Bilbao, mierda, rocanrol!”, rezaba el estribillo de una de las canciones de M.C.D., el grupo de punk-rock del que fue fundador en los 80. Quizás rezar no sea la palabra más adecuada para un grupo como aquel, pero en todo caso ese estribillo podría ser un buen resumen de la trayectoria de este músico y artista gráfico del bilbaino barrio de Irala y un buen título alternativo para Make Bilbao GrAI Again, el libro de fotografías en el que con la ayuda de la Inteligencia artificial (IA), Niko Vázquez recrea y reivindica el Bilbao industrial, sucio, violento pero a la vez genuino y solidario de décadas pasadas.

El diseño gráfico ha estado presente siempre en su trayectoria, a la par que la música, pero ¿cuándo y cómo llega a la IA? 

En enero 2022 empecé a indagar con OpenAI . Era muy deficiente pero prometedora. Con la irrupción de DallE, Midjourney y otros, las imágenes generadas pasaron a mejorar rápidamente. Me sorprendió la habilidad con la que un algoritmo, con una petición de texto con lenguaje natural, fuese capaz de generar una imagen visual sorprendente y a veces aceptable, en segundos. Eso fue un bombazo, me abrió de repente todo un campo de posibilidades gráficas, muy difíciles o imposibles de realizar para mí hasta el momento.

La Inteligencia Artificial aplicada al arte genera recelos y polémicas, pero ¿se reduce a eso, a dictarle a una máquina que haga el trabajo o en realidad es una herramienta más?

Es una herramienta que tiene sus complejidades y que evoluciona muy rápido casi día a día. A los junkies del grafismo como yo nos ahorra recursos y tiempo; nos va a permitir llevar a cabo proyectos que están en un cajón y para los que como es mi caso (mi Mac es de 2013) sin infraestructura apropiada antes eran literalmente imposibles. Supone, en cierto modo, una democratización visual al alcance hasta ahora solo de los grandes estudios. 

¿Se podría, en ese sentido, hacer un paralelismo con la música, con el punk y el háztelo tú mismo?

Como sucedió con la invención del PC, los chips o la web, la IA supone un cambio de paradigma. Si entonces nos indujo a pensar que íbamos a democratizar el conocimiento universal, la cultura o la información, ahora poco a poco vemos que no, que también ese control se desplaza sin pausa y muy rápido a los mismos grupos de poder. Pero aún está explosionando, poniendo todo patas arriba en todos los ámbitos, así que aprovechemos este momentum increíble para intentar cosas increíbles.

Personal

M.C.D. El que fuera bajista y fundador de M.C.D. forma parte de una de las sagas del punk vasco. Sus hermanas Lupe y Loles crearon a su vez Las Vulpes. Niko, que ha pasado también por grupos como Cancer Moon o Motorsex (todavía en activo), ha diseñado también portadas de grupos como Eskorbuto, La Polla o Parabellum. En su formación como artista gráfico pasó una temporada en Londres, becado en el mismo College en el que los Sex Pistols dieron su primer concierto. Con su libro de fotografías Make Bilbao GrAI Again, publicado por Zorrotz, recupera el Bilbao de los 80 y finales de los 70, que fue también el Bilbao vivo y salvaje de su infancia y juventud.

En su caso se ha centrado en recuperar con imágenes el Bilbao de los 80, los astilleros y altos hornos, el chabolismo, el paro, la conflictividad social… 

Make Bilbao GrAI Again me ha supuesto una enorme sorpresa, totalmente inesperada, ya que casi todo lo que subo desde hace décadas a las redes son majaradas personales en las que pretendo reescribir irónicamente historias que en mi mente “han sucedido así” y que a la gente les suele provocar la risa o enfado. Sin embargo, en este proyecto inicial mi objetivo fue experimentar con la IA, ver hasta dónde podía llegar y hacerme un álbum personal de ese Bilbao de mi infancia y juventud, en color, no depender ya de esas copias malas de fotos pixeladas en blanco y negro que encuentras por Google. Viniendo del barrio obrero de Irala (ahora en las postales vendido como el barrio inglés de Bilbao), y no de Neguri, seleccioné temas que viví. Y resulta que unas herramientas IA del 2023, con todos sus fallos y críticas, fundadas o no, es capaz de provocar emoción, traer recuerdos y disparar la imaginación. 

