Esta temporada tiene siete capítulos de media hora cada uno y sigue la historia de un grupo de chicos que deciden escapar de un hospital psiquiátrico infantil. Primera parada: Barcelona y, de ahí, a Europa. Dirigida por Roger Gual se basa en un libro de Albert Espinosa. El reparto está formado por Álvaro Requena como Mickey L’Angelo; Marco Sanz como Yeray; Sara Manzano como Guada; Aitor Valadés como Samuel; y Héctor Pérez como Lucas. En la parte adulta están Miki Esparbé en el papel de Izan, un detective que irá en la busca de estos niños; Àlex Brendemühl como el doctor Del Álamo; y Marta Torné como novia de Izan. El autor del libro y de los guiones señala que Los espabilados lo que pone de manifiesto es la importancia de pertenencia al grupo, de tener amigos, de ver mundo, de respirar y de dejar de lado unas ataduras que condenan y clasifican a las personas desde la niñez.

¿Cambia la serie respecto a la novela?

-Sí. La gente encontrará en la novela cosas que no ha visto en la serie. Cuando escribí los guiones, intenté adaptarla sin ser fiel a la novela, pero manteniendo el espíritu. Eso ocurrió también con el libro El mundo amarillo y Pulseras rojas.

¿Es bueno ser infiel?

-Ja, ja, ja… Si hablamos de televisión y libros creo que sí. La gente cuando ha visto la serie descubre después el libro desde otra perspectiva. Además, estamos hablando de dos medios distintos y dos lenguajes diferentes.

¿No sufre cuando tiene que cortar y reducir el libro?

-Me gusta hacer los guiones. Adaptarme a la televisión es una buena forma de dar otra vida a una historia. A veces la historia no tiene por qué ser la misma, pero mantiene el espíritu. La televisión siempre te permite coger a algún personaje que en el libro era secundario y darle más importancia.

Se había comentado que iba a dejar el mundo de la televisión.

-Me interesa el mundo de la televisión y el cine, ambos universos forman parte de mí. Es cierto que dije que en unos años me retiraría del cine y la televisión porque quería hacer otras cosas que me gustan.

¿Y a qué se va a dedicar?

-Aún no lo voy a decir. Sí me gustaría dejar en unos años el cine, la televisión y los libros y dedicarme a una cosa que no tiene nada con crear historias.

Los espabilados narra la historia de cinco jóvenes que abandonan un centro de enfermedades mentales, enfermedades que siguen siendo tabú en la sociedad.Los espabilados

-Porque no las entendemos, ese es el motivo por el que las mantenemos al margen. Cuando tenía catorce años estuve ingresado porque tenía cáncer, una historia que conoce todo el mundo. Arriba estaba una planta en la que había unos chicos que llamábamos Los espabilados y que padecían enfermedades mentales. No entendía muy bien por qué estaban allí, me parecían igual de energéticos que nosotros y alguien había firmado por ellos para que estuvieran ingresados. Hay lista de espera para casi todas las plazas de esta especialidad y casi ningún niño quiere estar en un centro de estos.

¿Cree que son necesarios estos ingresos?

-Pienso que un niño solo acaba en estas plantas de psiquiatría por culpa de un adulto estropeado. Creo que habría que dar voz a los niños que están en hospitales psiquiátricos. Suelen crearles problemas por las etiquetas que les ponen: bipolaridad, esquizofrenia… Cuando los chavales que hicieron la película fueron a ver estos hospitales no se distinguían con los niños que allí había.

¿Una serie dura?

-Una serie esperanzadora. Ojalá sirva para dar luz a una historia que hasta ahora no tenía cabida en la televisión. Los habitantes de estas plantas son niños como todos sometidos al ojo de un adulto o de muchos.

¿Se hubiera planteado esta serie en abierto?

-A mí me gustan mucho las series de 25 o 30 minutos. Ese es el formato ideal para el tipo de historias que yo cuento. Con este tiempo de emisión de capítulos te puedes ahorrar la tercera trama que siempre es muy aburrida. Una televisión generalista no puede asumir series de 25 minutos por temas de publicidad. Ni probé ir por este camino.

¿Cree que puede haber segunda temporada?

-Yo le dije a Movistar+ que escribiría la segunda parte durante el confinamiento y de esta forma aprovechaba ese lapsus de tiempo que todos teníamos en casa. Así que si esta temporada gusta, rodaremos la segunda. Ya está escrita, pero aún hay que esperar.

