Hace casi ocho años, un 10 de julio de 2013, La Maravillosa Orquesta del Alcohol actuaba en la Plaza de los Fueros, como teloneros de Flitter. Ni siquiera habían editado su primer disco. Desde entonces, los burgaleses han regresado a la capital navarra en numerosas ocasiones, creciendo con cada trabajo y concierto, hasta convertirse en la banda referente que son ahora. Eso sí, “la ilusión, la energía y las ganas están ahí como hace diez años”, asegura el vocalista de la M.O.D.A., David Ruiz. Y lo hace tras haber actuado la pasada semana en el Wanda Metropolitano.

Regresan este viernes a la Ciudadela, un escenario que es ya casi su hábitat, tras haber tocado ahí con el Iruña Rock, el Tres Sesenta...

-Sí, incluso me atrevería a decir que toda la ciudad lo es. En Pamplona hemos tocado creo que diez veces: desde la primera en Subsuelo, pasando por San Fermin Txikito y Sanfermines grandes, a la Ciudadela, Navarra Arena, Zentral... Es como una segunda casa, nos sentimos muy bien pudiendo tocar ahí. Son unas circunstancias muy chungas para todos y más para el mundo de la música, por eso nos sentimos más privilegiados que nunca por poder seguir yendo con todo nuestro equipo a tocar, ver que el público responde a pesar de las dificultades...

Y echando la vista atrás, a los inicios del grupo: ¿qué queda de aquella M.O.D.A. que daba sus primeros pasos y que en Pamplona teloneaba a Flitter en la Plaza de los Fueros y meses después tocaba en la calle, en la plaza de los Burgos?

-La ilusión, la energía y las ganas desde luego que están ahí. Vamos a un concierto y lo siento como era hace diez años, con esa ilusión e incluso esa ingenuidad. También siguen estando esas inseguridades en muchos casos, eso no te lo acabas de quitar nunca, los nervios antes de salir al escenario... Y que siempre hemos dado importancia a los bolos, fuese aquella vez con Flitter, el otro día en el Wanda o cuando hemos ido a Colombia a un festival ante miles de personas... El espíritu sigue siendo el mismo, estamos un poco más cascados supongo, como todo el mundo (risas). Pero a la vez espero que hayamos aprendido algunas cosas también.

Este 2021 es especial, ya que cumplen 10 años como banda. Pero, ¿cómo es su presente?

-Hemos intentado no celebrar mucho lo del décimo aniversario, hacer como que no había pasado, porque lo vemos como algo de viejos... (risas). Cuando andas celebrando aniversarios, es que el presente y el futuro no es halagüeño. Y estamos emocionados con el presente, hemos podido sacar este último disco en diciembre y a pesar de las circunstancias, llevamos unos 40 conciertos desde marzo y nos quedan otros tantos hasta acabar el año.

Según han afirmado, ese último disco, Ninguna Ola

-Es un disco inspirado en el cambio constante, es lo único que veíamos que se repetía en nuestras vidas y en las vidas de la gente que nos rodea. Es algo a lo que empezamos a darle vueltas en cuanto al concepto vital del disco, al concepto de las letras, de la esencia... Al alma de este Ninguna Ola. Piensa que al final nosotros hemos crecido con la banda, cuando empezamos éramos unos chavalillos de entre 20 y 23 años y ha pasado una década. Hemos cambiado mucho en nuestra vida personal y también por la música y por nuestro oficio. De alguna manera, nosotros hacemos las cosas como nos salen del corazón. No le damos muchas vueltas ni queremos ser súper filósofos, pero ponemos el alma en las canciones.

Aunque el disco vio la luz el pasado mes de diciembre, sus letras están escritas desde antes de la pandemia. Eso sí, son muchos los que ven Ninguna Ola

-Sí, no sabemos si preocuparnos por eso (risas). Pero creo que siempre hemos tenido esos contrastes entre quizá unos sonidos o timbres más acústicos, amables y brillantes y un punto más oscuro en las letras y en nuestra forma de ser.

En ese sentido, ¿este es el trabajo más intimista de la MODA?

-Sí, porque es el disco más hecho para escuchar tú solo. Los otros eran como de un espíritu más colectivo, más de compartirlo... Y este es más personal, de escucharlo tú en la cama tirado con los cascos, o eso es lo que nosotros hemos fantaseado.

Musicalmente, desde que publicaron su primer disco, ¿Quién nos va a salvar?

-Totalmente. Siempre hemos intentado respetar al público y cuidarle: con los conciertos, con el sonido, con los precios, con los gastos de gestión, con las redes... pero no hacemos las cosas pensando en lo que vaya a esperar nadie. Creemos que tenemos que tener ese punto de autonomía y de libertad y de hacer lo que nos sale porque cuando empezamos el grupo, no le importábamos a nadie y nadie nos escribía mensajes. Ese espíritu es con el que seguimos hoy en día. Estamos acostumbrados a escuchar comentarios de ese tipo desde que empezamos en inglés y cambiamos al castellano, pero está la libertad de que la gente puede que no le guste una movida nueva que sacas y una antigua sí. Nos encanta que la gente lo escuche, opine, lo sienta, debata y lo sufra.

Recientemente presentaron Alguna Ola, una sesión en directo de Alguna OlaNinguna Ola

-Natural, fue el primer disco que grabamos en directo en toda nuestra trayectoria. Creemos que tenemos un sonido más o menos definido, pero también somos un grupo ecléctico y todos los discos tienen canciones más rápidas, más cañeras, más lentas, más medios tiempos... Pienso ahora en el primer disco y tenemos una canción como Amoxicilina, de las más lentas del repertorio, está Hay un fuego... Siempre hemos sido un grupo con temas de más o menos diferentes tonos y nos hemos intentando adaptar a los diferentes escenarios.

Y no sé si alguna vez la M.O.D.A. se imaginó tocando en el Wanda Metropolitano, como hicieron el pasado 3 de julio, con distancia, el público sentado y con mascarillas de por medio...

-Nunca nos habíamos imaginado ni salir de Burgos ni pasar del primer concierto. Hemos currado un montón y nadie nos ha regalado nada, pero muchos grupos curran, nadie les regala nada y no tienen la oportunidad de tocar en sitios en los que hemos podido tocar nosotros... Sólo por eso nos sentimos la banda más feliz del mundo y la más privilegiada.