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Ramón Barea: “¿Mi número? El 13, tengo una relación especial con él; nací un 13 de julio a las 13.15 horas”

Ramón Barea: “¿Mi número? El 13, tengo una relación especial con él; nací un 13 de julio a las 13.15 horas”Oskar M. Bernal

Ramón Barea es un referente dentro de los actores vascos y ahora también es uno de los rostros televisivos de la lotería de Navidad

Bilbao - El actor bilbaino protagoniza una de las cuatro historias del anuncio de la lotería de Navidad que desde ayer emiten las cadenas de televisión. Ríe al comentar que, aunque no juega mucho, su número es el 13, una herencia de familia.

El anuncio de la lotería de Navidad es el más esperado del año.

-Yo era espectador de los anuncios de la lotería de Navidad. Me quedaba siempre colgado de él, me recordaba que podía jugar un décimo.

Y que le podía, le puede, tocar.

-Te recuerda que algo va a suceder al día siguiente, algo que te puede cambiar la vida. Es una meta que uno siempre ansía, que te puede cambiar la vida.

¿Qué anuncio le ha gustado más? Hay quien se queda con el de ‘El calvo’.

-El anuncio de El calvo fue el principio de todo un estilo de publicidad que está asociada a la lotería. Es un personaje asociado a la Navidad, al fin de año. Todas las campañas han tenido su toque, pero se dice que el que da primero, da dos veces. Ese anuncio fue el prototipo de campaña del que luego se han derivado otras.

Esta campaña parece diferente a las anteriores.

-Son cuatro anuncios muy cortos, cada uno con una historia muy humana. Están todos en la misma onda de tocar la parte emocional del espectador, para decirle: Juega.

¿Usted juega a la lotería?

-No mucho, un poco. Soy hijo de un jugador de lotería empedernido. Los vicios de mi padre eran fumar purillos finos y a jugar a lotería, a las quinielas, al cupón del ciego? Él tenía un firmamento lleno de frases relacionadas con la suerte.

¡Vaya afición!

-Yo, desde muy niño ya me sabía eso del 15 la niña bonita; el 13 el de la buena suerte? Me sabía todas las frases cabalísticas de la suerte. Mi padre era un jugador blanco, no era peligroso.

Era un vicio menor.

-Exacto. No es lo mismo que lo que ahora ocurre con algunos centros de la suerte. Mi padre me mandaba de niño a los arcos de enfrente de la Ribera a mirar una lista de los números premiados en el cupón de los ciegos. He convivido mucho con ese mundo de lotería, pero no soy más que un jugador puntual de sorteos especiales. También es cierto que ese ritual de Navidad atrapa: Te cambio uno por otro, te regalo este décimo. Siguen las loterías de los colegios, eso lo he vivido desde niño.

¿Juega a número fijo en Navidad? ¿Alguna terminación especial?

-Tengo un relación especial con el 13. Es una cifra que viene heredada de familia. Mi hermano nació el 13 de febrero; mi padre, el 13 de mayo, yo, el 13 de julio. Nazco en el 49, cuatro y nueve suman 13. Mis cortos duran 13 minutos exactamente. En cantidad de películas, por puro azar, en las que yo he trabajado, entro en la secuencia 13?

Creo que nunca voy a escribir tantas veces este número como en esta entrevista.

-Ja, ja, ja? Estoy muy relacionado con el 13. En mi partida de nacimiento pone que nací a las 13.15?

Por lo menos no pone a las 13.13.

-Ja, ja, ja? No me lo creo. Seguramente es una invención de mi padre, nacería a las 11.15 o las 12.05? Me rodea ese juego cabalístico con el número 13.

¿Cómo le llega la noticia de que se va a convertir en el hombre de la lotería de Navidad de 2019?

-Puro azar, esas circunstancias de la vida?

No me digan que le llamaron un 13 a las 13.00 horas.

-Ja, ja, ja? No. Me llamó un director, se presentó, tenía un acento claramente argentino y me dijo: Vive en Bilbao, ¿no? No le importaría ir a Madrid. Estamos preparando la campaña de la lotería de Navidad. Te he visto actuar en la obra Shock. Y hay algo muy bonito, parte de los actores que están en estas cuatro historias de la lotería, han estado conmigo en esta función dirigida por Andrés Lima.

Es curioso.

-Sí, es verdad que resulta curioso que un director se quedé prendado de los actores de ese espectáculo. Por la agencia de publicidad pasaron todos los actores vigentes en la actualidad, al final nos manda a nosotros porque el director estaba empeñado en que así fuera.

¿Cómo es su historia?

-Es tan cortita de ver que no la puedo desvelar. Lo que me gusta es la brevedad, es muy rápida. Tiene pocas palabras. Mi historia es emocionante y me siento de alguna manera reconocido. Paso por una situación que he vivido.

¿Es una historia triste?

