- El artista gráfico Ernest Sala apadrinó ayer la inauguración de la exposición Baztan entre viñetas, que muestra 50 láminas originales de la adaptación al cómic de La Trilogía del Baztan, trabajo que ha dado por finalizado tras la publicación de los tres volúmenes más la edición integral, en blanco y negro, que recoge las tres novelas gráficas con algunos extras, publicado hace dos meses. La exposición se enmarca dentro de la XI edición del Salón del Cómic de Navarra, organizado por la Asociación Tiza. Ayer por la tarde se abrió al público en la sala de exposiciones de la Casa de Cultura Arizkunenea, en Elizondo, y se podrá visitar hasta el 4 de octubre, todos los días, de 18.00 a 20.00 horas.

Fueron muchos los que no quisieron perder la oportunidad de conocer de primera mano el trabajo de Sala, además de poder charlar con él y obtener la firma y un dibujo personalizado, que fue haciendo uno por uno, a todas las personas que se acercaron a Arizkunenea. Fue una tarde ajetreada, de mucho trabajo, pero el artista se mostraba feliz, contento por exponer su obra "en casa", donde empezó todo con la Trilogía del Baztan, escrita por Dolores Redondo.

A la vez que se mostraba satisfecho con el trabajo realizado, y con la acogida que está teniendo entre el público, además de la crítica, también comentaba estar "un poco cansado" por todo lo que ha supuesto el proyecto, "han sido prácticamente 5 años desde que empecé con la primera novela gráfica, El guardián invisible, hasta publicar la edición integral", Cinco años de mucho trabajo y estrés, pero que, a la vez, "han sido muy bonitos y he aprendido mucho, ha sido un reto muy enriquecedor", reconocía.

Echa la vista atrás para recordar cómo empezó todo. Recibió la llamada de la editorial Planeta para realizar la adaptación de la primera novela de Dolores Redondo, y aunque Sala no es muy aficionado a la novela negra, los tintes de misterio y mitología que envuelven el trabajo de Redondo fueron el cebo perfecto. Trabajo que debía realizar en 7 meses. Poco tiempo para todo, pues debía conocer bien la novela y además empezar desde cero en preparar el guión de la novela gráfica, sintetizar todo para contarlo en 88 páginas, y además documentarse para dibujar los lugares y los personajes. "Fue una locura, unos meses muy duros", aunque "valió la pena", pues era su primer trabajo largo y el tener que abordar todo el trabajo él, le hizo aprender mucho.

Recuerda con especial cariño las visitas a Elizondo: "Gracias a Juan Mari Ondikol recorrí los lugares en los que transcurre la novela, conocí el entorno, la gente, palpé el ambiente del valle", algo a lo que da muchísima importancia, porque "no es lo mismo conocer un lugar a través de las fotos que in situ".

El proceso de trabajo de la segunda y tercera novela fueron diferentes. Por una parte tuvo mucho más tiempo y además "ya tenía más rodaje", se había familiarizado con los personajes, el lugar, el ambiente. "Imagínate, en la tercera novela Amaia Salazar era ya mi Amaia", comenta. También en el caso de Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta ha contado con más páginas, 112 y 120 respectivamente, cosa que también ayuda, pues "no es fácil sintetizar lo que en el libro se cuenta en varias páginas en una sola lámina".

Una vez terminado el ciclo de la Trilogía del Baztan, Sala se muestra orgulloso de poder exponer su obra en Elizondo, "es un lujo poder venir aquí y enseñar mis láminas, más si cabe en un lugar diferente, fuera del círculo del cómic". Es la segunda vez que participa en el Salón del Cómic de Navarra, tras la exposición realizada en 2017 en Iruñea, con láminas de las dos primeras novelas, evento que considera "vital" para el mercado del cómic, que poco a poco se está haciendo camino, aunque "todavía está lejos de otros países".

Está ligado al dibujo desde pequeño, "no recuerdo una momento de mi vida que no esté dibujando", comenta. Lleva el arte en las venas y en los genes, su madre es pintora, paisajista, y su padre escultor, "siempre he tenido en gran apoyo en casa" afirma. Con muy pocos años ya participaba en actividades extraescolares de cómic, en su pueblo natal, Olot, y luego siguió estudiando en la Escola Joso, de Barcelona, en la que ahora es profesor. Siempre le ha gustado el manga, y las historias fantásticas y la mitología, además de la naturaleza, "tanto en mi vida como en el dibujo". Tras el arduo trabajo de la trilogía, está experimentando en un proyecto dirigido a los niños.

"Es un lujo poder exponer mi trabajo

en Elizondo, en el lugar donde empezó todo"

Artista gráfico