Akelarre, dirigida por Pablo Agüero, y coproducida por la navarra Lamia Producciones y Kowalski Films, entre otras, opta este sábado a nueve premios: actriz protagonista (Amaia Aberasturi), mejor música original (Maite Arroitajauregi y Aránzazu Calleja), mejor dirección de fotografía (Javier Aguirre), mejor dirección artística (Mikel Serrano), mejor dirección de producción (Guadalupe Balaguer Trelles), mejor diseño de vestuario (Nerea Torrijos), mejor maquillaje y peluquería (Beatushka Wojtowicz, Ricardo Molina), mejor sonido (Urko Garai, Josefina Rodriguez, Frédéric Hamelin, Leandro de Loredo) y mejores efectos especiales (Mariano García Marty, Ana Rubio). El productor navarro Iker Ganuza reflexiona sobre lo que suponen las candidaturas y los premios y sobre lo que ha significado este proyecto en su carrera y en la trayectoria de Lamia.

Semana intensa entre los Feroz, ahora los Goya y seguir con el trabajo normal de preparación de proyectos.

-Sí. Estuve antes de ayer (el martes 2 de marzo) en Madrid en los Premios Feroz, que fueron presenciales. Como los Goya son telemáticos, me apetecía vivir un poco el ambiente, la ceremonia, los nervios, estar en vivo... Estuvo bien.

¿Fue decepcionante ver cómo pasaban las distintas categorías en las que ‘Akelarre’ estaba nominada sin obtener ninguno de los premios?

-La verdad es que no. Pasé un poco de nervios en cada momento, pero pronto se vio que había otras favoritas claras, así que no fue una decepción. Entre Koldo (Zuazua) y yo nos habíamos repartido estas cosas; él estuvo en los Forqué y a mí me tocaba subir en esta ocasión si nos daban el premio, pero se vio que Las niñas iba muy fuerte, ganó el premio de guión y de dirección, así que cuando llegó la categoría de mejor película dramática el resultado estaba prácticamente cantado. Nosotros ya estamos muy contentos con todas las nominaciones que hemos logrado a los Forqué, a los Feroz y a los Goya y con haber estado en Sección Oficial en San Sebastián. Luego, si viene un premio será bienvenido, por supuesto, pero estamos muy satisfechos.

¿Cómo les han pedido desde la Academia que sigan los Goya a quienes están nominados? ¿Qué van a hacer?

-Las indicaciones son que los nominados tienen que estar delante del ordenador en todo momento, un máximo de cuatro personas -canditado/a y acompañantes-, porque desde la realización de la gala irán pinchando a la gente en distintos momentos, como otros años se pincha al público durante la celebración de la gala. Por eso hay que estar más o menos formal (ríe). El día anterior (viernes 5 de marzo) harán pruebas técnicas para comprobar que todo funciona. En nuestro caso, es posible que Koldo Zuazua, las compositoras y yo nos juntemos en el restaurante de un hotel de Bilbao, separados en distintas mesas, pero de alguna manera juntos para hacer una minicelebración por lo menos.

¿Qué le parecen estas medidas, teniendo en cuenta que esta misma semana ha habido una ceremonia de entrega de premios presencial? El presidente de la Academia de Cine, Mariano Barroso, hablaba esta semana de que se ha optado por el camino de la responsabilidad.

-Me parece bien. Sí que hay quien dice que hay que dar ejemplo y mostrar que la cultura es segura, pero, bueno, en otros países se está haciendo de manera telemática, los Globos de Oro se hicieron así y los Oscar también y, en ese sentido, creo que no tenemos por qué ser los diferentes. Pero tampoco critico a los Feroz por haber hecho sus premios presenciales. Lo hicieron todo con mucho cuidado y respetando todas las medidas y creo que fueron bien.

Parece que ahora vivimos ya en un mundo mixto en el que hay que conjugar lo presencial y lo virtual.

-Sí, pero la verdad es que una gala telemática le quita mucho la gracia a los premios, sobre todo si estás nominado. No sé cómo será para el público, pero da un poco de rabia teniendo 9 nominaciones. Me gustaría ir a Málaga y disfrutar de la experiencia y de la ceremonia.

Sobre todo siendo ‘Akelarre’ una de las cintas con más candidaturas, nueve en total. ¿Se ganen o no, las nominaciones suponen un respaldo para la película?

-Sí. Yo creo que Akelarre es una de las películas del año, sobre todo teniendo en cuenta la situación tan complicada que estamos viviendo. Se estrenó en cines y estamos muy contentos con el resultado. Inicialmente estuvo casi tres meses en salas, adonde volvió tras las nominaciones a los Goya y funcionó también. No podemos quejarnos de cómo ha ido, en medio de la pandemia y con gran parte de los estrenos directamente en plataformas. Para nosotros ha sido un lujo estar tanto tiempo en los cines y ahora, ya el 11 de marzo, estrenamos en Netflix.

¿Las nominaciones también sirven para empujar a la película a nivel internacional?

-Desde luego que sí. Ahora están preparando el estreno en Argentina, que es uno de nuestros coproductores, y le están dando bastante bombo al tema de los Goya. Y en Francia también se va a estrenar en salas, de hecho, se tenía que haber estrenado en enero o en febrero, pero como las tienen cerradas en todo el país, se hará más tarde. La participación den San Sebastián, el éxito de la película y las candidaturas a distintos premios son un plus para salir, sin duda.

