Estamos en un mundo lleno de imágenes, donde más que producir, lo que se necesita es reflexionar sobre ellas. Así, al menos, lo piensa el artista Andrés Galeano (Mataró, 1980), un fotógrafo que trabaja prácticamente sin utilizar su cámara y centra su estudio en la búsqueda, archivación y reflexión sobre las fotografías que encuentra en un sitio y en otro. Ahora, parte de este gran archivo que almacena en Berlín, donde reside, se puede ver en su exposición en el edificio del Sario de la UPNA, que toma por nombre Einmal ist keinmal/Una vez no cuenta. Una actividad enmarcada en la nueva edición de Mapamundistas, que presentará a partir de septiembre diferentes exposiciones, talleres y charlas.

Como en cada edición, el programa Mapamundistas se centra en algún aspecto concreto, y este año toma prestada la metáfora del espejo para proponer un ejercicio introspectivo que plantee cuestiones como de qué materia estamos hechas las personas. En este sentido, Galeano se centra en el efecto del espejo en la construcción de imágenes. Casi 400 fotografías componen la exposición inédita que permanecerá en El Sario hasta el 27 de octubre, una instalación “basada en la máxima de la fotografía de que una foto no cuenta, que hay que tomar más de una fotografía para llegar al instante preciso”, subraya Galeano.

fotografía amateur El artista muestra “la fotografía en su estado más amateur, bruto. Dicen que un buen fotógrafo es bueno no por dar con la imagen precisa a la primera sino por saber eliminar las que no funcionan, y aquí muestro una colección de todas esas imágenes en las que no importa este mantra”, apunta. La exposición comienza con una pared dedicada al espejo, a su arqueología dentro de la fotografía. “Es un recorrido que va desde la piedra obsidiana, que son los espejos primitivos, hasta los móviles Nokia, que ya tenían cámara frontal para el selfie, que sería el espejo contemporáneo”, apunta. En esa primera pared Galeano muestra las imágenes “que son espejo de la fotografía misma, que sirve de reflexión de esa fotografía”. Así, exhibe desde siluetas o fisionotrazos a las primeras imágenes, es decir, daguerrotipos, “que ya muestran esa idea de espejo”, entre otras.

De ahí, la muestra va evolucionando hacia la era analógica, como las fotografías impresas en impresora, pasando por ferrotipos o cartas de visita. “Son diferentes soportes por los que ha pasado la fotografía en su historia, desde las placas de vidrio a los negativos de celuloide y a otros inventos fotográficos, como la fotografía estereoscópica, que partía de la simetría”, destaca el artista. “Hay que pensar que siempre la fotografía ha seguido un modelo realista, es decir, pensando siempre en que este arte era una copia de la realidad -explica-. Y por ello esta instalación parte de esos inicios, donde se creía que la imagen era una copia de lo real”.

La siguiente pared está dedicada a los gemelos. “Son fotografías de gemelos o fotos gemelas y juego con ese busca las siete diferencias”, señala Galeano, quien sigue el recorrido de la exposición hacia una tercera zona donde se pueden ver imágenes en blanco y negro y otras a color, que “son variaciones de lo mismo, de esta idea de la repetición. En el photoindex de la época analógica se veía muy bien cómo el fotógrafo tomaba fotos”, dice, para añadir: “Es como si coges el móvil de cualquiera hoy en día, donde seguramente verás varias fotos del mismo paisaje o del mismo objeto, por la necesidad que tenemos de captar un momento preciso”. Para él, el conjunto supone una especie de “antropología visual y un análisis del acto fotográfico, de que una vez no basta”. Por ello, añade que esta exposición, más que hablar del momento decisivo habla del “antimomento decisivo y la temporalidad”.

Para acabar, la última parte de la muestra “tiene que ver directamente con el espejo”, ya que se compone de fotografías “que juegan con la idea del reflejo. Son fotografías que aparentemente son muy ingenuas pero que están todo el tiempo especulando y reflexionando sobre lo fotográfico y la naturaleza de la imagen y ese deseo de documentar quiénes somos”, puntualiza.

intimidad El núcleo de este proyecto es un gran archivo que Galeano va alimentando poco a poco en Berlín en el que guarda fotografías de todo el mundo. “Me interesa la cultura visual de allá donde voy y siempre procuro hacerme con alguna”, dice. Según afirma, las adquiere a través de mercadillos, donde recicla estas fotografías y las reencuadra conceptualmente. “Son imágenes que pertenecieron a álbumes familiares y por ello la experiencia se convierte en algo muy íntimo, a pesar de que el vínculo emocional de cada una de estas imágenes ya no exista”, concluye.