- El Museo Oteiza acoge el proyecto expositivo El final de un vacío es el principio de otro, del artista Fermín Jiménez Landa, elaborado expresamente para este museo. El proyecto surge de la voluntad del artista de explorar el vacío generado entre las esculturas de Oteiza, amplificando así el sentido espacial de sus obras. La exposición, que se presentó ayer, podrá visitarse hasta el 31 de octubre.

Partiendo del proceso de simbolización del espacio originado entre los elementos que componen una escultura, esta creación lleva hasta el extremo la comprensión del vacío como materia de trabajo. De esta manera, el protagonista amplifica el sentido espacial de sus obras a partir de la exploración del vacío existente entre las exposiciones que se pueden encontrar en Oteiza. Para ello, Jiménez Landa no se detiene en la condición espacial activada por Oteiza en el interior de sus obras, sino que ha fijado su atención en la que se genera entre las diferentes obras del escultor.

En las mismas líneas, el autor ha relacionado el vacío, elemento central del lenguaje escultórico de Oteiza, con elementos más afines a su trabajo como el caminar, la cartografía, la provocación de situaciones y lo narrativo, vinculando la raíz común del término vacío (vacuus) con conceptos derivados como vago, vacaciones y vagabundo.

Este paradigma le ha llevado a trazar espacios poéticamente activos de 50 centímetros x 2 metros, pero también formas de 50 centímetros x 7.000 kilómetros, midiendo el mundo con la trama invisible generada por los espacios entre las obras de Oteiza y generando nodos de una geografía insólita.

Todo ello ha provocado un despliegue documental de sus intentos, a veces fracasados, de recorrer esos vacíos, accediendo a casas particulares en ciudades como Roma o París y lugares en medio de ningún lugar, cenando con desconocidos o accediendo a cámaras acorazadas, más interesado en lo que habitaba esos vacíos que en los destinos.

Junto a esta documentación se encuentran piezas originadas de la medición escrupulosa del vacío entre varias de las esculturas instaladas en el museo. Este vacío se ha rellenado con aislante de viviendas, en un juego en espejo de llenos y vacíos y que termina de componer este itinerario experiencial que transita por los márgenes más ignotos de la creación artística y la periferia de Oteiza.

Todos estos elementos componen este singular recorrido expositivo, que se completa con la intervención digital 556 ms, realizada por el artista Jaime de los Ríos y concebida como una extensión del proyecto en formato on line. Esta pieza, que se puede contemplar exclusivamente a través de la web del Museo Oteiza, genera un viaje que formaliza el tiempo entre una serie de esculturas de Jorge Oteiza ubicadas en varias colecciones internacionales, partiendo de la propia colección del Museo.

Atendiendo a la materialidad de internet y la capacidad de viajar de la información a través de cables, routers y satélites se ha generado una ruta cerrada entre los espacios donde se aloja el contenido virtual al que se accede desde los exploradores, los servidores donde se ubica la web de cinco instituciones.

El resultado es el trazo de una geometría de naturaleza cuántica, dado que la ruta siempre depende de la eficacia y accesibilidad que se permite por motivos de seguridad y comerciales. Se trata, por tanto, de un polígono que enmarca las diferentes ubicaciones y presenta una distancia total de 62.967 km, efectuados en tan solo 556 ms.

Asimismo, este proyecto incluye también una publicación homónima diseñada por el propio artista y forma parte del programa Hazitegia, desarrollado conjuntamente por la Fundación Museo Jorge Oteiza y el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte, con el objetivo de generar nuevos escenarios de reflexión en torno a la obra de Jorge Oteiza desde la creación contemporánea y ha contado con la colaboración de Innova Cultural de Fundación Caja Navarra y Fundación la Caixa, y la participación de Aislanat. -