueden estar equivocados no influye en nada. La verdad es que no tengo la sensación de que los que están ahora hayan estudiado los libros que yo estudié de niño; son otra gente, no tienen nada que ver conmigo ni con lo que yo he aprendido. La temperatura moral con la que yo me he educado no tiene nada que ver con la actual, es distinta. Ahora predomina la mentira en todos los aspectos, hay una temperatura moral que no es la mía. Es como un equivalente con lo que está pasando en la naturaleza, que se ha enfadado, hay volcanes en erupción, tsunamis... Pues a otro nivel está pasando lo mismo en la política... Pero yo lo veo desde otro lugar, no tengo que tomar decisiones, las tienen que tomar otras personas, y espero que las tomen bien porque si lo hacen, lo que les espera a ellos y sucesores en los próximos 30 o 40 años les vendrá muy bien.