En flamenco abundan las sagas familiares, pero usted fue la primera de su familia en tomar el camino del arte. Fue una tía suya quien sugirió que la llevaran a clase de danza.

Así fue, no había nadie en mi familia que se dedicara ni al cante ni al toque ni al baile. Fue mi tía Encarnita, la hermana de mi madre, la que intuyó que yo podría dedicarme a bailar, porque su obsesión era que yo tomara clases de baile. Creo que era porque yo, de pequeña, siempre estaba disfrazada, me encantaban los tacones, su ropa, las joyas de la abuela… Supongo que por eso vio alguna posibilidad de que yo terminase siendo artista. Pero no fue algo que yo me propusiera, fue por cumplir su deseo, porque ella murió muy joven, con veintinueve años.

¿Despuntó muy rápido?

La primera escuela a la que fui era una escuela casera, con una profesora muy joven, Adela, que impartía clases en la cochera de su casa, en verano, para sus gastos. Ella le dijo a mis padres que sería una pena que yo no continuara, porque creía que tenía posibilidades, tenía oído, cogía las cosas muy rápido, tenía coordinación… Así fue como empezó todo. Mis padres buscaron otra escuela, tampoco sabían mucho sobre esto, y en Granada, en la calle San Antón, encontraron una escuela que daba de todo: clásico, clásico español, claqué, flamenco… Las hermanas Berdonet, era maravilloso. Ahí aprendí lo que eran los tientos, la farruca… Lo más ortodoxo del flamenco, todas las danzas que había, y así pude escoger lo que realmente me gustaba.

¿En qué momento sintió que quería dedicarse a esto?

Fue a raíz de un festival que hoy se sigue haciendo Granada, en los Ogíjares, donde yo crecí. Vi a Concha Vargas y les dije a mis padres: “Este es el baile que me gusta, esto es lo que quiero estudiar”. Cuando empecé a trabajar, lo hice de manera inconsciente, con 16 años ya estaba de gira por Italia con la compañía de Rafael Aguilar.

Esos viajes que hizo desde tan joven, ¿le han influido en su forma de bailar? ¿O pretende mantener pura la tradición?

Las raíces de mi forma de bailar siempre están muy ligadas a lo clásico, a lo ortodoxo. Pero es verdad que, no solo la danza contemporánea, también la clásica, la urbana… todo lo que te emociona, te influye. Intento buscar un equilibrio, no limitarme, para poder contar, hacer sentir, transmitir. Todo es necesario.

“Lo verdaderamente importante en el baile es saber utilizar la técnica para que esté al servicio de hacer sentir”

Eva Bausch, maestra de danza contemporánea, le dijo que lo importante no es cómo se baila, sino por qué se baila.

Hoy, técnicamente, toda la información está al alcance de cualquiera. Lo importante no solo ese estar preparado técnicamente al máximo nivel. Lo verdaderamente importante es saber utilizar esa técnica para que esté al servicio de hacer sentir. Adaptarla a tu metodología, a tu forma de contar… Que esté al servicio del arte. Mi mayor reto es llegar a conmover.

O sea, que respondiendo a la pregunta de Eva, su motivo es hacer sentir.

Sí, yo creo que sí. Cuando la gente dice que no va a ver un espectáculo de flamenco porque “no entiende”… Si pensásemos así, no haríamos nada. Yo no entiendo de pintura, pero me encanta ir a museos. O al cine, aunque no sea una erudita. Me gusta ir, escuchar, observar…

Después de tantos premios y reconocimientos, ¿cuál es la motivación?

A mí me ayuda mucho la creación, el compartir experiencias con los demás. Me siento realizada. Luego hay algo que no tiene precio, y es la gratitud del público. Eso es lo máximo, una satisfacción enorme. Si hay dos mil personas en un teatro, con que una se emocione, me doy por satisfecha. Cuando alguien viene y te dice: “Yo no entiendo de flamenco, pero a partir de ahora soy adicta”. Es increíble.

“En la vida hay que ser lo más honesto posible con uno mismo. Mirarse, no tener miedo a verse con una edad y una madurez”

Usted ha dicho que no lucha por su reconocimiento personal, sino por el del flamenco.

Sí. Cuando hay un reconocimiento, desde el más pequeño hasta el más grande, es una satisfacción personal, pero para mí es más importante que se reconozca el flamenco, que a mí me ha dado tanto, la posibilidad de viajar, de conocer otras culturas, de sentirme realizada.

Viene al Flamenco On Fire con ‘Re-fracción (desde mis ojos)’, un espectáculo en el que la acompaña Paco Jarana, su gran compañero de vida y profesión.

Exacto. Su trabajo es la banda sonora de mi vida. Como persona es maravilloso, como padre, como compañero… Y artísticamente es genial. Me conoce perfectamente, sabe cómo me muevo, lo que necesito, lo que siento…

Ha creado este espectáculo con Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola. Él viene de un mundo más experimental. ¿Cómo ha sido trabajar juntos?

Ha sido maravilloso. Todo el proceso de creación ha tenido una riqueza increíble. Hemos hablado muchísimo. Nos hemos conocido, en qué punto estamos, qué experiencia hemos tenido… Él es genial, sabía perfectamente de dónde teníamos que partir. Desde mis ojos significa desde mis ojos, y desde los suyos. Es un espectáculo con una carga emocional enorme, te pone delante de un espejo, pero desde dentro hacia fuera.

“Más importante que mi reconocimiento personal es que se reconozca el flamenco, que tanto me ha dado; esa es la mayor satisfacción”

Lo del espejo es literal, hay uno en escena, y eso que a usted no le gustan nada…

No me gustan nada, no (risas). No me han gustado nunca. De pequeña tenía, pero porque te maquillabas, era como si te disfrazases de otra persona, un juego. Pero no me gustan los espejos a la hora de crear, de estudiar… Y al impartir clase, menos todavía. Una cosa es lo que ves, y otra lo que sientes. Los espejos nos engañan muchísimo. Nos ensimisman, y eso es muy peligroso.

¿Qué es más importante? ¿Cómo nos vemos nosotros, o cómo nos ven los demás?

Tanto una cosa como otra. En la vida hay que ser lo más honesto posible, sobre todo contigo mismo. La primera persona que no quiere fallar ni fallarse a sí misma soy yo. Necesito ser muy sincera y honesta. Tienes que mirarte, verte con una edad, con una madurez, qué te gustaría, qué ha cambiado, qué echas de menos… No tienes que tener miedo a lo que realmente necesitas hacer. Eso es muy importante.

Antes ha dicho que hay personas que no se acerca al flamenco porque dice eso de “es que yo no entiendo de flamenco”. ¿Qué les diría?

Que no se pongan ese límite. En la vida nos limitamos continuamente, por miedos, por desconocimiento… El flamenco no deja indiferente a nadie. Cuando entras en un teatro o un tablado, no tienes que limitarte. Solo disfrutar.