Intérpretes: Zaz llegaba a Pamplona dentro de su gira Organique tour, en la que presenta su último disco, Isa. Fecha: 14/03/2022. Lugar: Baluarte. Incidencias: Lleno, entradas agotadas con semanas de antelación.

omo si hubiese querido meterse al público en el bolsillo desde el primer momento, Isabelle Geffroy, conocida artísticamente como Zaz, comenzó cantando entre el patio de butacas. Un foco la seguía y ella saludaba, sonreía y estrechaba algunas manos de camino al escenario. Allí le esperaba un quinteto que en las siguientes dos horas dejaría sobradas muestras de su elegancia y buen hacer instrumental. Les jeus hereux e Imagine fueron los dos primeros temas que interpretaron. Antes del tercero, leyó en un folio un saludo en español con fuerte acento francés y encendió una vela para cantar Si jamais j'oblie.

El sonido, como casi siempre en Baluarte, fue limpio y se escuchó con total nitidez. Así pudo apreciarse todo el potencial de la banda, que acometió diversos estilos, todos ellos con éxito. Las luces también fueron dignas de mención, elegantes y vistosas, bañando el escenario de diferentes tonalidades e iluminando al patio de butacas cuando se buscaba su colaboración. Los músicos permanecieron estáticos, cada uno en su lugar, dejando que todo el protagonismo recayese sobre Zaz. A ella le sobra el magnetismo. Derrochando carisma, con su figura menuda y sus bailes pizpiretos, brillando con luz propia dentro de su peto de lentejuelas, con su innata simpatía y sus bailes desenfadados, la francesa encandiló a su audiencia y jugó con ella a su antojo.

Tras un comienzo más popero, el primer punto de inflexión llegó con la bella Et le reste, que fue interpretada a piano y voz. Llegaron después un par de temas de aires cabareteros (Les passants y Comme ci, comme ça) en los que la banda fue cogiendo carrerilla para aumentar las pulsaciones y lucirse con el intervalo más jazzero (o gypsy jazz), en las que incluyeron canciones como Paris sera toujours Paris y Oublie Loulou (esta última, de Charles Aznavour). Este fue el tramo más personal de toda la actuación, el que contó con mayor personalidad propia.

La última parte, que comprendió la segunda mitad del concierto, se escoró más hacia el rock, la balada y la chanson. En dos canciones (À perte de rue y Tout l'à-haut, la segunda acústica y casi country), Zaz se encaramó a una escalera y cantó desde lo alto con varios focos cenitales iluminándola. Detrás de ella, un enjambre de bombillas brillaba como si fuesen estrellas. Cuando bajó, volvió la electricidad y las guitarras sonaron con fuerza inusitada. El público no pudo contenerse y se levantó de sus butacas mientras la cantante bailaba tirada en el suelo.

No fue la única vez que la parroquia se puso en pie, pues volvió a hacerlo en el gran hit que es Je veux (¡y cantando todos el estribillo en francés!). La sorpresa llegó con una divertida versión de Clavelitos en perfecto castellano. La apoteosis, con On ira (también muy coreada) y, ya en los bises, una sublime La vie en rose y la épica Le chant des grives. Maravilloso concierto, musical y escénicamente irreprochable y con el añadido del magnetismo que desprende Zaz. Ojalá vuelva pronto.