La atmósfera de silencio y calma aparente que se respira en Bera está muy en sintonía con el cine que le gusta hacer a Imanol Rayo, y con la templanza con que lo dirige. Así se pudo comprobar ayer en la última jornada de rodaje en tierras navarras de Hil-kanpaiak (Campanadas a muerto).

El interior de la iglesia de San Esteban de Bera fue escenario de grabación de planos de algunas de las secuencias -relativas a dos funerales- de la segunda película del realizador pamplonés tras su ópera prima Bi Anai (Dos hermanos). Rodada en euskera, Hil-kanpaiak es una historia de cine negro -Imanol Rayo prefiere esta definición a la de thriller- protagonizada por Itziar Ituño (La casa de papel), Eneko Sagardoy (Handia), Yon González e Itsaso Arana.

De nuevo, el director navarro se inspira en una obra literaria -para Bi Anai lo hizo en la novela homónima de Bernardo Atxaga-; en este caso, 33 ezkil (33 campanadas) de la escritoria azpeitiarra Miren Gorrotxategi Azkune, fuente de inspiración de este filme que es un cruce entre thriller y drama familiar, y “una película de mayor envergadura (que Bi Anai) en todos los sentidos”, reconoce su director. Con guión y adaptación de Joanes Urkixo, la historia arranca cuando Fermín, del caserío Garizmendi, descubre una calavera enterrada en su huerto mientras trabaja con la azada. En seguida le cuenta lo que ha descubierto a Néstor, su hijo, y este, a su vez, le da la noticia a su mujer Berta, arqueóloga de profesión. Pero cuando acuden al prado a sacar el esqueleto, este ha desaparecido misteriosamente. A partir de ahí, hay más muertes y un misterio cada vez más oscuro y profundo. Cadáveres viejos y nuevos, odios entre hermanos, fisuras entre generaciones, discusiones de pareja, drogas o el juego son ingredientes de esta “historia de venganza con tintes de tragedia”, en palabras de su director, cuyo rodaje en tierras navarras finalizó ayer.

Ahora el equipo grabará en Guipúzcoa, tanto en exteriores e interiores como en plató (en el Zinealdea de Oiartzun), hasta finales de octubre, cuando tienen previsto poner punto y final al rodaje.

La iglesia de San Esteban de Bera fue durante todo el día de ayer escenario de grabación de planos de dos secuencias sobre sendos funerales, uno con gente y otro sin gente. Uno ambientado en 1970 y otro en 1990. Dos contextos muy diferentes pero asociados formalmente en esta película, que parte de una narrativa a modo de puzzle donde el pasado -con tres tiempos diferentes- y el presente se entremezclan. “Una de las obsesiones del director es que no haya un salto grande entre épocas, ni estéticamente ni en el tono de interpretación”, comentaba ayer el actor Eneko Sagardoy. El ganador del Premio Goya a Mejor Actor Revelación 2018 por la multipremiada Handia encarna en esta película a dos personajes: Néstor y Aitor. “Son dos hermanos gemelos que viven en un caserío y debido a la mala situación de la familia, a uno de ellos, a Aitor, se lo lleva su tío Estanis a su finca, donde se ve envuelto en una red de drogas y oscuridades varias, lo que desencadena su muerte. Entonces la película parte 14 años más tarde, cuando el padre de la familia, Fermín, encuentra en el caserío unos huesos, y parece que tiene algo que ver con aquel pasado. El personaje principal que interpreto es el de Néstor, al que conoceremos tanto hoy en día como hace catorce años, y es el que guía un poco la ficción junto con el personaje de Karmen -la mujer de Fermín Araia- y el de Kortazar -uno de los dos inspectores de la Sección Criminal que investigan el caso-”, cuenta Sagardoy.

Asegura sentirse “muy bien” rodando esta película, “manteniendo con poco texto una tensión, un peligro y una urgencia constantes, en un conflicto por resolver”. Pero matiza que Hil-kanpaiak “no es un thriller al uso”. “Imanol ha hecho mucho hincapié en el noir, en el cine negro, que nos lleva a una frialdad en cuanto a tonos, en cuanto a paleta de colores, pero también de interpretación; hay muchísimo silencio, las palabras son muy escogidas y no es ese thriller que nos viene a la cabeza de ritmo trepidante y explosiones y efectista, es todo lo contrario; esa pulsión se sentirá aquí más entre líneas y en la atmósfera, que se está cuidando tanto, sin hacer abuso de la música ni de imágenes efectistas”.