-Emocionante. Es positiva. No es hundirse en la miseria, despierta las ganas de abrazar a alguien, de mostrar el cariño.

¿Qué otros proyectos tiene entre manos?

-Estoy empezando a dirigir una obra con la compañía joven de Pabellón 6, un proyecto que cumple su quinto años, son ya cinco producciones. Ensayando diariamente, estoy con gente muy joven y me rejuvenece. Estoy aprendiendo mucho.

Creía que usted era el maestro.

-Eso es mucho decir. Espero ser un buen maestro porque los buenos maestros siempre aprenden y a veces lo hacen de sus alumnos.

¿No se agota nunca?

-Si lo que me estás diciendo es que no me jubilo, te diré que no tengo ninguna idea de jubilarme. Cuando no me quede más remedio, tal vez. De momento, tengo la suerte de no parar en teatro y en cine. Estoy con ganas de seguir trabajando, no sé yo cuando a uno le entran las ganas de pararse. Mi oficio me engancha, me ha enganchado siempre, y lo que más me gusta es lo que hago. No me imagino una vida inactiva.

¿Se imaginó alguna vez que iba a hacer tantas películas obras de teatro, películas o series?

-No, qué va. Siempre tienes sueños, pero son eso, sueños. Cuando te inicias en esto de jovencillo, de veinteañero, no te lo imaginas para nada. Entonces no me podía imaginar un futuro organizado; en aquellos momentos, pensaba en el presente: Voy a hacer una obra de teatro, voy a hacer mi primera película y, seguramente, no haré ninguna más. Por cierto, nunca había pensado en hacer publicidad.

¿Por qué?

-Fíjate, siempre me había producido cierto rechazo, he de confesarlo.

¿Y ahora qué piensa?

-Estoy encantado de haberlo hecho, me parece divertidísimo, me gusta.

¿Tiene alguna administración de lotería de referencia?

-No. Compro poco, ya te lo he dicho, y en la mayoría de los casos es porque me la encuentro. Los sorteos muy especiales te invaden por la calle: en la gasolinera, en el bar de las esquina? En Navidad sí que juego. Me gusta por muchos motivos, va más allá de que te toque o no.

El objetivo es que te toque, al menos es mi caso.

-A veces cojo solo para dar a este, al otro o al revés, me dan a mí. Es curioso, estas fechas despiertan el deseo de compartir la suerte. Es una forma de felicitar y dedicar buenos augurios para el año que va a entrar.

¿Es de los que celebra la Navidad?

-A veces sí, a veces no. Ahora sí por mis nietos y mis hijos. Pero he pasado temporadas grandes que por cuestiones profesionales no me daba tiempo a juntarme con la familia; estaba en Madrid y mi familia estaba en Bilbao. En Navidad hay un ritual, todos tenemos una mesa larga?

Todos no.

-Casi todos. Hay quien no la puede tenerla, es verdad. Pero esa mesa larga donde se reúne la familia la tenemos en la memoria. En esa mesa, primero has ocupado una esquina, era la de los pequeños. Luego era un lateral, era el lugar de los mayores. Al final, terminas presidiendo esa mesa y ocupas el lugar de los muy mayores. Es un ritual que me gusta porque tiene algo de emoción, de alegría, pero también de gorigori.

¿Gorigori? Pesimista.

-Los años pasan.

¿Le ha tocado la lotería alguna vez?

-Nunca, nunca. A mi padre que era un gran jugador de lotería tampoco le tocó jamás y eso que se pasó la vida soñando con la suerte. No juego mucho, pero cuando lo hago, lo que me digo es que no me va a tocar.

Un hombre sin fe.

-Con fe en muchas cosas, en la suerte es otra historia.

¿Si le tocara...?

-Seguramente, sería tan poco imaginativo que acabaría invirtiendo lo que me tocara en alguna aventura teatral, en alguna aventura cinematográfica, eso lo que a mí respecta. Cuando me dieron el Premio Nacional de Teatro, la mayor parte fue a parar a quitar el crédito hipotecario y el resto fue a mis hijos, a mi familia. Lo que tengo fácil, si pudiera alimentarme un sueño personal, tendría que ver con el teatro o con el Pabellón 6. El otro sueño mío es la familia.

“Si me tocara la lotería invertiría una parte en aventuras teatrales y el resto para mi familia”

“No tengo ninguna intención de jubilarme, estoy enganchado a mi oficio. No me veo inactivo”

“Los anuncios siempre me han producido rechazo. Ahora estoy encantado, me ha parecido divertidísimo”

“La lotería de Navidad y estas fechas despiertan el deseo de compartir con los demás la suerte”

“Antes no celebraba estas fiestas por motivos laborales, ahora sí, por mis cinco nietos y por mis hijos”

“No juego mucho, pero mi padre era un jugador empedernido; un jugador blanco, no peligroso”