Fama, escándalos, romances, asesinatos, sexo y misterios. Hollywood ha erigido sus mejores leyendas sobre estos temas y pocas estrellas lo resumieron mejor que Lana Turner (1921-1995), de cuyo nacimiento se cumplen hoy 100 años y cuya espléndida carrera esconde también algunos detalles turbios. Por su parte, James Dean, que este lunes cumpliría 90 años, pasó a formar parte de la historia del cine con sólo tres películas: Al este del edén Al este del edén(1954), Rebelde sin causa (1955) y Gigante (1955), que le convirtieron en una estrella, tristemente fugaz, cuando encontró la muerte con 24 años. Él, mejor que ningún otro, encarna la frase de Humphrey Bogart en Llamad a cualquier puerta: Llamad a cualquier puerta "Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver".

PREMIO DONOSTIA

Figura del cine de los años 40, la gran belleza de Lana Turner, una sex symbol de la época, dejó injustamente en segundo plano su calidad como actriz, que demostró en cintas como El cartero siempre llama dos veces (1946). El mito también se sustenta en su muy ajetreada vida sentimental y en la oscura muerte de una de sus parejas. Julia Jean Mildred Francis Turner nació el 8 de febrero de 1921 en Wallace, pequeña población minera de Idaho. Muy lejos de las alfombras rojas que le acabarían dando la bienvenida en Los Ángeles, la familia se mudó a California con poca fortuna: el matrimonio se separó, el padre de la actriz fue asesinado y la joven sufrió abusos como parte de una infancia muy complicada.

Cuenta la leyenda que Turner fue "descubierta" de joven cuando tomaba un refresco por un periodista que, maravillado, la llevó a una entrevista con el director de cine Mervyn LeRoy. Es improbable que su vuelo al estrellato comenzara así, pero en el Hollywood clásico quién se iba a preocupar por la verdad teniendo a mano fabulaciones de ensueño y cuentos de color de rosa. Con refresco o sin refresco, Turner adoptó el nombre artístico de Lana y fichó a finales de los años 30 por la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), el estudio que la encumbraría.

Paralelamente a su éxito en el cine, se convirtió en un mito sexual en Estados Unidos con su melena rubia y su estilo de pin-up. Más adelante brilló en cintas como Cautivos del mal (1952), Peyton Place (1957), por la que logró su única nominación al Oscar; e Imitación a la vida (1959), uno de sus papeles más recordados. Aunque poco a poco se fue alejando de la interpretación, logró un último momento de gloria con un papel que dejó huella en la serie FalconCrest (1981-1990). En 1994 acudió al Zinemaldia, ya herida de muerte por un cáncer de garganta, a recoger el noveno Premio Donostia, el último que se otorgó a una sola persona.

Ocho matrimonios con siete hombres diferentes es el balance de su vida sentimental. Entre sus maridos hubo músicos, actores y deportistas, aunque su lista de romances, rumores y aventuras también resulta muy llamativa con nombres como Frank Sinatra o Howard Hughes. Turner, que sufrió alcoholismo y depresión y que intentó quitarse la vida, se vio envuelta en un escalofriante caso en 1958 cuando su hija Cheryl mató a puñaladas a Johnny Stompanato, un gánster que era pareja de la actriz. El juicio fue un escándalo mediático y, finalmente, Cheryl fue absuelta por el jurado, que entendió que la joven había defendido a su madre de un Stompanato que la maltrataba

James Byron Dean vino al mundo un 8 de febrero de 1931 en Marion (Indiana), lugar inmerso en la convulsión tras el linchamiento meses antes de dos afroamericanos por una horda de furiosos ciudadanos blancos. La familia se trasladó a California, donde el pequeño sufriría la pérdida de su madre cuando apenas tenía 9 años. Volvió a la Costa Oeste y comenzó a estudiar Derecho en la Universidad de California, al tiempo que probaba suerte en castings para papeles televisivos. Hasta que un buen día, fruto del azar y de su amistad con el actor James Whitmore, encontraría su primer papel en el drama televisivo Hill Number One. Dean, no obstante, tomó la decisión de mudarse a Nueva York y entrar en el Actors Studio dirigido por Lee Strasberg, resolución fundamental para su carrera que le propiciaría un papel en el montaje teatral de See the jaguar y una participación clave en la adaptación teatral del libro de André Gide El inmoralista (1954). Dos trabajos muy reseñables que no pasaron desapercibidos para el director Elia Kazan, uno de los fundadores del Actors Studio.

Kazan pretendía llevar a la gran pantalla una versión libre de la novela de Steinbeck Al este del edén, y dice la leyenda que tras presenciar una visita de Dean a su padre en la que se ponía de manifiesto la total ausencia de relación entre ellos, el director vio en el joven actor a la persona ideal para el personaje de Cal Trask. Esta cinta le proporcionó unos ingresos con los que pudo comenzar a dar rienda suelta a su amor por la velocidad con la compra de un Porsche Super Speedster blanco. Todo al tiempo que se embarcaba en Rebelde sin causa (1955), a las órdenes de Nicholas Ray, con Natalie Wood y Sal Mineo, todos fallecidos en circunstancias trágicas antes de los 45 años. Un drama juvenil que antecedería a su última película: la colosal Gigante (George Stevens, 1956) sobre una familia de terratenientes, con Rock Hudson y Elizabeth Taylor. Nada más terminar el rodaje, Dean, al que le habían prohibido por contrato correr, cogió su nuevo Porsche 550 Spyder, al que apodó "pequeño bastardo" y junto a su mecánico Rolf Wuetherich participaron en una carrera en Salinas. Alertado por el aparente exceso de velocidad, un policía paró al deportivo plateado, multándolo por ir a 65 millas por hora en una zona de 55. Dos horas después Dean y su mecánico fueron embestidos en el cruce de Highway 46 y Highway 41, a unas 80 millas de Bakersfield, por un Ford Tudor. Dean se rompió el cuello y sufrió graves lesiones internas que le hicieron llegar muerto al hospital. El mecánico, en cambio, salió con vida.