- En 2021 se cumplen cien años del nacimiento del cineasta valenciano Luis García Berlanga y casi 70 años del rodaje de uno de sus títulos más conocidos, Bienvenido, Mr. Marshall, que el propio realizador siempre recordó como “un horror y una tortura”. Así lo recoge el periodista Miguel Ángel Villena en su obra Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente (Tusquets), ganadora del Premio Comillas de Biografía, y en el que se relata cómo un joven Berlanga tuvo problemas para controlar a parte del equipo y además vio cómo el tándem laboral con su amigo Juan Antonio Bardem se rompió para siempre.

Guadalix de la Sierra fue elegido por Berlanga en el año 1952 para hacer de este pueblo madrileño un trasunto de una localidad andaluza, que esperará con ilusión la llegada de una comitiva norteamericana. Este encargo, recibido por Berlanga para servir de lanzamiento a una cantante folclórica, Lola Sevilla, terminó por convertirse en un alegato sobre la hegemonía de Estados Unidos. Rodeado de amigos como Juan Antonio Bardem y Miguel Mihura en el guion, Ricardo Muñoz Suay como ayudante de dirección, Berlanga inició un rodaje del que terminó por aprender muchísimo y del que, años después, renegaría. Tal y como cuenta Villena, una de las cosas que más le marcó fueron “las burlas e incluso el desprecio” de buena parte del equipo, con el actor Pepe Isbert a la cabeza.

De hecho, Isbert “encabezó una rebelión” junto con el director de fotografía Manuel Berenguer, con el que Berlanga “mantuvo enfrentamientos que estuvieron a punto de llegar a las manos”. Villena cuenta una anécdota de “venganza” del propio Berenguer hacia el director, después de que este impusiera su criterio en una complicada escena con un paracaídas y un tractor.

“Como venganza, el director de fotografía permitió que el realizador se explayara en detallar la escena que parodiaba un salón del Oeste, hasta que Berenguer le hizo observar que necesitaba trajes de vaquero también para los técnicos, porque se reflejaban en un gran espejo”, cuenta el biógrafo. Para Villena, se trataba de “pulsos entre veteranos del cine de colmillo retorcido y directores novatos con mucha teoría y poca práctica”. Sin embargo, en el caso de Isbert, este ‘horror’ cambió posteriormente a mutua admiración y Berlanga volvió a trabajar con el actor en otras películas como Calabuch o El verdugo. “Salvo un par de actores, como Elvira Quintillá, el resto que eran muy curtidos en la profesión veían que Berlanga era el típico novato, el espabiladillo que ha ido a una escuela de cine y que no tiene experiencia y por eso tuvo que soportar cierta rebelión. El propio Isbert se arrepintió de esto en sus memorias”, explica en una entrevista el autor.

El rodaje de Bienvenido, Mr. Marshall’ también supuso el adiós a la colaboración con su amigo Juan Antonio Bardem, a quien conoció en la Escuela de Cine de Madrid y con quien había iniciado su carrera cinematográfica con Esa pareja feliz’ Los “celos” profesionales entre ambos llevaron a la ruptura del anarquista burgués, como se gustaba definir el propio Berlanga, y el comunista tradicional de Bardem.

Villena apunta en el libro a un “despecho” de Bardem por su salida de la productora, que tenía conjuntamente a Berlanga y Muñoz Suay, y su posterior “orillamiento” en el proyecto. “En principio, iba a codirigir la película, pero se convirtió en un simple asalariado. Nadie del grupo pudo tolerar esa deserción: le pagaron una mierda y se quedó fuera del proyecto”, cuenta el autor.

“El rodaje también fue el adiós a la colaboración con su amigo Juan Antonio Bardem”

Autor del libro