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Igor Sarasola y Jaime Armendáriz

Trintxera: “El rock no está de moda entre los jóvenes, pero nunca se apaga”

En año y medio, a los miembros de Trintxera les ha dado tiempo para tocar por muchos puntos de Navarra, grabar una maqueta y un disco, ‘Caiga quien caiga’, que acaba de ver la luz.

Trintxera: “El rock no está de moda entre los jóvenes, pero nunca se apaga”

¿Cómo se formó el grupo?

–Jaime (Armendáriz) y yo (Igor Sarasola) coincidíamos en algunas clases de la Universidad. A los dos nos molaba el rock y nos fuimos haciendo amigos. En 2º o 3º de carrera ya empezamos con la idea de montar una banda. El hermano pequeño de una compañera de clase tocaba la batería, vimos vídeos en Instagram y lo hacía súper bien. Le pedimos que nos lo presentara, y así fue como conocimos a Xabi (Miranda). Y empezamos a ensayar. Esto sería a finales de 2023. Hacíamos versiones de Barricada, Platero, Dinamita, Rotten XIII, La Polla… Esos grupos de aquí más contemporáneos nos lo enseñaba Xabi. Jaime y yo tenemos influencias más clásicas. Le dábamos a todos los palos, nunca nos hemos ceñido a ninguna etiqueta.

Dicen que se conocieron en la universidad. ¿Eran ‘raras avis’ en clase por gustarles el rock? Parece que muchos jóvenes prefieren otros estilos…

–A ver, el rock no está de moda entre los jóvenes. De hecho, creo que nos fijamos el uno en el otro fue porque destacábamos. Cuando nos íbamos a tomar unas cervezas y hablábamos de grupos que nos gustaban, no eran en plan: ‘Ah, sí, te gusta la Creedence, a mí también’; era en plan: ‘¿En serio? ¡Qué guapo, a mí también!’ Era alucinante que una persona igual que tú compartiera esos gustos. Pero no solo en la universidad; yo creo que en general, hasta que no empiezas a meterte en el mundillo de ir tocando por ahí, el rock está como está. Pero bueno, por lo menos nunca se apaga.

Empezaron a componer muy pronto.

–Sí, al mismo tiempo ya empezábamos a componer. Alguna de las canciones del disco es de cuando nos empezamos a juntar a ensayar.

¿Y los conciertos?

–En enero de 2024 ya empezamos a dar conciertos. Tocábamos versiones y metíamos alguna nuestra. Hicimos bastantes conciertos, pero sin interrumpir esa faceta de composición. En el tercer concierto entró al grupo Peio. Hablamos con Marisa para tocar el Garazi y era el cumpleaños de Peio (Zalba). Ya le conocíamos y le propusimos que tocase alguna canción con nosotros, como parte de su celebración. Estuvo ensayando una semana. Iba a tocar un par de canciones, pero hizo el concierto entero y ya se quedó en el grupo. Firmamos un contrato en una servilleta del bar. Desde entonces, hemos tocado por casi toda Navarra.

¿Cómo salieron esos primeros conciertos? ¿Hay locales para tocar?

–El primero fue en Sada. Xabi, el batería, es de Sangüesa, imagino que él se movería para conseguirlo. De hecho, el segundo fue en el bar Dos Caballos de Sangüesa. Los primeros los buscábamos nosotros, o por mediación de amigos. Hay gente enrollada que está encantada de poner su bar para un concierto. Encima, si llevas amigos y se llena el bar… En ese sentido, yo no veo mucha barrera. Están las fiestas de los pueblos, también.

Creo que las redes sociales fueron importantes para el crecimiento del grupo…

–Bueno, a nosotros nos gusta hacer el bobo y pensamos que en las redes sociales teníamos que exprimir esa faceta. Empezamos a hacer vídeos chorra, que si ensayando, que si al bajo no le hace nadie ni caso… cosas así. Hubo uno bastante viral, que fue una recreación de la película La vida de Brian; lo hicimos para anunciar que Peio entraba en el grupo. Ese vídeo tuvo un montón de visualizaciones. Fue un punto de inflexión, a partir de ese momento vimos que cada vez más gente se enteraba de que tocábamos y empezaron a escribirnos para ir a tocar a distintos sitios: bares, fiestas de quintos, fiestas de pueblos… No decíamos que no a ninguno. A todo que sí. A todo lo que nos han llamado, si no ha sido por fuerza mayor, hemos ido. Daba igual dónde fuera, las circunstancias, si al día siguiente madrugabas, si había técnico, si había cena, si teníamos que llevar todos nosotros y comer un bocata de casa, si nos pagaban… Imagino que así habrán empezado todos.

Un concierto importante fue en La Carpa Universitaria.

