Llegó a decir que no publicaría un nuevo disco, pero aquí está 'Ultra'. ¿Por qué pensó que no volvería a grabar y por qué ha decidido hacerlo ahora?

Decidí hacerlo porque me apetecía. Me había dado la posibilidad de no hacerlo. A veces necesitamos eso para saber que la decisión es nuestra. Y lo hice porque recobré la ilusión y las ganas y se dieron las condiciones materiales. Quería hacerlo a mi manera y con mis tiempos. Así o nada. Y así fue.

El nuevo disco se titula 'Ultra', un calificativo controvertido que suele tener connotaciones negativas. ¿Por qué lo ha elegido?

Porque me gusta lo que significa y está alineado con mi momento. Y porque no quiero que nos sigan robando el lenguaje. Ultra: más allá de. Al otro lado de.

Sus canciones tienen mucho contenido de crítica social. ¿Lo hace para desahogarse o es su granito de arena para que las cosas mejoren? ¿Una canción puede cambiar el mundo o esa pretensión es demasiado idealista?

Así entiendo el arte. Por lo visto, al revés que Melody. Me repugna eso de “yo hago arte, no me meto en política”, como si no fuera político todo. Como si no fuera igual de político opinar que callarse. La tibieza o el silencio ante un genocidio, por ejemplo, ¿no es eso posicionamiento político? Sí, con los que sujetan las armas. Yo hago arte, no decoración. Así que hago canciones que dicen cosas. Pero mi objetivo no es cambiar el mundo porque, efectivamente, además de pretencioso es absurdo. Lo que quiero es lanzar un mensaje al vacío, salvarme, poner una queja (para mí necesaria) en altavoces grandes. Y si eso llega a otra y sirve o acompaña o alivia o alienta, pues maravilloso. Será una buena canción.

Al margen de esa crítica social, dice que en este disco aflora con más fuerza “el goce y la ternura”. ¿Eso puede hacer que pierda fuerza el contenido crítico? ¿O lo refuerza?

El goce y la ternura pueden ser muy políticos, depende de qué cuerpos los encarnen. Además, una cosa es la queja y otra la propuesta… tanto el goce como la ternura forman parte de la propuesta. Yo no quiero vivir en guerra, nadie quiere. Pero hay que levantar la voz y el puño por lo que es justo, y claro que quiero lo que es mío, y eso también incluye el goce y la ternura. Lo quiero para mí y para todes a quienes se les arrebata cada día.

"Yo hago al revés que Melody. Me repugna eso de 'yo hago arte, no me meto en política', como si no fuera político todo. Como si no fuera igual de político opinar que callarse"

¿Le preocupa que el hecho de lanzar unos mensajes tan explícitos le pueda cerrar algunas puertas?

Nada en absoluto. Aunque es así. Pero me da igual. Mi éxito radica en que he entendido que esos sitios donde no me quieren no son mis sitios, yo les quiero menos. No hay nada más parecido a la libertad que esto. Si se cierra una puerta por gritar 'Palestina libre' o por alinearme con las luchas trans, o por vasca de la Ribera, pues maravilloso, es que ahí no era. Yo ya solo quiero estar donde nos sintamos a gusto todas, eso de estar en todas partes porque tiene que llegar no sé qué mensaje ya no es mi cosa. Porque hay mucho lavado de cara también a nuestra costa. Si eres un puto facha, racista y machista, que se note. Tienes un festival, pues que se note en el line up. Llama a la gente tibia, que hay mucha. A mí no. 

En el disco hay mucha variedad musical: rap, por supuesto, pero también bakalao, momentos acústicos, pop electrónico, reggaeton…

Soy una bisexual vasca de Cascante. Todo lo mío es ecléctico. Todo se mueve, intersecciona, entra en conflicto, baila entre sí… no podía ser ni ordenado ni musicalmente homogéneo porque no cabe en mí la homogeneidad. Básicamente. Y porque he venido a gozar, te lo decía antes.

En 'Han matado el arte' expone una mirada desencantada con la industria de la música, “que ahoga”. ¿Cómo se lleva el hecho de tener que pactar con ella (plataformas digitales, festivales…) sin renunciar a las convicciones personales?

Con un pie fuera, o casi los dos. Es como tener 15 años y vivir en un sitio a cargo de adultos a los que no respetas porque no te gustan sus maneras. Tienen el dinero y tú tienes los movimientos limitados, pero una vida por delante fuera de esa casa. Yo pienso mucho en salir de esa casa y, como te decía, tengo casi los dos pies fuera.

En relación a eso, hábleme de Mimosa, la agencia de management para mujeres que usted fundó. ¿Por qué lo hizo? ¿En qué se diferencia de una agencia tradicional?

Mimosa nació como un anhelo de acompañar con cariño carreras de artistas a las que admiramos por su contenido y posicionamiento político. Y también de diseñar planes culturales con perspectiva feminista. No es para mujeres, puntualizo. Es para mujeres y personas LGTBIQ+ cuya propuesta artística nos parece necesaria.

El proyecto de La Furia ha cumplido diez años. ¿Piensa celebrarlo de algún modo especial?

Lo estoy celebrando en cada concierto. Esta gira está siendo muy especial para mí. Me estoy haciendo homenajes y compartiendo con las mías y con quienes vienen. Lo que no he hecho es un anuncio ni he vendido nada con esto, porque estoy empachada de marketing. Todo me parece marketing. Las giras de despedida, los conciertos que “más que un concierto son una experiencia”, los aniversarios… yo qué sé. Respeto mucho a cada artista y su forma de verlo y hacerlo, no hay camino fácil, pero es que yo ya no puedo más con que todo sea para vender algo.

"Todo me parece marketing. Las giras de despedida, los conciertos que 'más que un concierto son una experiencia', los aniversarios… yo que sé"

Y después de estos diez años, ¿diría que está más “furiosa” que cuando empezó? ¿O eso se va atemperando con el paso del tiempo?

Soy igual de furiosa. Justiciera. Vehemente. Lo que pasa es que de unos años aquí estoy mejor. Canalizo y elijo mis batallas. Y sobre todo no me daño. Porque la mayoría de las furiosas lo somos porque nos han hecho mucho daño y nos pasamos la vida siguiendo con ese mandato silencioso, dañarnos. Así que furiosa con quien se lo merece y mimosa conmigo y con las que también se lo merecen, que son muchas.

La gira del disco empezó en enero. ¿Cómo está yendo? ¿Qué se va a encontrar la gente que vaya a verla al Iruña Rock?

Está siendo preciosa, la verdad. Tengo un equipo que es ya una familia (de las buenas) y me la estoy tomando como creo que hay que tomarse la vida, sabiendo que todo acaba. Disfrutando lo bueno como si fuera mío y viviendo muy presente. ¡Os juro que no soy hippie, aunque lo esté pareciendo! (Risas). Estoy feliz, ¡hay que decirlo alto! Quien venga a vernos se va a encontrar un engranaje casi perfecto, buenas canciones, bailarinas, dj, voces, mala hostia, buen humor y alegría de encontrarnos, y sobre todo a una navarra y a sus amigas haciendo lo que más les gusta: ¡dejar las cosicas claras!