¿Cómo surgió la idea de escribir La música de los huesos

-Escribo desde que era pequeña. Escribía cuentos, luego obras de teatro para mi clase y con el tiempo vi que tenía ganas de escribir una novela. La idea de La música de los huesos la tenía desde hace cinco o seis años y a raíz de ganar la Feria del Hilo de Twitter, tuve la posibilidad de contactar con la editorial y aproveché para contarles la historia, les gustó mucho y empezamos a trabajar.

¿Y por qué ubica la novela en Navarra?

-Yo nací en Madrid, pero mi abuela y mi familia paterna son de Navarra, de un pueblecito que se llama Lazagurría, que está entre la Ribera y Tierra Estella. He pasado todos los veranos de mi vida allí y me encanta, por eso tenía muy claro que la localización de la historia tenía que ser ella. Los veranos de la infancia son muy especiales y de alguna manera quería trasladarlos a la novela. Además, es una Navarra diferente, quizá menos conocida que Baztan. Es una zona más llana, de viñas, de huerta...

De hecho, en la novela habla de que es un pueblo cercano a Logroño, donde se hace vino, en el que la tierra es roja y hay cristales de sal... Pero no llega a decir su nombre.

-(Ríe) Preferí crear una localidad ficticia porque me parecía que me abría más puertas a la hora de crear ese pueblo a mi antojo.

En la novela, Anne, la protagonista, deja un trabajo bien pagado en una agencia de publicidad. Algo realmente extraño en una joven de 26 años, sobre todo porque para su generación, que también es la de Nagore Suárez, conseguir un buen trabajo casi es una utopía.

-Es verdad que somos una generación con trabajos bastante precarios, y puede que por eso Anne parezca un personaje inusual, pero conozco a bastante gente, yo incluida, que hemos seguido eso que dicen que si no haces las cosas que quieres hacer cuando eres joven, cuando puedes, cuando no tienes a nadie que dependa de ti, quizá no lo hagas nunca.

Puede resultar refrescante un personaje con esa ingenuidad y esa pasión propias de la juventud.

-Efectivamente, ella también le pone mucha pasión a lo que quiere hacer. Parece que, hoy en día, si tienes un trabajo estable le tienes que dar gracias al cielo y no dejarlo bajo ninguna circunstancia, aunque no sea lo que te hace feliz. Es verdad que eso tiene un punto de ingenuidad, pero Anne aprovecha que es joven para decir ahora o nunca.

Siempre recordarnos a los amigos de la infancia con un cariño especial, como hace Anne con Paloma y Abel.

-Sí. Son amigos con los que has compartido un montón de cosas desde que eres pequeño y, aunque pases un montón de tiempo sin verlos, cuando te reencuentras es como si los hubieras visto ayer. Como si no hubiera pasado el tiempo. En esas edades se crea una vínculo muy especial.

Es inevitable preguntar por lo que Anne y Nagore tienen en común.

-(Ríe) Tenemos muchas cosas en común, partiendo de la base de que tenemos la misma edad, hemos estudiado lo mismo, gustos... Era un personaje bastante cercano a mí al principio, pero cuando me puse a escribir se fue alejando y desarrollando su personalidad. Cada vez la veía como más ajena a mí, pero eso es bueno, porque, al final, los personajes tienen que crearse mientras escribes.

Parte de la trama sucede a finales de los 70, con el final de la dictatura y la llegada de la libertad a España. ¿Por qué le atraía esa época?

-Me pareció una época muy interesante. El movimiento hippy existía, claro, desde unos cuantos años antes, pero hay que tener en cuenta que aquí no tenía la misma fuerza que en Estados Unidos. Los festivales que se celebraban no eran Woodstock ni mucho menos, pero me tiraba mucho todo ese rollo y llevar a un pueblo pequeño a un personaje como Anthony y mezclarlo con alguien como Marga, a la que todo esto le rompe los esquemas. Tuve que documentarme bastante, pero fue una parte bastante divertida de escribir. Mereció la pena.

¿Y de dónde le viene el interés por la brujería?

-En los agradecimientos le doy las gracias a mi abuela por hacerme creer en las brujas. Desde pequeña siempre me ha contado esas historias que se cuentan en todos los pueblos sobre la mítica mujer que desaparecía y que luego aparecía desnuda porque por la noche se transformaba en gato negro, o la de la prima de una prima que decían que tenía alguna clase de poder y pintaba cruces negras en las sábanas de la gente. Siempre he tenido interés por esos misterios esotéricos. Además, Navarra y el País Vasco tienen su propia mitología y sus relatos siguen estando presentes sobre todo en la gente mayor.

¿Cuáles diría que son sus referentes literarios?

-He leído de todo, pero en novela negra, sobre todo a Agatha Christie. Además, ahora hay un panorama de escritores de novela negra que me parece maravilloso como Mikel Santiago, Dolores Redondo, María Oruña... También he leído mucha novela nórdica y libros que no son negros en absoluto.

Se diría que esta novela es generacional por lo comentado hasta ahora, pero también por las constantes alusiones que Anne hace a Netflix, a Instagram, a Twitter...

-Me encanta la novela negra, pero a veces me doy cuenta de que hay thrillers con personajes con los que no acabo de sentirme idenfificada. Quizá sea porque tienen una edad más madura, pero decidí escribir una historia con las reglas del thriller convencional, pero con unos personajes más jóvenes, en una época de cambios, que no tienen la vida resuelta para nada... Y al escribir fue inevitable que me salieran esas referencias porque también son las mías. Pero creo que La música de los huesos se dirige a todo tipo de público, independientemente de la edad de los personajes.

Sin duda, las redes sociales ocupan un lugar muy importante en la vida de la protagonista, pero también en la de Nagore Suárez, cuya carrera ha despegado gracias a sus hilos de misterio en Twitter.

-En mi caso ocupan un lugar bastante grande, sin duda (ríe). Me contactaron gracias a los hilos de Twitter, pero quitando cuando hago esos contenidos específicos y ahora, que estoy de promoción, utilizo las redes más para para informarme que para crear contenidos. Instagram la uso de manera más personal, eso sí. La verdad es que mi generación las tiene muy presentes y creo que la siguiente y la siguiente las tendrán aun más.

Con su experiencia en Twitter, ya estaría preparada para los comentarios sobre la novela.

-Twitter curte (ríe). Lo que no te digan ahí no te lo dicen en ningún lado. No hay ningún libro en el mundo que le guste a todo el mundo, y soy consciente de que va a haber gente a la que no le guste y gente que va a hacer críticas destructivas. Es inevitable. Pero de momento me están llegando buenas críticas por Twitter, estoy contenta, disfrutando de esa parte y tratando de no preocuparme de lo destructivo. Si las críticas son constructivas, bienvenidas sean; es mi primera novela y tengo mucho que aprender, lógicamente.

¿Qué le ha dado esta novela?

-Básicamente, he aprendido que escribir es un trabajo como otro cualquiera. Hay días en que te apetece trabajar y hay días en que no, pero tienes que sentarte todos los días y escribir. A la vez, también he aprendido que escribir una novela y publicarla no es tan inalcanzable. Al principio puede parecer imposible, pero luego lo terminas y dices “oye, que lo he hecho, y creo que lo puedo volver a hacer”.

De hecho, seguro que ya está en ello.

-Tengo muchas ideas, sí. Me encantaría que la historia de Anne continuara. No depende solo de mí, pero ojalá que sea así.

“Al principio Anne era muy cercana a mí, pero poco a poco se fue alejando y construyendo su propia personalidad”