Así, el sello que Imanol Rayo dejó patente en Bi Anai, según Eneko Sagardoy se mantiene en Hil-kanpaiak: “No tener absolutamente ningún miedo a los silencios, no tener absolutamente ningún miedo a insinuar. Primar el dejar contar sobre el decir. Y entonces, sin querer, la película irá contando una cosa sin hacer hincapié en ese decir, y eso a mí me interesa mucho como actor”, afirma el actor natural de Durango.

fragmentado y concreto

Rodando planos muy detallados

En cuanto a trabajar en un “rodaje fragmentado”, Eneko Sagardoy reconoce que supone un reto pero que está siendo una labor “cómoda, ordenada y tranquila”. “Primero hemos hecho toda la parte actual, la que corresponde al año 2004, y ayer (por el jueves) ya entramos en 1989, principios de los 90, y luego hay otras épocas, los 60 y 70. Es un poco lío, es como empezar una nueva película a mitad de rodaje, porque cogemos los personajes en un momento muy distinto y sabiendo lo que les ha pasado luego, pero está siendo un trabajo muy tranquilo porque Imanol quiere que sea una película con un código muy muy contenido, donde la cámara apenas se mueve, donde el grueso de las emociones queda dentro del personaje y lo que se deja ver es muy poco. Al igual que con las acciones, que muchas quedan fuera de cuadro y nos interesa más contar a veces lo que no se ve que lo que se ve, que el espectador ponga ahí el foco. Entonces vamos muy poco a poco, con planos muy concretos, muy detallados”.

Destaca a este respecto que hay una planificación detallada de qué planos se van a rodar cada día, “y eso es una novedad, porque normalmente sabes qué secuencias se van a rodar pero no exactamente qué plano después de cuál, y eso es un trabajo minucioso y que te exige estar todo el rato muy ubicado en lo que estás haciendo en ese momento para dotarlo de significado”.

El paso por tierras navarras del rodaje de Hil-kanpaiak concluyó ayer. El equipo se despidió de Bera, donde el 16 de septiembre arrancó el rodaje de la película y donde se ha grabado, además de en la iglesia de San Esteban, en un caserío (exteriores). Lesaka, Hondarribia, Oiartzun (Zinealdea), Rentería, Zumaia y Hernani son otras de las localizaciones del rodaje, que abarca en total seis semanas y media de trabajo.

Título. Hil-kanpakiak (Campanadas a muerto).

Dirección. Imanol Rayo Barandiaran (Pamplona, 1984).

Guión. Joanes Urkixo. Basado en la novela 33 ezkil de Miren Gorrotxategi.

Producción. Abra Prod.

Reparto. Protagonizan la película Itziar Ituño (La casa de papel), Eneko Sagardoy (Handia), Yon González e Itsaso Arana. El reparto se completa con Asier Hernández, Íñigo Aranburu, Josean Bengoetxea, Dorleta Urretabizkaia y Kandido Uranga.

Claves formales. La elipsis, el tratamiento del tiempo, la concreción de las cosas -“el aspecto sincrético de las cosas me interesa, el ir a los núcleos de los espacios de acción y desprenderme del resto”, dice Imanol Rayo- son elementos formales presentes en Hil-kanpaiak. Además, la película tiene un marcado estilo ritual: “Se repiten posiciones, ángulos, tipos de plano. Hay una cuestión de repetición formal voluntaria. Aunque los contextos de la historia sean diferentes, hay entre ellos asociaciones de carácter estilístico”, explica.

La luz. Es para Imanol Rayo “un factor estético primordial”. “La luz en sí ya es un estado de ánimo, y tiene incluso su propia narración en los hechos”, afirma.

Curiosidad de rodaje. Con esta película, el equipo ha rodado en Lesaka -en un principio sin saberlo- en el desván de una casa en el que rodó en su día Orson Wells Campanadas a medianoche.

100

Figurantes tomaron parte ayer en el rodaje en Bera. En total, en la grabación de la película participan unos 200 figurantes.

en el zinemaldia La idea es presentar la película en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.