Siempre se le asocia al piano, pero el primer instrumento en el que se fijó fue la guitarra, cuando tenía tres o cuatro años. 

Sí. Fue una cuestión de posibilidades. Vivíamos en una casa pequeñita y éramos cinco; el piano era caro y no cabía. Tuve la suerte de que cayó en mis manos una guitarra, que es un instrumento que toco muchísimo, cada vez más, pero siempre de manera autodidacta.

Ya desde tan pequeño la música le llamaba la atención.

A veces, cuando me preguntan en qué momento me llamó la atención, no sé qué contestar, es como si me preguntaran en qué momento aprendí a hablar, porque no tengo una referencia exacta. La música me llamado la atención siempre, y lo ha hecho poderosamente, me ha abrumado. No soy una persona de retos, pero diría que el único reto que he tenido en mi vida ha sido la música.

El piano tardó poco en llegar. Fue un año más tarde, uno que había en el colegio, ¿no? 

Así es. De hecho, tengo pendiente secuestrar ese piano, como si fuera un delincuente. Yo apenas alcanzaba el teclado, era un Kawai blanco, de pared, y me dejaron tocarlo. No veía las teclas, pero aquello se convirtió en un amor que va a peor cada año, porque cada vez estoy más enamorado, es una locura.

Supongo que tocar un instrumento sigue teniendo algo de lúdico para usted. ¿Cuándo pasó a ser también una herramienta para expresarse?

No lo sé… El uso siempre ha sido lúdico, eso no lo abandono, pero cuándo se convierte en la mejor manera de romper el silencio… Te diría que eso ha sucedido mucho más recientemente de lo que la gente se pueda imaginar. No sabría decir una fecha, pero si hubiese una adolescencia, una madurez y una vejez instrumental, hace muy poco que he he dejado de ser un adolescente. Muy poco.

Sus primera actuaciones fueron en Londres, a donde fue a vivir para aprender inglés. 

Bueno, a aprender inglés, de aquella manera (risas). Hay muchísimos españoles en Londres, y más hispanohablantes todavía. Fue una experiencia maravillosa, pero era difícil tirar para adelante. En cada esquina había alguien tocando, y un compañero de piso me obligó a tocar; no tenía mucho éxito, pero algo sacaba. Fueron las primeras veces que, a pesar de toda la vergüenza y el pudor, pude expresarme con gente que no conocía a través de la música.

Imagino que las primeras actuaciones en garitos le habrán curtido como artista.

Solo puedo hablar desde mi experiencia, no es nada absoluto, pero en mi caso sí fue así. He tocado en garitos de Fuengirola, Málaga, Marbella en los que, hubiera la gente que hubiera, nadie estaba allí para escucharme, pero yo siempre intenté que me escucharan; contaba historias, hablaba, cantaba éxitos de otros artistas que ahora son mis amigos… Eso me curtió muchísimo para saber dónde estaba. Tenía que ganarme al público, pero dándole algo.

Ahora ha tenido que ganarse al público de una manera diferente. Normalmente, uno sale de gira después de sacar el disco, pero en su caso, lo ha hecho al revés. ¿Por qué ha decidido hacerlo así?

Yo creo mucho en los discos, grabar un disco es una cuestión de fe hoy en día. Necesitaba tocar, han sido unos cincuenta conciertos. Y quería escribir con el calor y el arrebato que te da al salir de un concierto. La gente me lo ha permitido, ha sido una gira maravillosa. Ya tengo el disco casi terminado, y se ha hecho de esa manera. Creo que este disco lo han escrito las no sé cuántas mil personas que han venido a verme a los conciertos.

¿Crees que el formato disco pervivirá? Ahora parece que imperan las canciones sueltas, los singles y las listas de reproducción.

Hay un rayito de luz en todo esto. Hay coleccionistas, está resurgiendo el vinilo… Es una esperanza. Si tienes una intención como artista, si pretendes que las canciones que escribes tengan sentido dentro de diez años, eso se deberá a los discos, a una obra que refleja la situación de un artista. Ese es el instagram más certero que puede haber. Eso no va a acabar nunca, y no es idealismo. Ese formato va a seguir siempre. Tenía mis dudas hasta que fui a México, a Barcelona, a Coruña… Ahí no hay inteligencia artificial que valga, la reacción del público es real.

Menciona México, donde ya había estado, pero en esta gira también ha visitado por primera vez Costa Rica y Guatemala. ¿Qué tal le ha ido?

Ha sido maravilloso. Es increíble escuchar las historias desde la idiosincrasia de otros países que, aunque hablen el mismo idioma, ven la vida de una manera diferente a la nuestra. Eso me tiene absolutamente enamorado.

Una semana después de su concierto, en el mismo escenario actuará Raphael, que viene con su disco Victoria, en el que usted ha escrito todas las canciones y ha sido el productor. ¿Cómo ha sido hacerle un disco a Raphael?

No es cómo ha sido, sino cómo está siendo, porque una cosa que no me habían dicho es que Raphael nunca se acaba, jamás. Nadie me había advertido de eso, y es maravilloso. Poder trabajar con alguien que te está enseñando cosas constantemente, sin querer, sin pretensión de hacerlo, es increíble. Por eso te diría que la experiencia me ha ayudado a conocerme, a perdonarme y a darme cuenta de cosas mi vida, solo estando con él cantándole una canción. Es un privilegio.

¿Ha sentido un poco de vértigo al situarse en un lugar en el que antes estuvo Manuel Alejandro?

Manuel Alejandro sí que me dio vértigo, porque hablé con él varias veces y lo admiro mucho desde siempre. Y sí, por supuesto que sientes vértigo y responsabilidad. Es muy bonito que la vida te ofrezca retos como este. Yo estoy muy bien con mi vida y con mi carrera, pero, de repente, tener la oportunidad de trabajar con Raphael me ha dado un plus de energía. Está siendo importantísimo para que no pierda la perspectiva. Da vértigo; por mucho que lo abrace y lo considere mi amigo, nunca se me olvidará su importancia.

El concierto del Navarra Arena será especial, porque es el último de esta gira. ¿Cómo va a ser? ¿Adelantará alguna canción inédita del disco que está a punto de publicar?

Probablemente lo haga. Será un diálogo con el público, siempre intento que sea así. Procuro romper la cuarta pared y seguro que pasarán cosas. En esta gira, que han sido unos cincuenta conciertos, hemos trabajado un equipo de treinta personas, y el de Pamplona va a ser el primero al que vayamos todos juntos a la vez, desde mi casa. Y que me perdone el público de las otras ciudades por las que hemos pasado, pero por supuesto que acabar en Pamplona tiene mucho sentido para mí, por muchas razones. Yo he hecho muchos kilómetros para ver a otros artistas en Baluarte, por ejemplo. Siempre es especial tocar, y si es en Pamplona, más.