Miren Iza visitará la sala navarra junto a una banda formada por miembros del Liverpool Institute of Performing Arts. La cita dará comienzo a las 21.00 horas.

El proyecto de Tulsa comenzó con un estilo muy marcado de americana. Una vez dijo que fue a Nueva York y allí sintió que era una impostura hacer ese tipo de música habiendo nacido en España.

–Las cosas casi nunca suceden por un único estímulo, pero sí, haciendo la reflexión a posteriori sí que sentí que podía tener algo que ver aquello. Me dio un poco de vergüenza incluso el nombre del grupo, Tulsa, que yo lo pronunciaba como suena y no me entendían. También tuvo que ver que aquellos primeros discos fueron el resultado de la evolución natural desde la formación de rock donde me había iniciado, con Electrobikinis, y cuando estaba en Nueva York, marcada también por la soledad de haberme ido y estar sin mi banda, comencé a jugar con nuevas herramientas. No hay nada más triste que repetir la misma fórmula incesantemente. Para mí, tiene que haber algo que me divierta; si no, no lo hago.

Habla de jugar, y eso es lo que hizo en los tres últimos discos, que son más experimentales.

–Sí. Nueva York no fue una época muy larga, pero me marcó mucho. Una cosa que aprendí allí fue a quitar gravedad a las cosas. A la vez, aunque pueda parecer contradictorio, creo que los primeros discos eran más inconscientes; hacía las canciones en mi casa, me iba al local a tocarlas con músicos que yo consideraba mucho mejores que yo, ellos ponían su granito de arena y yo no le daba más vueltas. Sin embargo, cuando el trabajo es más solitario y compones la canción, piensas los arreglos, grabas la maqueta… Eres más consciente de todo. Digo que es contradictorio porque, por un lado digo que es una parte más de juego, pero por otro lado era más consciente del motor que había debajo de aquellos discos.

Acaba de estrenar ‘No quiero hacer historia’, primer adelanto de su nuevo disco. Da la impresión de ser algo más clásica que sus últimos trabajos.

–Sí, es la intención. No puedo decir mucho del disco todavía. Esta es una de las canciones que me funcionan mucho a nivel narrativo con muy poquitos elementos. A veces, sumando capas se perdía. Las grabaciones dan muchas vueltas: avanzas hacia un lado, vueles hacia atrás… Pero en este caso veía que lo que quería decir con las canciones quedaba un poco sepultado si metía demasiadas cosas. Hemos hecho un ejercicio de destilar, casi.

La letra parece reivindicar el papel de las mujeres anónimas en la historia.

–Es una cuestión compleja para mí, porque en realidad estoy hablando por un personaje que no soy yo, o que solo tiene algo de mí. Hablo en primera persona, pero es un poco trampa. Me imagino ese personaje que va a ser Amadora y que en esta canción dice eso. Pero sí, la letra es bastante clara y me sirve como carta de presentación del personaje.

En la portada del single se ve a una mujer con los pechos desnudos. ¿Ha tenido problemas en las redes sociales?

–Sí. Primero la quitaron de Instagram, que eso ya nos lo esperábamos. Con lo que no contaba era con la censura en Spotify. Es complicado, porque hay un contacto que no es humano, simplemente subes las cosas. En este caso nos lo rechazaba, pero no nos daba una razón, nos mandaban una serie de epígrafes y tienes que intentar averiguar cuál es tu caso. Uno hablaba de contenido sexualmente explícito, y tuvimos que mandar una especie de escrito de defensa, que es muy fuerte todo esto, defendiendo artísticamente la portada, y esa segunda vez que volvimos a subirlo, el algoritmo o el ente que sea, lo admitió y ya está accesible. Pero en Instagram no, en Instagram estuvo unas horas y lo retiraron. Curiosamente lo retiraron de Instagram, pero de Facebook no. Hay cosas que son muy arbitrarias. Es escandaloso que se esté censurando una portada. No sé qué pasa con las tetas, con los pezones femeninos.

Además, ahora, si le censuran en esas tres o cuatro redes sociales, el artista se queda sin exposición pública.

–Antes no había esta censura. Yo me entristecí mucho, porque hay mucho trabajo detrás, estaba todo muy pensado, estábamos todos super contentos con la portada… Qué pena. Y qué haces en ese momento, claro. Estuvimos dándole vueltas, haciendo pruebas, tapando un poco a ver si colaba… Afortunadamente, al final no ha hecho falta, porque iba en contra de lo que pensábamos. Es una mujer que se muestra tal y como es, mirando a cámara, como Iggy Pop, sin sujetador ni camiseta ni nada. Si eso te amenaza sexualmente, el problema lo tienes tú.

¿En qué fase está el disco?

–No está terminado del todo, pero casi. No es como hace años, cuando solté Tres venenos y no tenía ninguna canción más. Esta vez está todo ideado y para otoño espero que esté todo listo, aunque me da mucho palo marcar plazos.

A Pamplona viene con una banda formada por miembros del Liverpool Institute of Performing Arts (LIPA), que fue creado por Paul McCartney. ¿Cómo surge este proyecto?

–Es un programa muy feliz y lujoso que tiene la AIE (Sociedad de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes de España, NdR) en el que cada año va un artista y se pasa una semana con los alumnos que se quieren apuntar de allí. Hay una especie de selección en función de lo que tú hables con el director musical, según cómo plantees el estilo y los arreglos. Cuando llegas allí, ya se saben casi todo el repertorio, han trabajado sobre ello. Se trata de mezclarte. Es una experiencia que asusta un poco, me cuesta adoptar el rol de profe, entre comillas, de tener que corregir, dirigir… Pero al final es una gozada. Estás con chavales que han tenido un camino muy diferente al tuyo y te lleva a hacerte preguntas. Si vas con una actitud permeable, te contamina para bien. En este caso he planteado los conciertos como una especie de greatest hits mío. Qué canciones antiguas me gustaría oír con vientos, o con coros…

Es banda grande.

–Sí. Hay tres vientos, tres coristas, bajo, batería, teclista… Es un movidón (risas).