Un total de 150 intelectuales, entre los que se encuentran nombres como los de Margaret Atwood, John Banville o Noam Chomsky, han rechazado en una carta la “restricción del debate” y piden “preservar la posibilidad de desacuerdos de buena fe sin consecuencias profesionales nefastas”.

En la misiva, los firmantes, entre los que se encuentran escritores, historiadores, periodistas, activistas y miembros de las universidades más prestigiosas, critican el “clima intolerante que se ha establecido en todos los lados” tras un “ajuste de cuentas necesario” por la igualdad racial y social. Tal y como señalan, estas “poderosas protestas por la justicia racial y social” ha intensificado “un nuevo conjunto de actitudes morales y compromisos políticos”.

“El iliberalismo están ganando fuerza en todo el mundo y tienen un poderoso aliado en Donald Trump, que representa una amenaza real para la democracia”, sostienen estas voces. En este sentido, señalan que “el libre intercambio de información e ideas” se está volviendo “cada vez más restringido”, algo que si bien se espera “en la derecha radical”, creen que “la censura también se está extendiendo más ampliamente” con “una intolerancia de puntos de vista opuestos, una moda para la vergüenza pública y el ostracismo, y la tendencia a disolver cuestiones políticas complejas en una ceguera moral cegadora”.

castigos y despidos

Critican que los líderes institucionales, “en un espíritu de control de daños en pánico”, aplican “castigos apresurados y desproporcionados” en lugar de “reformas”, pero también señalan que los editores son despedidos por “piezas controvertidas”; los libros son retirados por “presunta falta de autenticidad”; los periodistas tienen prohibido escribir sobre ciertos temas o los profesores son investigados por “citar trabajos de literatura en clase”.

“El resultado ha sido estrechar constantemente los límites de lo que se puede decir sin la amenaza de represalias”, lamentan. A su juicio, esta “restricción del debate” perjudica a quienes carecen de poder y hace que todos sean “menos capaces de participar democráticamente”, por lo que rechazan “cualquier elección falsa entre justicia y libertad, que no puede existir la una sin la otra”.