¿Qué le parece que haya habido tanto estreno directamente en plataformas?

-El trabajo que hacemos en cine está destinado a la gran pantalla, que es donde se aprecia y se disfruta como en ningún otro sitio. No soy un negacionista y sé que el consumo en casa ha crecido y va a crecer, y está bien ver cosas en casa, pero a mí, personalmente, ver estrenada en un cine una película a la que he dedicado tanto esfuerzo y tanto tiempo en una pantalla como la del Kursaal durante el Festival y luego en salas me llena de alegría. Además, en cuanto a las películas que han ido directamente a plataformas, algunas han tenido cierta repercusión, pero otras se han quedado un poco perdidas en el catálogo. Se estrenan sin mucho ruido y me da un poco de pena. El estreno en cines te permite poner la película en el mapa, o al menos hasta ahora así ha sido.

¿Qué ha supuesto un proyecto como ‘Akelarre’, grande, con una historia de época y con fragmentos en euskera, para Lamia Producciones en general y para Iker Ganuza en particular?

-Ha sido un reto técnico importante, primero porque era trabajar con un director que no conocía y que tiene una manera de hacer particular. En ese sentido, ha sido muy interesante. También ha sido un desafío en cuanto a estructura porque era una coproducción internacional y tenía cierta complejidad en lo referido a la financiación. A mí, además, me ha dado la oportunidad de trabajar con Koldo Zuazua, productor de gran trayectoria del que he aprendido mucho. Y al final he disfrutado del resultado, que ha tenido un recorrido muy importante, lo que me satisface mucho.

¿En qué medida un productor también tiene que tener olfato y correr riesgos, hacer apuestas?

-Sí, porque te das cuenta de que hay muchos proyectos que son repeticiones o calcos de otros, sobre todo en las plataformas, y a mí lo que me motiva son las nuevas visiones, las historias distintas y las propuestas diferentes. Creo que hay que asumir riesgos y dar voz a maneras de contar diferentes, y Akelarre encaja ahí, porque habla de un tema conocido, peor lo hace de una forma propia y diferente.

El director, Pablo Agüero, ha comentado que, aunque es un tema que sucedió hace siglos, el fondo de la historia sigue vigente. De hecho, también se ha hecho una lectura feminista de la película.

-Ha habido muchas lecturas enfocadas a dar vigencia a los temas que trata y cómo los trata. Y estoy de acuerdo. Siempre que haces una película histórica es interesante primero porque dar a conocer el pasado está muy bien, pero a la vez procuras que las cosas que se abordan tengan una resonancia en la actualidad, en nuestras vidas. En este caso, el tema del feminismo o el de la imposición de unas convicciones sobre otras están muy vigente. Sé que también se ha criticado que el lenguaje parece muy actual, pero todo lo que se ha dicho es interesante porque fomenta el debate y porque significa que la película está abierta, viva.

No sé si de las nueve nominaciones hay alguna que le haga especial ilusión, quizá la música...

-(Ríe) Sí, sé que he dicho en varias ocasiones que me gusta mucho. Sería genial que Maite Arroitajauregi y Aránzazu Calleja ganaran el Goya porque han hecho un gran trabajo. También me encantan las canciones y me dio mucha pena no conseguir ninguna nominación ahí, pero de la misma manera el vestuario está muy trabajado, la dirección de arte, el sonido y la fotografía son muy especiales... Y me alegro mucho por Amaia (Aberasturi), pero parece que el premio a mejor actriz ya tiene nombre; ella tiene toda su carrera por delante y seguro que va a tener más nominaciones.

¿Cuál diría que es su mayor rival en la noche del sábado?

-Las niñas. Está pegando muy fuerte, ha generado una corriente de simpatía y es una buena película que, además, toca la fibra al espectador. Es una digna contendiente, desde luego.

Estos días está inmerso en esta vorágine de los premios, pero a la vez sigue con los proyectos que tiene en marcha, como 'Feliz final', por ejemplo, lo nuevo de Helena Taberna.

-Así es. Estamos muy metidos en la escritura del guión, en una versión bastante avanzada, con Virginia Yagüe, la guionista, con Helena Taberna y con alguna colaboración y lectura del autor de la novela, Isaac Rosa. Y a la vez estamos con varios proyectos en desarrollo. Gran parte del éxito de nuestro trabajo se debe a que vamos cocinando varias propuestas a la vez para luego sacarlas e ir buscando la financiación y hacer las películas. En ese sentido, ahora estamos también con la preproducción de lo nuevo de Félix Viscarret, Una vida no tan simple, que rodaremos después del verano.

¿Qué aprendizajes principales se lleva de ‘Akelarre’?

-Pues muchísimos (ríe). Uno de los principales es que las coproducciones internacionales, realmente escasas en nuestro país y habituales en el cine europeo, son beneficiosas para la película. Tratar de buscar coproducciones con otros países de Europa y de Latinoamérica creo que es un camino que seguiremos como productora. Es costoso y complicado conseguir el interés de otros países, pero al final resulta muy interesante por la financiación, por la llegada de la película a más sitios, por la propia aportación técnica y creativa de los diferentes productores. El proyecto se abre y se enriquece muchísimo.