pamplona - La sexta edición de Pamplona Negra ha sido la más exitosa en cuestión de público, pasando de los 5.079 asistentes de 2019 a los 6.614 de este año, lo que supone un aumento del 30%. Un porcentaje que “emociona” y “sobrecoge” a partes iguales a la directora del festival noir de la capital navarra, Susana Rodríguez, que ya piensa en la próxima programación con el ánimo de “mantener la calidad” de las propuestas y la respuesta de los espectadores, que ya es “muy alta”, y si acaso sumar algunos más, “que siempre serán bienvenidos”.

Una de las novedades y de los principales “retos” de la cita celebrada entre el 13 y el 18 de enero ha sido extender la actividad a otros espacios de la ciudad. Y es que, además del Planetario, colaborador asiduo, esta vez se han sumado otras entidades como la Biblioteca de Navarra, que acogió sendos clubes de lectura matinales protagonizados por dos de los invitados más reconocidos, Rosa Montero y Lou Berney, a los que la directora agradece su “generosidad” y su “disposición a responder todas las cuestiones que se les planteó y a interactuar con el público”. Además, algunas bibliotecas públicas de la capital navarra y su comarca continúan hasta el próximo 29 de enero con esta temática, acogiendo charlas de escritora/es navarra/os casi a diario. Distintos emplazamientos de la ciudad sirvieron de escenario, asimismo, a las rutas teatralizadas que se realizaron en colaboración con el Grupo de Teatro de la UPNA, dirigido por Óscar Orzaiz. Las cuatro visitas en castellano y dos en euskera agotaron sus plazas los días 11 y 18 de enero, jornadas en las que se recrearon desde la ficción crímenes acontecidos en Pamplona entre finales del siglo XIX y principios del XX. “Procuramos elegir sucesos lejanos de manera que ninguno de los directamente implicados estuviera vivo ya, y los teatralizamos desde el máximo respeto, sin mofa ni parodia alguna. De hecho, algunos de los casos eran ya conocidos y se recogieron en un libro publicado hace 25 años (Crímenes en las calles de Pamplona, de Ramón Lapeskera)”, comenta Rodríguez, que pide “sinceras disculpas si algún familiar se ha sentido ofendido”. Y alaba el trabajo exhaustivo desarrollado por los componentes del taller universitario.

invitados de primera línea El crimen a escena, “nuestro buque insignia”, volvió a concitar al mayor número de asistentes cada tarde, con la presencia, este año, del forense Rafael Alcaraz y de la experta en ADN Marian Martínez de Pancorbo, así como de la criminóloga Paz Velasco. “Los tres presentaron casos reales, de manera que casi hemos hecho un festival de true crime en esta ocasión”, indica la responsable.

En cuanto a lo/as invitado/as, “contamos con escritores de primera línea”, pero “lo que más me satisfizo personalmente fue subir al escenario a 16 autores navarros”, durante la primera tarde en la sala de Cámara de Baluarte. “Sé que algunos ya son conocidos, pero otros no, ahora la gente ya sabe quiénes son y solo hace falta es que los lean”, señala Rodríguez, que destacó también la elevada asistencia a los talleres. En la sexta edición, hubo tres “multidisciplinares”, con sesiones dedicadas a la criminología y la perfilación criminal y dos en torno a la novela negra. Y el cuarto se orientó hacia profesionales y aficionados del escape room y los juegos de rol. Además, el sábado 18 por la mañana, el escritor y guionista Agustín Martínez impartió una clase magistral sobre la serie Así se hizo Monteperdido.

estados unidos La edición de este año se dedicó a Estados Unidos, que estuvo representado en tres apartados de la programación. Por un lado, visitó la ciudad el escrito de Oklahoma Lou Berney, ganador del Premio Hammett Internacional 2019 por Carreteras de otoño, que dará el salto al cine. Por otro, la comida del último día en el hotel Tres Reyes ofreció un menú de gastronomía sureña creada por Enrique Martínez Burón, y el ciclo de cine que cerró cada tarde se centró en películas estadounidenses. A cargo de este último está todos los años Alberto Cañada en su condición de responsable de la Filmoteca de Navarra, muy satisfecho con la respuesta de los espectadores, “una media de 200 cada tarde”, frente a los 180 del año pasado. El hecho de que el programa se desarrolle en Baluarte ha facilitado ese aforo, “ya que en Mendebaldea no habríamos podido meter a tantas personas”, apunta Cañada, que aprovecha la ocasión para pedir “una sala más grande en el centro de Pamplona”.

“El hándicap de la sesión de cine es que la gente que entraba a Pamplona Negra a las seis de la tarde podía pensar que quedarse a la proyección quizá era demasiado, pero la verdad es que el ciclo ha funcionado muy bien”, a lo que, sin duda, ha ayudado la cuidada selección de títulos, con clásicos como Sed de mal, descubrimientos como El detective, filmes basado en emblemáticos casos reales como Serpico y éxitos recientes como L.A. Confidential. Sin duda, la selección de Estados Unidos como país invitado “nos facilitaba mucho el trabajo”, comenta Cañada, que se ha preocupado de que las copias estuvieran en buen estado y fueran, como en la Filmoteca, en V.O.S.

Por último, y por orden natural, la clausura, que este año corrió a cargo de otro nuevo colaborador, la Coral de Cámara de Navarra y su grupo Jazzy Leap, que interpretaron clásicos del jazz norteamericano. Con estas melodías finalizó Pamplona Negra 2020. Y su directora piensa ya en la edición de 2021, que se celebrará entre el 11 y el 16 de enero.

El euskera, asunto pendiente. Rodríguez reconoce que la organización de Pamplona debe darle una vuelta a la presencia del euskera en el festival. “Por supuesto, seguirá presente porque es el idioma de nuestra comunidad, pero tenemos que revisar cómo”, afirma. “El público euskaldun no está respondiendo y quiero reunirme con responsables de clubes de lectura en euskera para ver qué podemos hacer”, indica.