Ione Atenea se ha convertido, por azar, en heredera de los vestigios de los hermanos García, que vivieron y murieron en una casa en el barrio barcelonés de Vallcarca. Cuando la cineasta navarra entró a vivir allí, descubrió las vidas de Antonio -dibujante de cómics en la editorial Bruguera-, Rosita -cantante de ópera y pianista- y Juanito -humorista y creativo-, latentes en la multitud de objetos que dejaron: un piano, cientos de dibujos, miles de fotos o un montón de casettes. Los caballos mueren al amanecer (81’), segundo largometraje de Ione Atenea tras Enero (2019), explora la memoria que fue vida en ese hogar y espacio de creación y ficción desde el que los hermanos García, apasionados intérpretes y artistas, escapaban a su manera de la realidad gris de la dictadura franquista. El documental se estrena a nivel mundial hoy a las 20.00 horas en la Sala de Cámara de Baluarte.

¿Qué fue lo que le motivó a guardar todos esos objetos que descubrió de los García? Lo fácil habría sido tirarlo todo y habitar los espacios de una manera nueva.

-Claro, lo que pasa es que yo sentía que la presencia de estas personas en la casa era muy fuerte a través de esos objetos, era como si estuvieran ahí. Murieron, no hubo nadie que recogiese su historia, su memoria, esos objetos personales, y yo sentía que no podía tirarlos. Tirarlos para mí habría sido como tirar su historia a la basura, como dejarles morir por segunda vez. Decidí por eso recoger todos esos materiales en una película.

¿Algo concreto encendió la chispa para empezar a tirar del hilo y seguir mirando objetos y fotos, investigando sobre los 3 hermanos?

-Sí, había dos cosas en el material que me interesaban y me impactaron mucho. Por un lado, esas imágenes de puestas en escena, fotografías de los años 50 que parecen rodajes de películas del Oeste en las que los protagonistas son ellos, los hermanos García. Y un texto escrito por Antonio que es muy críptico, no se sabe muy bien de qué habla pero todo el rato alude a una película, y a veces me daba la sensación de que me estaba hablando a mí. Leía en todo el material una invitación al juego, a seguir unas pistas y hacer algo con ello.

¿Qué siente abriendo al mundo la vida personal de unos hermanos a los que nunca conoció?

-Éste ha sido uno de los grandes conflictos en el que al principio no reparé porque estaba fascinada con todos los tesoros que estaba encontrando, y luego pensé: igual no les gustaría que esto saliese a la luz. Pero están muertos, nunca voy a poder preguntares, de algunas manera es un conflicto que me acompañará siempre. La película está hecha desde el máximo respeto y cariño, y fijándome mucho en su faceta como creadores más que en su vida personal.

En ‘Los caballos mueren al amanecer’ hay una historia de resistencia al tiempo, un deseo de permanecer; algo que todos queremos, aunque sea permanecer en el recuerdo de una persona cuando ya no estemos.

-Claro, en eso pensaba al revisar el material. Aunque luego me han preguntado si mi deseo es ese y me he dado cuenta de que en realidad no lo hago tanto por eso, mi impulso creativo va por otro lado. Pero sí es verdad que cuando dejas este mundo, ¿qué pasa si no hay nadie que te recuerde? De alguna manera desapareces.

¿Hacia dónde se orienta su impulso creativo, o qué lo mueve?

-Trabajo mucho movida por el deseo y sobre todo por documentar experiencias. Y me mueve más el propio proceso que la idea de dejar algo. Me interesa más el camino que la obra final, y siempre partiendo, hasta ahora al menos, del impulso de documentar una experiencia propia o algo que esté sucediendo a mi alrededor.

En este sentido, ¿el cine es también una vía de autoconocimiento?

-Sí, bueno, para mí el cine o la fotografía son herramientas para pensar el mundo.

¿Alguno de los hermanos García le ha dejado una huella más honda?

-Pues cada uno a su manera. Después de tanto tiempo con ellos, y habiendo investigado tanto y visto tantas cosas, incluso les he escuchado en grabaciones, siento la sensación de haberlos conocido. Y con cada uno la relación es diferente. Antonio es el que más material tenía, del que más información he encontrado y al que más he podido conocer; a Rosita también, y a Juanito un poco menos. Pero sí, son relaciones diferentes. Igual me conecto más con Rosita.

Hay en el documental parte de información objetiva sobre los García y otra parte subjetiva muy interesante que la pone su propia mirada, o lo que imagina sobre ellos.

