El mercado de trabajo de Navarra, sus empresas, se han vuelto cada vez más dependientes de la mano de obra de nacionalidad extranjera. Una conclusión a la que se llega con solo echar un vistazo a las cifras de empleo, justo cuando la inmigración se ha convertido definitivamente en uno de los debates políticos más relevantes del momento. Este verano Navarra ha superado por primera vez la cifra de 40.230 trabajadores de nacionalidad extranjera, un 6,1% más que el año pasado.
Esta cifra aporta solo una visión parcial del impacto del fenómeno de la emigración, que está transformando la realidad social y económica de Navarra. En realidad, Navarra cuenta con cerca de 140.000 habitantes nacidos en otros países, de los que buena parte ha ido adquiriendo la nacionalidad y, por tanto, figuran ya como españoles de pleno derecho también en las estadísticas de empleo.
La realidad es tozuda: la actividad económica de la Comunidad Foral, y por tanto su sistema de bienestar, difícilmente se sostienen sin las personas llegadas no solo a comienzos de siglo, sino de nuevo con especial intensidad a partir de 2015 y sobre todo tras la pandemia. Hoy, el empleo entre personas de nacionalidad extranjera crece tres veces más rápido que entre los nacionales y más de la mitad de los nuevos puestos de trabajo, hasta el 90% según algunos estudios, son ocupados por población de origen inmigrante.
Las dificultades para encontrar trabajadores se han convertido en un asunto ya recurrente. Sucede en numerosas actividades, tanto en aquellas que requieren una elevada cualificación como en otras más elementales y cuyos horarios o sueldos espantan a muchos trabajadores. Una escasez que parece estar impactando por fin en los salarios -las empresas se ven obligadas a elevar remuneraciones a veces incluso por encima de lo que pactado en los convenios-, y que las asociaciones empresariales buscan combatir mediante contrataciones en origen, un proceso lento y complejo, pero que les asegura contratar trabajadores a bajo coste. Son apenas unas pocas decenas al año.
Ni bares ni industria viables sin la emigración
Hostelería, transporte, construcción y campo son algunas de las actividades que en mayor medida acusan la escasez de trabajadores y figuran también entre las más dependientes de los trabajadores con otra nacionalidad. Una cuarta parte de los empleados en la construcción son extranjeros, una proporción que duplica la media (12%) y muy similar a la que se registra en la hostelería y en el transporte.
El peso de los trabajadores extranjeros crece en realidad en casi todas las actividades. En el último año, más de las mitad del nuevo empleo generado en el sector privado ha sido cubierto por trabajadores con otra nacionalidad. Entre agosto de 2024 y agosto de 2025 se han añadido como ocupados al mercado de trabajo navarro 2.324 personas extranjeras.
Casi 600 de ellas lo han hecho en la construcción, una de las actividades más dinámicas y con mejores perspectivas; alrededor de 500 se han incorporado en actividades administrativas y los servicios auxiliares, donde los extranjeros suponen también 22% del total; cerca de 300 han entrado en fábricas, con la agroalimentación como gran puerta de entrada y cerca de 200 se han añadido a las actividades sanitarias y de servicios sociales. Los cuidados y la atención a la tercera edad y personas dependientes son otro de los grandes nichos de empleo inicial para la población, sobre todo femenina, recién llegada desde otros países.
Presencia irrelevante en el sector público. La presencia de la población de origen inmigrante sigue siendo muy reducida en el empleo público de Navarra, que ha añadido más de un millar de nuevos afiliados a la Seguridad Social en el último año. Solo el 2,3% de quienes se engloban en el epígrafe de Administración Pública, Defensa y Social Obligatoria son extranjeros y tanto la educación como la sanidad presentan porcentajes muy bajos. Para ser funcionario es necesaria la nacionalidad de la UE.
“En el presente varios sectores dependen de modo mayoritario o muy relevante de la inmigración”, explica Carmen González Enríquez, investigadora del Instituto Elcano, en un informe reciente sobre el impacto de la inmigración en el mercado de trabajo español. “El servicio doméstico, la hostelería, la construcción y la agricultura tienen entre sus empleados al menos a un 30% de inmigrantes, y estos ocupan prácticamente el total del nuevo empleo que crean esos sectores”, señala en el documento.
Esta realidad resulta, como muestran los datos, perfectamente extrapolables a la Comunidad Foral, donde el reparto geográfico del empleo extranjeros resulta sin embargo muy desigual. Supera el 20% o incluso el 25% en localidades del sur de la Comunidad Foral como Milagro, Funes, Caparroso, Cadreita, Castejón y Villafranca, y se aproxima al 20% en Tudela, Corella y Azagra. Por el contrario, se queda en el 10-12% en la mayor parte de la Comarca de Pamplona, Alsasua e Irurtzun, y en el entorno del 5% en Larraun, Lesaka, Arakil o buena parte los valles pirenaicos.
La formación, clave por mejorar
Todos los informes coinciden en que uno de los principales factores que afectan a la integración en el mercado de trabajo es el nivel educativo, en el que se observan importantes diferencias en función del origen geográfico. “Así, mientras que el 49% de los autóctonos y el 57% de los inmigrantes de países de elevada renta per capita tienen un título universitario o de FP superior, entre el conjunto de los inmigrantes de países de baja renta per capita ese porcentaje alcanza al 26%”, explica el Instituto Elcano, quien reduce hasta el 10% este porcentaje en el caso de los africanos.,
A su jucio, “especialmente preocupante resulta el bajo nivel educativo logrado por los inmigrantes de segunda generación: el 39% sólo tiene el título correspondiente a la educación secundaria obligatoria y sólo el 25% de ellos ha obtenido un título universitario, 24 puntos por debajo de los autóctonos”.
Una de las novedades que ha aportado esta segunda ola migratoria, solo interrumpida por la pandemia, es una mayor cualificación de los recién llegados respecto a quienes entraron en España a comienzos de siglo. Sin embargo, una parte de estos inmigrantes cualificados encuentran empleo únicamente en trabajos que no requieren esa cualificación. “En buena parte este “despilfarro” de sus cualificaciones se debe al larguísimo proceso de reconocimiento de sus títulos”, explica desde el Instituto Elcano. Más de la mitad (54%) de los inmigrantes con título universitario ocupa un puesto que no requiere esa cualificación, algo que sucede al 33% de los autóctonos con un título universitario.