Belén Rueda es Salomé en esta propuesta escrita y dirigida por Magüi Mira que supone “un canto de libertad a los pueblos sometidos” y un reconocimiento del derecho de las mujeres a perseguir y conseguir sus deseos. Acompañan a la actriz sobre el escenario Luisa Martín, Juan Fernández, Pablo Puyol y Sergio Mur.

Encantada de volver a saludarla de camino de vuelta al Gayarre.

Pues sí, es una grandísima suerte que hay que agradecer a esa programadora maravillosa que tenéis, Me hace muy feliz volver porque es un público que conozco y me conoce desde que yo empecé como actriz. Yo creo que una de las primeras funciones que hice en los años 80, fue precisamente en ese teatro. 

¿En el Gayarre?

Sí, en ese momento no tenía claro qué iba a ser de mi vida ni si eso se iba a convertir en mi profesión, y recuerdo que haciendo ese monólogo de Molly Bloom en Pamplona, yo tenía que recibir al público en la cama. De pronto empecé a escuchar un ruido interminable. Yo decía, ‘Dios, no puede ser’. Abrí un ojo y vi el teatro completamente lleno. Ese impacto no lo voy a olvidar nunca.

Qué bueno. Impactante.

Allí supe lo que ocurría cuando se establece esa complicidad con el espectador y se comunica de verdad. Es una de las cosas que me hicieron tomar la decisión de intentar este camino profesional. Y, desde entonces, pues aquí me tienes.

¿Por qué ‘Salomé’?

Bueno, soy mujer, ya tengo una edad, exactamente 80 años, y veo que, efectivamente, hay historias que quisiera contar desde mi universo, desde mis neuronas de hembra. Que no son mejores ni peores, simplemente son diferentes. Además, fíjate que hoy seguimos hablando de Salomé, o sea, ya está está en nuestro código imaginario desde hace siglos. Esto ocurrió hace exactamente 2.024 años, porque estamos hablando de los primeros años del primer signo de nuestra era cristiana. Esta mujer es historia, parece ser que se podría decir casi con certeza que este cuento que contamos ahora está basado en hechos reales. El historiador Flavio Josefo la menciona 40 años más tarde, que es cuando le pone nombre, Salomé, porque al principio era la hija de Herodías. Y también se habla de ella en la historia del Imperio Romano, grandísimo conquistador que invadía y tomaba todas las tierras que estaban alrededor del Mediterráneo por el puro placer de acumular.

Eso también es muy actual.

Sí, sí, hay guerras armadas por todos los lados que verdaderamente no tiene más explicación que el ansia de poder, que es una droga, una pandemia. Esa necesidad de acumular poder que luego te lleva casi siempre a las grandes corruptelas.

"Salomé' es un canto a la libertad, pero a la libertad de los pueblos sometidos, en este caso por Roma, y a la libertad de las mujeres, que en esos conflictos bélicos siempre somos la carne de cañón"

Pero las mujeres, históricamente no han tenido acceso a él.

Yo he nacido oyendo hablar de Salomé. Y siempre quería saber qué había detrás, por qué se habla de que corta una cabeza, cuando lo que hace es pedir una cabeza. Ten en cuenta que, en el momento en que sucede, la mujer no podía acceder al conocimiento; igual que pasa ahora en tantos lugares de este planeta que habitamos, ¿no?

¿Y cómo se defendía o se defiende?

Ahora se está estudiando científicamente ese capital erótico que tenemos las mujeres, que es una enorme arma, porque es sabido que el sexo ha movido el mundo y lo sigue moviendo. Claro, cuando era adolescente y luego después, siempre he pensado que la única arma que tenían estas mujeres era el deseo. Para conseguir lo que quieres hay muchas maneras. Está la palabra, la grandísima y maravillosa arma de la palabra con la que ahora deberíamos estar negociando en distintos lugares del mundo y en este país. También están los tanques y los drones que derraman sangre y son salvajes. Y esta esa arma que hemos tenido y que tiene cualquier ser humano, pero que a las mujeres se nos ha castigado precisamente por ella. El arma de la seducción del sexo de la que estábamos hablando antes. Tantas mujeres, empezando por Eva, han intentado conseguir sus deseos, ocupar su espacio, apoyándose en el arma que tenían, que era su capacidad de seducción. Esta es Salomé y yo he pensado que era interesante contar la historia de esta mujer.