–Tuvimos una sensación agridulce. Por una parte, una pasada, una oportunidad, mucha gente… Estábamos ilusionados. Era nuestro último año de universidad, un evento muy especial. Tocábamos nosotros y después, La Mala Pékora. Hubo un jaleo de organización, una mala gestión de los tiempos que dieron para montar y probar. Cumplimos los horarios que nos habían marcado, pero por no sé qué causas ajenas al grupo, nos pusimos a montar media hora tarde. Hubo problemas, mucho jaleo con los técnicos por cosas que no funcionaban… El caso es que empezamos a tocar ya con prisas porque en seguida empezaba La Mala Pékora. No pudimos hacer la prueba del todo, no nos escuchábamos por los monitores. Llevábamos veinte minutos y nos hicieron bajar. Los de La Mala Pékora fueron muy majos, se portaron muy bien con nosotros, ellos no tenían ninguna culpa.

Entre concierto y concierto, lo primero que grabaron fue una maqueta.

–En el primer concierto que hicimos en Sada, conocimos a Tomás, un técnico peruano que vive en Sangüesa. El concierto de Sangüesa también fue con él y entablamos una relación, nos hicimos amigos. Nos propuso que, si algún día queríamos, él nos podía grabar. La idea se quedó ahí, pasaron los meses, y al año siguiente volvimos a Sada y volvimos a coincidir con él. Y ese día ya concretamos varios fines de semana para ir a grabar una maqueta. Hicimos ocho temas, que eran los que teníamos preparados entonces. Grabamos en un txoko que tiene Xabi allí, en Sangüesa, donde ensaya con la batería.

Y justo después, ya grabaron el disco.

–Sí. Cuando terminamos la maqueta, ya queríamos hacer algo, digamos, más serio, más ambicioso. Y contactamos con Javi San Martín, de Sonido 21. No es que estuviéramos decepcionados con la maqueta, sino que quisimos dar un paso más: tener varias canciones, descartar algunas para quedarnos con las mejores… Bueno, como se hace un disco. Realmente, según íbamos grabando la maqueta, íbamos moviendo esto con Javi y ya nos metimos a grabar en Esparza de Galar.

¿Y cómo fue la experiencia de grabar en un estudio profesional?

–Las expectativas eran altas. Ahí se han grabado los primeros discos de Marea, La Fuga, El Drogas, Evaristo, Tahúres… Primero reservamos sala en on off, en Berrioplano, para ensayar unos días y dejar todo impoluto antes de entrar en el estudio. Conseguimos hacer diecisiete canciones y en junio nos metimos en el estudio. Javi prefiere grabar del tirón, no días sueltos sino todo seguido. Aprendimos muchísimo. Entramos prácticamente sin saber nada. No teníamos ni idea, pero por lo menos sabíamos que no teníamos ni idea (risas). Javi tiene muchísima experiencia. Elegimos diez de las diecisiete canciones, él nos ayudó a hacer la selección. Mientras grabábamos componíamos alguna cosas, algún arreglo nuevo… Y terminamos. Salimos encantados, porque veíamos que las canciones habían mejorado muchísimo. Javi es maravilloso, supo llevar muy bien a unos novatos como nosotros. Nos ayudó con todo. Es muy bueno, profesional y personalmente.

El disco tiene un tronco común, que es el rock, pero dentro de él hay bastante variedad, tanto en lo musical como en los textos. ¿Lo ven así?

–Partimos de la base de que nos mola el rock, pero, dentro de ese rock, no nos hemos querido encasillar. En el disco hay rock’n’roll, hay una que es tipo blues, hay otra más punk, una balada… Las letras hablan de lo que vas rumiando. De la alianza que hemos creado, esta fraternidad, de lo amigos que somos. Hay también letras de amor, como Mi última canción; hace años había demasiadas canciones de amor, pero hoy no hay tantas en el rock o en el punk rock, y es un tema universal. Hay queja generacional, en Cuentacuentos. Una canción, Matar o morir, está inspirada en una novela de Almudena Grandes, El lector de Julio Verne, sobre la guerra civil. Y hay letras más festivas, porque el rock’n’roll tiene que ser divertido, eso también tiene que estar ahí.

El disco ya ha salido en digital. ¿Han preparado formato físico?

–Sí. Lo venderemos en nuestras redes sociales (@trintxeraband) y en los conciertos.

Imagino que ahora, con el disco en la calle, el plan será presentarlo en directo.

–Eso es: el plan es tocar todo lo que podamos. Si antes le dábamos mucha caña, ahora más. Después de la composición y la grabación, ahora llega la parte divertida. Queremos preparar un buen concierto y sacarlo a pasear por ahí, delante de la gente.

Acaban de publicar su primer disco. Si volvemos a hablar dentro de cinco años, ¿qué les gustaría contarme?

–Nos gustaría contar que el cuarto disco de Trintxera es buenísimo, que los conciertos funcionan, que estamos todo el día en la furgoneta tocando por todas partes… Algo bueno que tiene esta banda, que yo creo que la fundamenta, es que somos muy muy amigos. La fortaleza de nuestra amistad es algo básico. Nos apetece hacer kilómetros juntos. l