Buscar “la verdad” en la prensa del franquismo, sección de sucesos incluida, era una pura quimera, el régimen “imponía” qué crímenes se podían cometer (o publicar) en España y, a veces, quiénes eran sus autores, como deja entrever la historietista Teresa Valero en Contrapaso. Los hijos de los otros, su primera novela gráfica.

El hijo de un comunista y un falangista desencantado forman un tándem de periodistas que investigan juntos, a contracorriente, una serie de extraños asesinatos y episodios que, intuyen, nunca verán la luz, un relato sobre la impunidad en la que se movía cierta sociedad española de las postrimerías de la posguerra, cuando la dictadura maquillaba su faz más violenta ante Occidente. Contrapaso (Norma Editorial) es ficción, pero Valero (Madrid, 1969), que se ha documentado con esmero para mostrar cómo era España y sobre todo aquel Madrid de los años 50, arma una habilidosa trama que engarza los recursos del género negro con la denuncia de la miseria moral, política y social de la época.

“Un argumento de ficción me permitía hablar de varios temas a la vez. Si hubiera estado basado en hechos reales, cien por cien, las historias jamás se hubieran entrelazado”, revela a Efe la autora, que gracias a este trabajo descubrió que en aquellos años tan sombríos “hubo personas con voluntad de reconciliación, de encontrar un espacio para reconstruir”.

A través de personajes ficticios, Valero habla de “la homosexualidad femenina, los niños robados, las cárceles de mujeres, el uso de la psiquiatría y los centros mentales como forma de brutal represión del franquismo”, cuenta.