¿Es esa circunstancia la que le hizo pedir lo que pidió?

Ella se sobrepasó, cruzó la línea roja de esa capacidad que tenemos las mujeres de seducción, ese capital erótico. Es como un instinto salvaje y a veces pasamos al otro lado, aunque no debe hacerse desde el punto de vista ético.

Creo que esperó unos años porque tenía claro que quería que fuera Belén Rueda la que diera vida a esta Salomé revisada.

Sí, he esperado a Belén casi tres años. Para mí, Salomé es LA mujer, tiene algo que está en la esencia de ser mujer. Fíjate que todavía seguimos hablando de esa cabeza que pidió Salomé. No hablamos de todas las cabezas que Herodes cortaba sin cesar. Hay muchos hombres que han tenido el poder de cortar cabezas y no están en el imaginario colectivo. Las mujeres sí; Salomé sí. Por eso digo que está en el pálpito de lo que significa ser mujer. Yo necesitaba a una actriz que pudiera ser esa mujer, que no tiene edad, pero sí tiene la inteligencia, la energía, la conciencia de que tiene que romper esa jaula en la que está metida. Para mí Belén es esa actriz inteligente, sensible, absolutamente poderosa y precisamente con esa capacidad, con esa energía, con ese don de establecer esa complicidad y esa sinergia con las mujeres que habitan hoy el planeta. Como enorme actriz que es, para mí era Belén la que podía contar esa historia palpitando con el mismo ritmo del corazón que palpita hoy en tantas mujeres.

Belén Rueda (Salomé) y Pablo Puyol (Juan el Bautista). Cedida

También está el corazón de Herodías, su madre, que es un personaje tremendo.

Tremendo, tremendo, tremendo. Herodías estremece porque es una mujer maltratada, violada a los 12 años y obligada a casarse. De ahí nace Salomé. A Herodías también se le había negado tener su propio espacio y poder disfrutar del sexo de manera libre. Porque, al final, esta historia de Salomé es un canto a la libertad, pero a la libertad de los pueblos sometidos, en este caso por Roma, y a la libertad de las mujeres, que en esos conflictos bélicos siempre somos la carne de cañón. Como digo, es un grito de libertad para estos pueblos que son salvajemente sometidos por el invasor en sus tierras y en sus cuerpos, especialmente los de las mujeres.

¿Y Juan el Bautista qué papel juega en tu ‘Salomé’?

He visto tantos trabajos sobre Salomé en los que Juan el Bautista aparece gritando como un salvaje, gruñendo, y en absoluto. Lo que he entendido de la lectura de la historia y de la Biblia es que es un líder que lidera una resistencia al invasor. Es un líder espiritual, sensible, inteligente, que hace que tanta gente cruce el desierto para que les bautice. Su arma era la palabra, por eso Herodes lo encierra, pero no lo mata; porque sabe que si lo mata lo que va a provocar es que todos sus seguidores, que en esos momentos eran muchos, se subleven contra esta dinastía de reyezuelos colocados por los romanos en unas tierras, Judea, en las que hoy vive y está asentado Israel.

Magüi, ¿cómo le gustaría que la gente tomara esta obra, que la recibiera, y cómo le gustaría que saliera del teatro?

Lo que quiero y lo que queremos toda la compañía es que el público experimente el gozo de lo que significa este rito maravilloso que es el teatro, que no es nada sin el público. Nosotros trabajamos para conectar con el público, que afortunadamente quiere estar con nosotros. Es lo que perseguimos. Yo creo que el placer, el goce, el gozar, lo digo y lo pienso, es el mayor antídoto que tenemos ante la brutalidad y el horror con los que convivimos cada día. Estamos viviendo momentos históricamente muy terribles y la ficción nos permite levantarnos de la cama y volar.

Además, este miércoles vamos a celebrar el Día del Teatro con el equipo de ‘Salomé’.

Precisamente, eso es lo que te iba a decir ahora, pero ya lo has dicho tú de una manera maravillosa. Muy bien.