- Había expectación, mucha. Casi dos años habían pasado desde el último concierto de Amaia en Pamplona y la navarra no defraudó ayer en su regreso a su ciudad natal. La pamplonesa ofreció un recital de altura en el que repasó las canciones de su primer disco, Pero no pasa nada (2019), y también interpretó una selección de versiones, incluidos guiños musicales navarros. Era una cita especial, tocaba en casa. Y lo hizo arropada por las 800 personas que abarrotaron el recinto ubicado en la Ciudadela, acompañando a la cantante navarra de principio a fin. Sí, la espera mereció la pena.

Y es que el público navarro aguardaba con ganas un concierto de Amaia. Tantas que en apenas 24 horas se agotaron las 800 localidades que salieron a la venta y anoche hasta el corazón amurallado de Pamplona se acercó un público de edades muy diversas. Es lo que tiene Amaia y su música.

Pasadas las 21.40 horas, con algunos asistentes ya mirando de reojo el reloj, saltó al escenario Amaia, que tras saludar al público con la mano, silenciosa y sin mediar palabra, se sentó al piano ubicado en el centro del escenario. Se apagó todo, salvo un foco que apuntó a la vocalista pamplonesa y entonces, ahí sí que se rompió el silencio y habló a las teclas. A modo de introducción, sin cantar, Amaia ofreció una pequeña apertura musical con una delicada versión de 'Claro de luna' de Debussy, una pieza que según explicó era especial ya que la tocaba estudiando en el conservatorio de Pamplona. Fue su primera toma de contacto con el público y le valió para arrancar una calurosa ovación por parte de los asistentes.

"Muchísimas gracias, ¡hola Pamplona!", fueron las primeras palabras de Amaia, que desbordó agradecimiento y reconoció la ilusión por tocar en un escenario como la Ciudadela, donde admitió haber pasado mucho tiempo. "Luego entra la banda y ya viene lo divertido", bromeó antes de continuar a piano y voz con 'Última vez', tema perteneciente a su primer disco y primera bala musical para calentar la fresca noche de agosto que regaló la capital navarra.

Eso sí, sobre el escenario, decorado con elementos florales, no parecía soplar frío, con una Amaia que demostró estar en su habitat natural. Y que con la naturalidad y educación que acostumbra a desprender, se disculpó por tocar el piano de lado y dando la espalda a parte del público. Temas de su primer disco como 'Nadie podría hacerlo' fueron protagonistas de un repertorio en el que también hizo hueco a versiones como 'Qué nos va a pasar', de los donostiarras La Buena vida, o rescatar temas como 'Luz y sombra', compuesta junto a la banda La Estrella de David y banda sonora de la película 'El legado en los huesos', entrega de la Trilogía del Baztan.

"¿Os está gustando?", preguntó sincera, confiando en que la sección a piano y voz con la que abrió el concierto "no se hiciese demasiado larga". Y a juzgar por el silencio que causó en la Ciudadela, con un público que no perdía detalle, desde luego no se antojó lento. Sonó elegante la versión desnuda de 'Perdona sí que sí', el tema que publicó junto a Carolina Durante y que fue el paso a "la mejor banda del mundo", esa que conforman los músicos Paula Vegas al teclado, Nuria Graham a la guitarra, Miquel Sospedra al bajo y Aleix Bou a la batería. Es la misma formación que acompañó a la navarra cuando actuó en Baluarte en 2019, pero ya había dejado claro que durante este tiempo habían trabajado el repertorio para darle una vuelta y ofrecer un concierto diferente a las actuaciones que ofrecieron hace dos años. Así fue.

Junto a ellos se lanzó con 'La Victoria', tema que ni cuenta con grabación oficial en estudio pero que arrancó aplausos, subió decibelios y dejó atrás los gritos que llegaban desde el exterior del recinto y que a ratos pisaron los silencios que dejaba su actuación. Cosas de actuar al aire libre en una noche de verano.

'El relampago', la que fue una de las primeras canciones que publicó, fue el siguiente tema en sonar, con una banda coordinada y compenetrada con Amaia a las teclas del piano, que si ayer repitió algo fue un "gracias".

Porque ayer jugaba en casa y los suyos la acompañaron en la cita, a ellos les dedicó un 'Todos estos años', que empezó con ciertos tropiezos. Con naturalidad pidió parar la canción ya que la velocidad le estaba pareciendo rapidísima, se disculpó. Pero no importó. Fue rebobinar y vuelta a empezar con una canción que según confesó, la compuso cuando le tocó dejar atrás Pamplona para mudarse a Barcelona, ciudad donde vive, y cuyo estribillo y ese "quiero imprimir todos estos años" suena a meritoria despedida.