Fecha: 07/01/2022. Lugar: Baluarte. Incidencias: Sala llena, entradas agotadas. Álvaro Urquijo (voz y guitarras), Ramón Arroyo (guitarras), Jesús Redondo (teclados, programaciones y coros), Juanjo Ramos (bajo y coros), Txetxu Altube (guitarras, mandolina y coros), y Santi Fernández (batería).

espués de cuatro décadas de carrera, Los Secretos siguen estando de plena actualidad. Son varios los motivos que les han devuelto a la primera línea: por un lado, su líder, Álvaro Urquijo, acaba de publicar una biografía titulada Siempre hay un precio, en la que repasa algunos de los avatares acaecidos a este grupo, que no han sido pocos (el libro también sirve para esclarecer muchos de los puntos oscuros, algunos ciertamente inexactos, que se habían cernido sobre la figura de su hermano Enrique); por otro lado, acaba de emitirse un documental centrado en la semblanza del añorado Enrique Urquijo; y, por último, se ha publicado un doble álbum en el que Los Secretos repasan algunos de sus temas más emblemáticos junto a amigos y compañeros de profesión como Mikel Erentxun, Amaral o David Summers, entre otros. Mientras todo esto sucede, Álvaro y los suyos siguen en la carretera. Ahora inician una nueva gira, a la que han llamado Recuperando las emociones, que hizo en Baluarte su primera parada.

Que el grupo de los Urquijo siempre ha tenido mucho tirón en Pamplona ya se sabía. En esta ocasión, a pesar de la pandemia y el riesgo de cancelación, el auditorio volvió a llenarse. El concierto comenzó con diez minutos de retraso, el tiempo necesario para que el público accediera al recinto tras la comprobación de pasaportes sanitarios, labor que el personal de Baluarte realizó, como siempre, con amabilidad y diligencia. Ya sobre las tablas, Los Secretos comenzaron con fuerza, interpretando dos joyas del calibre de Ojos de gata y La calle del olvido. Este grupo anda tan sobrado de himnos que puede permitirse despachar de inicio dos canciones que en cualquier otra banda estarían reservadas para el colofón final. Sin embargo, y esto es muy de agradecer, no se limitaron a un rutinario recitado de éxitos, sino que exprimieron su gigantesco repertorio, rescatando temas de sus últimos discos como Échame a mí la culpa o Mi paraíso, así como canciones antiguas no tan conocidas, caso de Buscando o Un nuevo color.

Intercalando estas sorpresas entre su imperecedero rosario de himnos, la actuación ganó en dinamismo y, sobre todo, en capacidad de sorpresa. Y qué bueno que un grupo con una trayectoria tan larga pueda seguir sorprendiendo. Afortunadamente, en lo que no se salieron del guion fue en la calidad de sonido, con el ya conocido quinteto formado por Álvaro, Ramón, Juanjo, Jesús y Santi perfectamente apoyado por Txetxu Altube en guitarras y coros. El sexteto ofrece, si cabe, mayor contundencia sonora y la maestría instrumental que siempre les ha distinguido.

Ante un público que celebraba cada canción, la banda madrileña continuó desgranando el racimo de sus éxitos, que eran recitados bajo las mascarillas por la audiencia, y espolvoreando esos temas no tan conocidos, pero igualmente reivindicables (busquen esa joya que se titula Trenes perdidos, y verán que no desmerece en absoluto). Al final, claro, Sobre un vidrio mojado y Déjame. Eternos Los Secretos.