pacificado se presentó ayer en el Zinemaldia con el objetivo de contribuir a mejorar el mundo desde “la cultura, la educación y el amor”. Así lo aseguró el protagonista de la obra, Bukassa Kabengele, que junto a otros miembros del equipo de la cinta hizo un alegato a favor de las segundas oportunidades en el Brasil de las favelas.

Jaca (Bukassa Kabengele) sale de prisión tras los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro catorce años después de ser encarcelado. Su hija (Tati, Cassia Nascimento) y la madre de esta (Andrea, Débora Nascimento) sobreviven como pueden en un entorno muy adverso. Calles en las que el narcotráfico y el robo están a la orden del día en una zona en la que, tras el encarcelamiento de Jaca, domina Nelson (José Loreto). La lucha que mueve la cinta es la constante entre caer en la delincuencia o salir de esa espiral sin que la familia sufra las consecuencias.

Grabar en esta favela Pacificado para los Juegos Olímpicos de 2016 y en la que viven cerca de 2.000 personas no fue sencillo. A los dos protagonistas adultos de la cinta, interpretados por Bukassa Kabengele y Cassia Nascimento, les preocupaba lo mismo: integrarse en el entorno. Embarazada de pocos meses, Nascimento se sintió “conmovida con todos los aspectos duros que viven las madres de Morro. Aman a sus hijos y hacen todo lo posible y luchan para criarlos lo hacen sobreviviendo. Me tenía que sentir como una de ellas, pero desde una posición diferente. ¿Qué haría para mi hijo o hija y para mí misma? Era lo más importante”.

“Lo más difícil para mí era huir de los estereotipos y de la caricatura. Estábamos en un lugar en el que vive gente, donde niños sin padre, madre, a los que les faltaba todo, viven como animales, sin dignidad...”, resumió Kabengele, que se trasladó a vivir durante dos meses a esta favela del sur de la Ciudad Maravillosa: “Le dije a Paxton que quería caminar y vivir allí como ellos, tomarme una cerveza varias veces al día allí mismo, porque me interesa el lado humano”.

“Cuando conseguí desnudarme de mi vanidad, tuve miedo, porque era consciente de que había momentos en los que estaba desprotegido”, reconoció el protagonista, al que le movía un objetivo: “Entender cómo la gente entre tanta violencia consigue mantener su dignidad”.

“¿Cómo se puede vivir dignamente? Así se entiende que la comunidad sobreviva: ellos se abrazan y están unidos. Hablaba con niños traficantes que me decían que la gente llora cuando los mata la policía”, sintetizó un aplaudido Bakengele.

Proyecto integrado “No había manera de rodar en Prazeres sin ese apoyo y colaboración. Nos ayudaron en todos los aspectos. No es fácil rodar, pero nos abrieron sus casas, guardaron silencio...”, resumió Winters el reto principal de la cinta. “Es un sitio que plantea muchos desafíos, tuvimos que meter equipo, logísticamente no hay transporte...”, añadió la directora de fotografía, Laura Merians, que incorporó a su equipo varios vecinos de la favela.

Fue la tónica general de los distintos departamentos de la película. “Más de 200 vecinos colaboraron y con algunos tengo la alegría de poder decir que siguen trabajando. Recibieron la oportunidad de trabajar y consiguieron seguir adelante en cine, televisión o la publicidad”, aseguró el productor Marcos Tellechea en una comparecencia que terminó siendo un alegato por la igualdad de oportunidades en el Brasil de Jair Bolsonaro.

“No es que las favelas sean zonas olvidadas, sino que nunca han sido recordadas”, resumió Tellechea, que remataba un dato que había aportado el actor Raphael Logan: uno de los jóvenes que trabajó para la película que, “por falta de oportunidades, entró en el narcotráfico y falleció hace dos semanas”.

La población negra y parda supera el 50% de los habitantes, según el censo oficial de Brasil, y son dos sectores de la sociedad cuyos jóvenes “viven una mortalidad que llega a cifras que asustan y que solo aparecen cuando se habla de la criminalidad”, denunció Kabengele, que defendió cómo el largometraje “ha tenido el coraje de entrar en una favela y no poner el foco en los tiros, en el arma y en las explosiones”.

“La historia es para llamar la atención sobre las relaciones humanas, del amor, la complicidad...”, resumió el protagonista, que recibió aplausos por su respuesta en la sala de prensa: “Cuando se da oportunidad a la gente para hacer personajes humanos se ve que hay personas capacitadas. Lo que falta en Brasil son oportunidades, y las personas negras tienen pocas, pero son extremadamente capaces”.