-Sí, mi voz en off va contando la historia, y en todo momento queda claro qué es información y qué es mi sensación o lo que yo imagino. Al principio no me sentía muy cómoda con el tema de la voz en off, no lo sentía muy propio y no me apetecía, pero renunciar a eso suponía renunciar a muchas cosas; cuando empecé a trabajar con Diana (Toucedo) decidimos incorporarla definitivamente porque era algo que entraba y salía durante el proceso, y trabajamos mucho una voz de descubrimiento. Fue un trabajo de volver a colocarme en ese momento en el que yo iba descubriendo la historia de los materiales.

La revisión de esos objetos le da pie a hablar de otros temas, como la precariedad del artista, el machismo... ¿Cómo definiría en cuanto a estas realidades la época en la que se movieron estos hermanos?

-La historia de los dibujantes, el sindicato que hicieron y todo eso era algo que yo no conocía y ha sido un descubrimiento para mí; y lo del machismo, claro, en el franquismo hubo un súper retroceso en ese sentido y Rosita y todas las mujeres de esa época vivieron el machismo más absoluto. Una de las cosas que me pregunto mucho sobre Rosita es cómo llevaba ella esa situación, porque mi lectura es que ella, a su manera, hacía frente a eso, llevaba una vida un poco diferente dentro de lo que se podía. Una de las cosas que me pregunto es si ella realmente quiso quedarse en casa a cuidar de sus hermanos, si fue algo entre comillas más obligado, o quizá no y ella lo decidió y estaba encantada... En cualquier caso he intentado mirar la época sin juzgar.

¿Cómo acoge el estreno de hoy y el privilegio de inaugurar una nueva edición del Festival Punto de Vista?

-Me hace mucha ilusión. Punto de Vista es un festival que me encanta, y aquí en casa voy a estar muy arropada. También me impresiona y me abruma porque es una sala muy grande y suele estar llena, al ser la inauguración... Pero con ganas.

¿Qué recorrido espera para ‘Los caballos mueren al amanecer’?

-Como suele ocurrir con estas películas, primero estará por festivales y ojalá que pueda recorrer el máximo posible, y luego supongo que estará en algunas salas, me gustaría; y que se vea en cualquier otro tipo de espacios y llegue a cualquier persona a la que le apetezca ver la peli.

¿Qué ha sido de los objetos personales de los García? ¿Los conserva todavía?

-Pues mira, sigo sin poder tirarlos a la basura. Algunos tienen su lugar en la casa. Todo lo que tiene que ver con el cómic está en el Museo del Cómic y la Ilustración de Sant Cugat del Vallès, y estoy buscando un segundo hogar al resto de cosas; algunas se quedarán en casa, porque sí, por ejemplo las fotografías más personales de álbum, ¿qué podría hacer con eso? Si no las quiero tirar, se quedarán en casa. Y otros materiales que he usado en la película se pueden ver estos días en la exposición colectiva que acoge la Casa de Cultura de Aoiz Esta cxsa no se habita, del programa Uholdeak, y donde participo con una instalación sobre el proceso de la película.

La casa en la que vivieron y murieron los García es habitada hoy por una nueva generación de artistas, la suya, en otro tiempo muy diferente. ¿Cómo lo definiría para la creación? En cuanto a cine documental y experimental hay ahora una energía especial, en concreto de directoras mujeres en Navarra. ¿Pero faltan recursos, otro tipo de apoyos?

-Los recursos y las ayudas de cine están muy enfocados al cine comercial. Aunque nosotras recibimos apoyo y gracias a él hacemos las pelis, es verdad que el apoyo está diseñado para otro tipo de cine y a veces nos encontramos con dificultades. Y, sí, se están haciendo cosas súper interesantes y potentes ahora aquí en Navarra en este ámbito del cine más de creación o experimental, estamos haciendo una comunidad muy bonita.

Antes ha comentado que concibe el cine como una vía para pensar el mundo. ¿No le da pena que la cultura que predomina tienda cada vez más a un ocio ligero, al entretenimiento pero no a generar pensamiento, crítica o debate?

-La verdad es que sí. Y muchas veces se infravalora al público, se le trata como si no pudiese llegar a entender o a conectar con este tipo de películas o de trabajos quizá un poco más complejos o exigentes; sin embargo, luego, cuando realmente van a verlas por lo que sea, sí que funciona, la gente conecta mucho, y veo en este entorno del cine que se generan debates súper interesantes. Pero no se incentivan tanto como otro tipo de trabajos. Animo a todo el mundo a que los vea porque los va a disfrutar; quizá a veces da miedo o pereza o te parece que no vas a entender, y luego no es así para nada. Es muy accesible.

“Por el retroceso del franquismo, Rosita y todas las mujeres de su época vivieron el machismo más absoluto”

“Estamos creando en Navarra una comunidad de directoras muy potente en torno al cine de creación o experimental”

“El cine y la fotografía son herramientas para pensar el mundo; y me interesa más el camino que la obra final”