Castejón celebra su Día del Cazador con reivindicaciones en defensa de la actividad cinegética
Decenas de cazadores se dieron cita en la localidad ribera para disfrutar de una jornada de hermandad y compartir sus inquietudes
Castejón vivió el pasado fin de semana una edición más de su Día del Cazador, una celebración que reúne en esta localidad ribera a cazadores locales y de los municipios vecinos, para compartir todos juntos su afición por la actividad cinegética, estrechar lazos y fijar posiciones comunes en los temas que más preocupan al sector. Problemáticas como las leyes animalistas, la proliferación de instalaciones de energías renovables en los terrenos comunales o de los cotos, la presión legislativa procedente de Europa o el relevo generacional salieron a la palestra durante un día que contó con una comida popular y una prueba de recorridos de caza.
El presidente de la Sociedad de Cazadores de Castejón, José Luis Rodríguez Rodríguez, ejerció de anfitrión de un evento que acumula ya 22 ediciones. Se trata de un acto que, en palabras de Rodríguez, que lleva 32 años al frente de los cazadores de la localidad, “se hace por unión y amistad”. Esa unión y amistad quedó patente en muchos momentos de la celebración, en los que actores del sector cinegético del municipio y de otros pueblos debatieron acerca de los asuntos más candentes en torno a la caza. Y en Castejón, el tema más candente es el de los campos de placas solares.
Según afirmó Rodríguez, el coto de Castejón tiene 1.600 hectáreas, pero alrededor de 600 están o van a ser ocupadas próximamente por instalaciones de este tipo, lo que dejará a los cazadores sin prácticamente terreno para desarrollar su actividad. “Tenemos autopista, vía del tren, ahora están instalando las vías del AVE… Si salen adelante los proyectos de las huertas solares, en Castejón ya no se podrá cazar”, alegó el presidente de la asociación de cazadores, que ve claro que “son terrenos privados, en los que la gente no quiere cultivar la tierra, sino venderla”.
“La quieren alquilar o vender para poner allí placas solares, porque, al final, esto es un negocio. Yo entiendo que las placas solares y los molinos eólicos tengan sus puntos positivos y puedan ser buenos para el progreso, pero los podrían instalar en sitios donde no se pueda cultivar ni hacer nada. En un pueblo que tiene 1.600 hectáreas, no se pueden poner esas placas. Al final, va a haber más placas solares que habitantes. Ya no sé si en la Ribera nos acabaremos dedicando a cazar o a dar vueltas a los molinos”, dijo con resignación.
La oposición a esos nuevos proyectos no es el único ámbito que incomoda a los cazadores, aunque sí es el más acuciante. “También tenemos muchos problemas con los conejos y los daños que ocasionan en los cultivos.Pero después viene el responsable de la huerta solar a pedirnos el favor de que le quitemos los conejos. ¿En qué quedamos?”, se preguntó. A su juicio, si se crean zonas seguras para que los conejos críen, se han de asumir también responsabilidades para controlar sus poblaciones y evitar o minimizar los daños a la agricultura. “Nos da la sensación de que cuanto más hacemos los cazadores, menos tenemos. Está claro que esta clase de instalaciones son un negocio, pero los podrían ubicar en las Bardenas, donde hay terreno de sobra”, insistió, antes de apuntar que el Ayuntamiento de Castejón no puede hacer nada al respecto: “Esto viene de los gobiernos central y navarro. Y como son terrenos particulares, no se puede hacer nada”.
Además de reducir drásticamente el terreno para cazar, las placas solares han afectado también al hábitat de especies como la perdiz o la liebre, que han visto rebajadas sus poblaciones en el municipio ribera, según relató Rodríguez, que añadió más molestias, como los ataques al sector cinegético por parte de los grupos autodenominados animalistas,o la aprobación de legislaciones de bienestar animal que no entienden la realidad del mundo rural. Y eso, sin olvidar todos los costes asociados a la actividad de la caza. “Debemos pagar un seguro de responsabilidad civil del coto, los daños que causan los conejos y los jabalíes en los campos, los seguros individuales, los accidentes de caza que puedan ocurrir… Es un suma y sigue. Para poder cazar, estamos pagando todo el tiempo. Pero si vemos que no vamos a disponer de terreno, ¿para qué seguir pagando? No tiene sentido”, argumentó.
