Tenor: Víctor Castillejo. Bajo: Ignacio Fernández. Organista y director: Raúl del Toro. Programa: Canto gregoriano. Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz del P. Tomás de Elduayen. Obras al órgano del P. Donostia. Programación: Asociación Navarra de Amisgos del Organo. Schola Gregoriana. Padres Capuchinos. Lugar: Iglesia de San Antonio. Fecha: 15 de abril de 2022. Público: Lleno (entrada libre).

n los conciertos en torno a la Semana Santa, a los que he podido asistir, ha habido un especial cuidado y preocupación en hacer programaciones coherentes, en torno a determinados temas, autores o circunstancias: jugando con la arquitectura, la Capilla de Música de la Catedral; mostrando la mejor nómina posible de polifonistas españoles, la Coral de Cámara de Navarra; cumpliendo con la tradición del Miserere, la Federación de Coros; acercándonos al sinfonismo luctuoso, la Sinfonietta de Pamplona; y, el que nos ocupa hoy, exaltando la amistad de dos compañeros de clase de Lekároz, el P. Donostia y el P. Tomás de Elduayen; ambos, claro, con el canto gregoriano de fondo.

El gran organista Raúl del Toro, director, además, del coro Gaudeamus, preparó un concierto impecable con el canto gregoriano, las Siete Palabras de Cristo en la Cruz del P. Tomás de Elduayen, y obras al órgano del P. Donostia, como comentario a las palabras. Todo en una matinée de Viernes Santo, meditativa, austera, profunda, y de rico contenido musical. En primer lugar, hay que decir que el coro Gaudemus hizo un gregoriano impecable, sin titubeo alguno en los melismas, con una sonoridad redonda y monacal que la acústica acogía muy bien, con detalles, como la repercusión en la palabra nomen del gradual Christus factus est, una atmósfera de quietud y humildad, sin que ninguna voz destaque. Es un verdadero descanso para los sentidos, en tiempos ajetreados, el vuelo y fluidez de esta música. Por otra parte, la narración de la función venía de las Siete Palabras, esta vez con la música -austera donde las haya- del P. Tomás de Elduayen. Es curioso lo que dice el P. Donostia de la música de su compañero y amigo: "trata los temas sin amplificaciones retóricas ni engolamientos de voz; el P. Tomás no era de los que creen que el summun de la emoción es el do de pecho cantado, gritado o vomitado, sin ningún pudor; su música es pudorosa, huye del latigillo, y está llena de una emoción escondida bajo una aparente indiferencia". Ciertamente, estas "Siete Palabras", con un recitador tenor y un Jesús bajo, apenas desarrolla melodía alguna, y contrapone un recitatativo - arioso, muy difícil de encajar en estilo para el intérprete, con unas repuestas más rotundas, en graves profundos, de Jesús. Víctor Castillejo, resuelve el difícil rol, no exento de agudos, con claridad de texto y algo descarnado de matiz, quizás lo que pide la música. Ignacio Fernández, por su parte luce una voz con empaque y autoridad que viene muy bien al dramático texto. Raúl del Toro, por su parte, al órgano, (traído de Lekároz), rubricaba ambas formas vocales -gregoriano y solistas- con el Dolens Sunamitis del P. Donostia. Unos comentarios organísticos, también, caracterizados por cierta austeridad, para el oyente, al que se le hace, al principio, un tanto inhóspita; aunque, luego, ya va entrando en ella: por ejemplo, el comentario sobre el Crux Fidelis, con registro rotundo en el tema, adornado en la base y que se va diluyendo en un matiz pianisimo; o el bonito y más asequible coral vasco Oh Jesús Gurutzera. En fin, una hora como de otro mundo. Con la iglesia llena y un público respetuoso. Y todo muy bien explicado en los idiomas originales y con traducción de los textos.