Los actores habrán crecido si se demora la decisión, al menos eso era lo que ocurría en Pulseras rojas

-Ya han crecido, hace ya casi año y medio que rodamos la serie. Entre una parte de la historia y la otra pasan dos años, así que si se hace no habrá que usar maquillajes especiales para hacerles más mayores. Pero lo bello es que ellos han interpretado su edad real. En algunas series juveniles los actores que dan vida a los chavales de 14 años tienen 19, 20 e incluso 22. En Los espabilados, los actores tienen la edad que representan en la serie y eso está muy bien porque hace más creíble la historia.

¿Es difícil trabajar con actores tan jóvenes?

-Tanto Reger (Gual), el director, como yo somos muy empáticos con la gente joven. Es muy interesante ver y escuchar una historia contada por chavales muy jóvenes. Los protagonistas son actores noveles, pero están rodeados de actores con experiencia y les han ayudado mucho. Hemos aprendido más de ellos que lo que les hemos podido enseñar nosotros.

¿Una serie para todos los públicos o la dejamos en juvenil?

-Creo que para todos. Es una serie ideal para verla en familia. Es una serie que deben ver los adultos. Además, yo no nunca hago historias para niños. Mi serie favorita fue Verano azul de Antonio Mercero y a mí nunca me pareció una serie para niños. En la mayoría de las series donde hay niños o adolescentes también hay problemas de adultos que influyen de alguna forma en esas vidas tan jóvenes.

Usted trabajó con él.

-Sí. Y la verdad que fue un placer y un honor. La ternura que tenía Antonio era absolutamente increíble. Yo intento hacer historias que toquen a toda la familia. Es una serie que habla de chicos que están encerrados que sueñan con poder escaparse, viajar, ver a sus amigos y ser felices a su manera. Creo que muchos nos sentimos identificados con esta serie porque es lo que estamos esperando, volver a viajar, volver a ser libres.

¿Cuántas historias le quedan por contar?

-Siempre habrá historias por contar. Pero yo ya lo dije, en tres años me quiero retirar y quiero hacer una película más, algún otro libro, quizá la segunda temporada de Los espabilados y poco más. He tenido mucha suerte en esta vida…

¿Suerte? Pasó una enfermedad muy dura siendo una criatura.

-Sí. Fue duro, pero salí adelante y podido contar muchas historias, esa es la suerte. Estoy hablando contigo y han pasado muchos años de aquella enfermedad. Pero llega el momento en el que tengo que hacer otras historias, historias de otro tipo.

Es usted un hombre muy organizado y que planifica casi todo.

-Soy ingeniero industrial y parte del encanto de los ingenieros industriales es la planificación. Cuando tuve cáncer me dijeron que cuando llegase a los 50 estos serían como los 80 en otra persona por el tipo de quimioterapia que me habían dado. Me dijeron que si quiero hacer algo que me gustara hacer que aprovechara a partir de los 50 y eso voy a hacer.

¿Se va a dedicar a la ingeniería?

-Ja, ja, ja… No, de ninguna manera. Cuando acabé la carrera y dejé esa profesión, la gente no lo entendía.

¿Hubiera estudiado ahora una carrera tan complicada como la de ingeniero industrial?

-Siempre la hubiera escogido, siempre. Te da un cerebro de ingeniero que te ayuda mucho en la vida. Si no hubiera hecho ingeniería no habría encontrado la escritura. La ingeniería te da un cerebro muy interesante. En mi caso, mi abuelo, mi padre y mi hermano también estudiaron ingeniería. No cambiaría esa carrera por nada del mundo.

Escogió una de las carreras que más se abandona por parte de sus estudiantes.

-Sí. Hay una tasa de fracaso de un 80%...

¿Se enseña mal?

-Mi proyecto de final de carrera fue sobre cuáles son las causas del fracaso en estos estudios. La universidad donde yo estudié compró el estudio para aplicarlo y las tasas de fracaso bajaron.

¿Y por qué hay tanto fracaso? No parece que es una carrera adecuada para cualquier intelecto, ¿no?

-No solo eso. Lo de no adecuada puede aplicarse a cualquier otra carrera. Sobre todo hay fracaso porque se necesita de una cierta madurez. La propia universidad cambió el orden de asignaturas y algunas fueron colocadas en cursos superiores. Para comprender determinadas asignaturas necesitas una madurez mental que no se produce hasta tres o cuatro años después de llegar a la universidad.