- Desde hace más de diez años, las sociedades de cazadores de la Ribera llevan luchando contra un aumento incontrolado de las poblaciones de conejo. En determinados cotos, los números de ejemplares capturados se han incrementado en más de un 3.000% desde el 2010, según los datos recogidos por los técnicos responsables de los planes de ordenación cinegética.

Cintruénigo (un aumento del 600%), Corella (426%), Cascante (3.011%) o Fontellas (2.150%) son algunos de los más afectados por una problemática que también es denunciada regularmente por los agricultores, que han de hacer frente a los daños provocados por la sobreabundancia de conejos, que continúa en ascenso pese al esfuerzo del colectivo cinegético.

Dos realidades explican el crecimiento incontrolado de esta especie en la Ribera. Por un lado, la gran disponibilidad de alimentos, con cultivos de secano y regadío, por lo que el conejo tiene a su alrededor desde cereales y alfalfa, hasta brócoli y plantas leñosas, como el olivo, la vid o árboles frutales. Esta particularidad acarrea que las poblaciones posean cultivos diferentes con los que alimentarse en todas las épocas del año.

El segundo de los aspectos es la cercanía de infraestructuras. Concretamente, la AP-68, la A-68, las vías ferroviarias, el Canal de Lodosa y el Canal Imperial. La mayoría de ellas se encuentran valladas, mientras que, en todas, la caza está prohibida en sus proximidades. Esta circunstancia, unida a la presencia de vegetación densa en los bordes, idónea para sus madrigueras, convierte a estas zonas en hábitats perfectos para los conejos, que se sienten seguros y con grandes cantidades de alimento a su alcance.

El problema, hasta ahora, se había enquistado en acotados de la Ribera, pero en los últimos años se está detectando que las poblaciones se van desplazando cada vez más hacia el norte, siguiendo el curso de la AP-15. Olite y Tafalla ya han comenzado a sufrir esta coyuntura, con problemas considerables de daños en cultivos.

La situación ha llegado a tal extremo que Navarra Suma ha solicitado que se declare zona de emergencia cinegética a las localidades afectadas. La tesitura que padecen estos municipios se agravó con la llegada de la pandemia y los meses en los que la caza estuvo prohibida. Por ello, se reclama que se aprueben medidas concretas que minimicen los daños de los agricultores.

Desde Cascante, por ejemplo, su alcalde, Alberto Añón, confirma esta problemática: "Todos sabemos que el conejo cría con muchísima facilidad y, además, en entornos como el nuestro, con bastantes minifundios, tiene muchos refugios". En este sentido, pide al Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra que asuma parte de los costes de los cotos de caza que pagan las entidades locales. "Hacemos una presión muy importante, saliendo una media de una o dos noches a la semana a cazar. No podemos quedarnos con los brazos cruzados, sino que hemos de remar todos en la misma dirección, porque, si alguna de las tres patas de este banco (ayuntamientos, cazadores y agricultores) se descuelga, no habrá solución posible", subraya.

Su opinión resuena también en las palabras del presidente de la Sociedad de Cazadores de Cascante, Luis Moneo, que destaca los avances conseguidos con el compromiso de sus 140 socios. "Hemos logrado que la situación no se nos vaya de las manos, porque aquí tuvimos un índice kilométrico de abundancia de entre 20 y 25, y lo hemos bajado a límites medianamente aceptables", resume. Sin embargo, añade que, en los meses en los que cesan su actividad para evitar la presión sobre la perdiz en sus períodos de nidificación, las cifras se vuelven a disparar.

"Además, el conejo de aquí ha aprendido mucho, al soportar tanta presión cinegética. No se lo ve tanto durante el día y cuesta mucho sacarlo de sus madrigueras con los hurones. Y hay zonas de muy difícil acceso, en las que no podemos desarrollar nuestra labor como quisiéramos", apunta.

La importantísima función que realizan los cazadores no es tenida en cuenta por el Ejecutivo en muchas ocasiones, según señala Aitor Merino, ingeniero forestal asesor de la Federación Navarra de Caza (FNC). "La Administración carga de responsabilidades a los gestores de los cotos, cuando los cazadores son la herramienta más útil para el control de las poblaciones de conejo. Afortunadamente, la FNC tiene suscrito un convenio con Mutuasport, mediante el que ofrece cobertura de accidentes y responsabilidad civil durante el desarrollo de las autorizaciones excepcionales de control del conejo, como la caza con hurón o la nocturna desde vehículos", expone.

Merino precisa que "la mayoría de los agricultores son conscientes de los esfuerzos que los cazadores realizan, y de los recursos humanos y económicos que aportan para ayudar a mitigar los perjuicios ocasionados por esta especie". "El compromiso de colaboración debe ser mutuo entre agricultores y acotados, exigiendo que el departamento competente articule las medidas necesarias para la compensación de los daños", remarca.