Aunque compartió esas visiones sobre los desafíos a los que se enfrenta la caza, el vicepresidente de la Sociedad de Cazadores de Cadreita, José María Doctor Fernández, que también participó en la fiesta, sumó uno más: el relevo generacional. “Ojalá todos los fines de semana hubiera celebraciones como esta, porque necesitamos motivar a la gente joven. Nosotros, por ejemplo, organizamos el 12 de octubre nuestro Día del Cazador, al que invitamos a los agricultores y a los vecinos del pueblo. Hacemos una comida de hermandad y es un día en el que se respira alegría”, aseguró. En el caso de esa localidad ribera, Doctor comentó que los cazadores mantienen buenas relaciones con el consistorio y van de la mano con los agricultores en muchos temas. “Lo que nos falta es lanzar acciones para mover a los jóvenes, a los que les cuesta mucho salir a cazar”, manifestó.
Junto a él, el presidente de la Sociedad de Cazadores de Fustiñana, Francisco Javier Marchite, subrayó que la caza asume un gran número de funciones, además del aspecto deportivo, como su dimensión ecológica, que adquiere una importancia muy relevante ante las plagas de especies como el jabalí, el conejo o la paloma. Bajo su punto de vista, la problemática asociada al uso de los terrenos comunales puede convertirse en un punto de inflexión en las buenas relaciones existentes en muchas localidades entre las sociedades de cazadores y los ayuntamientos. “En nuestro caso, uno de los mayores quebraderos de cabeza es el agua, ya que nuestro coto es prácticamente desértico. Y desde el consistorio se nos ha ayudado a construir balsas o a arreglar caminos. De momento, la ayuda es mutua”, reconoció.
Sin embargo, sí que lanzó una crítica contra el Gobierno de Navarra, en relación con la perdiz. “Llevamos muchos años luchando para que rebaje sus exigencias sobre la genética de la perdiz, ya que no permite las repoblaciones. Y en nuestro coto, se trata de un ave que no para de decrecer. Parece que nadie sabe lo que hay que hacer, porque el Ejecutivo foral no da directrices claras, sino que simplemente se dedica a llevar a cabo imposiciones y prohibiciones”, resaltó.
Marchite también sacó a colación los frentes abiertos con las legislaciones europeas y las acciones de los animalistas. “Ojalá se llevarán a cabo algunas de las cosas que propone Europa, porque se recuperaría un porcentaje altísimo de las siembras y las plantaciones, lo que sería un paraíso para las especies cinegéticos”, expresó, al tiempo que denunció que “los animalistas se han aprovechado de la política”. “Han presionado para se aprobasen medidas muy drásticas y equivocadas. No sé, por ejemplo, cómo pueden comparar y equiparar a un perro de compañía con un perro de ayuda a una persona ciega, o con uno empleado en las labores de pastoreo o de ganadería, o con uno de caza. Sus funciones son absolutamente diferentes, al igual que son distintas tanto su morfología como su educación”, alertó.
Junto a los cazadores, tomó asimismo la palabra el teniente alcalde de Castejón, Aniceto Pérez Vicente, que remarcó la satisfacción del ayuntamiento ribero con la sociedad de cazadores del pueblo. “Agradecemos mucho que haya personas voluntarias que colaboren en temas así. Si no, actividades como la caza no existirían. Además, hay que ver la caza en su totalidad; no solo como un deporte, sino teniendo en cuenta las funciones que posee en cuanto al control del medioambiente o el apoyo a la agricultura. Hay que dinamizar esas dimensiones, porque creo que mediante la caza se puede unir a la gente”, concluyó.