¿Está, por tanto, entre aquellos a los que aquel Bilbao gris, industrial, feo en cierto modo, le parecía mucho más bonito y más vivo que el actual, más parecido a una postal? 

Lógico, porque tenía 40 años menos. Salíamos del franquismo pero nos metimos de cabeza en el post... Como jóvenes punks nihilistas y muchos en paro, clamábamos que “no teníamos futuro” pero sí, lo pasamos bien, no pensamos en llegar a viejos sino aprovechar nuestro día a día. Ese Gran Bilbao Gris sucio, violento pero solidario, altamente politizado, de barro, sirimiri y contaminado, lo amábamos y odiábamos a partes iguales, pagando un alto precio, claro. En definitiva, no es nostalgia, sino una reivindicación para que nuestro Bilbao, el de las laderas, no se convierta en otro cliché, que somos ciudadanos, no edificios fálicos ni containers de puerto apilados con letras en color fucsia. No deseo un Bilbao alienado, como cualquier otra ciudad del mundo arrasada: turismo denigrante masivo, “basque” cosmopaletos, más cemento, sin respeto por la ecología, con usurpación y monetización privada del espacio público... Lo habitual en cualquier agenda “sostenible y ecológica” gubernamental. 

“Somos ciudadanos, no containers de puerto apilados con letras en color fucsia”

Ese Bilbao y esa época que retrata fue intensa, con paro, violencia política, heroína... pero a la vez los jóvenes la vivieron a tumba abierta -a veces literalmente-, ¿está de acuerdo con quienes dicen que había más libertad que ahora o que al menos se vivía de un modo más bestia o salvaje?

Libertad creo que no había ninguna, lo que había era mucho miedo y represión y el enemigo también sentía miedo. Estaba un poco más repartido que ahora. Así que no le quedaba otra que ir soltando algo de cuerda para evitar daños colaterales porque la presión en la calle sí era realmente mayor. El extremo de la cuerda sigue en las mismas manos de los herederos sin tener que recurrir a medidas digamos más violentas.

Usted fue parte activa de aquella época, ¿cómo lo vivió, qué recuerdos tiene y qué queda de todo eso, sigue siendo punk, en cierto modo? 

Es parte de mi vida, así que procuro seguir formándome como persona, saltándome etapas de esa “rueda social” que, supuestamente por edad, tengo obligación de cubrir. En el grupo de natación, donde soy el aitite, me tienen como “el punk”, pero siempre miro hacia adelante, improvisando, intentando no convertirme en una parodia cebolleta de mí mismo. Ya que sé que no puedo salirme del sistema, prefiero ser eterno aspirante a convertirme en un pequeño virus dentro de él.

Una batidora de proyectos a mil revoluciones

La Inteligencia Artificial se ha vuelto adictiva para Niko Vázquez y ya prepara un nuevo libro con imágenes antropomórficas, algunas de las cuales se pueden ver en sus redes sociales (redes que a su vez se convierten en algunas entradas en una impagable hemeroteca del punk vasco). Aburrido de ser salvaje llevará por título el nuevo trabajo, y no será el único: un corto basado en Make Bilbao GrAI Again con guion de Kote Camacho (Komiki Films), también está en marcha. Además, Niko, se quita adrenalina ensayando semanalmente con Motorsex. “Con la ayuda del gran Pela sacamos cada dos o tres años desde el 2005 singles virtuales en formatos anacrónicos para joder a nuestro nulo público y fans. “De vez en cuando también subo a Bandcamp engendros de un proyecto fantasma llamado OUH!, donde grabo mi bajo en GarageBand y la voz con el móvil, ruidos con los que como siempre, no tengo absolutamente nada que decir”, confiesa.